Pekerman lo tenía claro. Sin Radamel Falcao en el equipo, el ataque posicional que clasificó a Colombia a un mundial tras dieciséis años no podía existir. La decisión del entrenador de dejar por fuera de los veintitrés convocados a Brasil, al enganche del Al-Shabbad, Macnelly Torres, así lo evidenció. La ausencia tanto del delantero como del mediocampista abrieron la puerta a un cambio de jerarquía táctica, e incluso de dibujo, en el que Pekerman se entregó a James Rodríguez y Juan Guillermo Cuadrado. Con ello Colombia no ha abandonado el ataque estático como plan óptimo de inicio; sin embargo, sí que ha aumentado la relatividad del mismo. Los cafeteros no tienen reparos en mutar y pasar a atacar al espacio, se siente cómodos corriendo en lugar de acumular pases, y han logrado tener un buen caudal ofensivo aun sin estructuras tácticas suficientes.
Colombia se ha mostrado más cómodo al contragolpe.
La Colombia del ataque posicional es la del 4-2-2-2. Incluso sin los ya mencionados ausentes, los patrones de comportamiento táctico se mantienen: salen con calma desde atrás, ubican a Zuñiga y buscan asentarse en la zona derecha del campo. Ahí aparece un fútbol que busca ser efervescente y creativo, con paredes y licencias para inventar regates y pases, procurando desorganizar al contrario y ser profundos, ya sea con un cambio de orientación o la asistencia a Cuadrado en ruptura. La importancia del preciso y continuista juego de espaldas de Teófilo Gutierrez es lo suficientemente grande como para que el seleccionador le asegure su titularidad. Las otras opciones probadas no devuelven el balón con la misma calidad y la jugada se ensucia al punto de evaporarse.
Aunque Colombia mantiene esa idea, su fútbol ha cambiado. Cuadrado hace que todo sea más eléctrico y menos coral, algo que ya se había visto en varios partidosCuadrado es el nuevo símbolo de su ataque del ciclo en los que el extremo de la Fiorentina reemplazaba en el once inicialista a Torres. Ese aumento de agresividad no está acompañado con un incremento de ocasiones. Con Falcao, Colombia estaba basada en la producción vasta de situaciones de remate y sin él esas posibilidades se han visto ampliamente disminuidas. Ante Uruguay, en el partido de más ataque posicional de los de Pekerman, las llegadas fueron relativamente pocas. Sin esa amenaza sempiterna, el rival no teme y puede enfocar efectivos a dañar la débil transición defensiva del equipo que, incluso cuando se resguarda, es posible que sea la que más sufre de los ocho equipos aún vivos en la competencia.
En ventaja, Pekerman activa un plan diferente.
La otra cara de los sudamericanos es la que muestra con resultado a favor. El 4-2-2-2 desaparece y es comúnmente sustituido por un 4-4-1-1 que,Con la ventaja, sí entregan el balón al rival progresivamente, va sumando jugadores en las dos primeras líneas a medida que se acerca el final del encuentro. Aquí la falta de una estructura táctica sólida ha minimizado el potencial del equipo bajo este plan que, a priori, podría ser mejor ejecutado. En el primer partido, el gol a escasos seis minutos del primer tiempo hizo que Colombia viviera casi todo el partido entregando el balón, reculando y tratando de enlazar contraataques. Lo que se vio fue un equipo que ni con un 6 + 4 diáfano reducía el caudal ofensivo del contrario y que, en transición, no sabía que hacer. James, Cuadrado y Teo jugaban cada uno a un fútbol distinto, inconexo e inocuo.
Para los otros compromisos, eso cambió. El excelso Cuadrado y el hasta ahora guadianista James comenzaron a hilar contragolpes que sí generaban peligro y ocasiones de forma más o menos sistematizada, mejorando proporcionalmente la transición defensiva. Colombia ya sabe correr y sus jugadores juegan con muchísima confianza y seguridad técnico dentro de ese plan. A nivel defensivo la diferencia es sólo de sensaciones, pues no se puede decir que Colombia sea más segura, realmente, dentro de uno u otro plan, mas esa diferencia emocional – y numérica – parece ser argumento suficiente para que Pekerman se abrace a ella cada vez que siente que su equipo es demasiado vulnerable y que puede perder terreno en ataque por las condiciones del partido.
Ya hay un precedente de Pekerman contra Brasil.
En el único partido ante Brasil, Pekerman optó por un plan a medias entre el del repliegue + contra y el ataque estático. Jugando con un 4-2-2-2 con Cuadrado al lado de James, el seleccionador Argentino aceptó un partido de transiciones rápidas, y eventuales ataques posicionales, orientado a explotar el fútbol diferencial de Cuadrado sobre el lateral izquierdo brasileño. Dentro de ese fútbol mixto, la Colombia 2014 también parece sentirse cómoda y, como discurso primerizo, es posible que, ante los de Scolari, Pekerman pueda repetir.
MiguelG 3 julio, 2014
Me sorprendió mucho al inicio ver que para Pekerman, Bacca y Jackson Martínez (los dos jugadores que más conozco y tenía por mejores de los 23 colombianos) no iban a ser los hombres clave, no se iba a jugar para ellos (para potenciarles). O al menos uno de los dos. Bacca ha mostrado gran calidad en un fútbol de transiciones con el Sevilla, pensé que sería más importante.
Pero el Mundial de Colombia está siendo muy bueno, estoy alucinado con Cuadrado y James. A ver que pasa mañana, qué ganas