El fútbol base junta historias que, vistas con el tiempo, nos sacan una sonrisa. Niños arrasadores que oscurecían a otros, igualmente destacados, pero que necesitaban ser observados con mayor atención. Rememorar sin sonrojo

Que la Champions League es caprichosa no lo vamos a descubrir ahora. A algunos, caballeros ingleses de gran fortuna, les llevó toda una vida entenderse con ella. Si preguntamos por Dortmund

Perder con apenas 24 años a uno de los mejores futbolistas de las últimas dos décadas y al que, casi de forma segura, iba a terminar siendo el jugador más importante de la historia del club es un palo difícil de administrar

Álvaro Arbeloa es un buen jugador. Muy bien dotado técnica, física y tácticamente para defender; cuando ataca se hace útil por su lectura de los tiempos y la altura a la que debe situarse en cada instante.

Ni siquiera el Sevilla de las dos UEFAs tuvo un centrocampista puntero, del nivel de Palop, Alves, Dragutinovic, Jesús Navas o Kanouté. Dani y Freddy dominaban todo el campo y todas las funciones, y medios más sencillos tenían su espacio

El año pasado fueron dos, y no uno, los equipos que vistieron la camiseta del Valencia CF. El primero era dominante, optimista y mejor, y estuvo marcado por la sociedad Banega-Canales. El segundo fue impersonal, impotente y peor, fruto de las lesiones,

Diego Ribas es un jugador excelente, aun sin ser aquél que sus primeros pasos invitaron a soñar. En su madurez confirmó el don de explicar un partido de fútbol por sí mismo, y con eso le sobra para destacarse sobre el promedio.

En las últimas páginas del libro siempre quedan párrafos despistados que encajan con el argumento y redondean el contenido. Entre esas líneas libres se encontró al borde de la medianoche el Barça,

Jordi Alba era una obligación para el primer Barça de Tito Vilanova, un fichaje tan perfecto que el mundo lo dio por hecho antes de que la negociación comenzara, seguramente. La triste y dura baja de Abidal debía cubrirse