Poniéndose de acuerdo

El regreso de Leo Messi convirtió en paréntesis la evolución de su equipo desde su lesión hasta su recuperación. El sistema había derivado hacia algo en lo que ninguna de sus piezas cumplía funciones del gusto del “10″, y como el “10″ es el rey, se debía buscar otro. Se empezó volviendo al último en el que compitió Leo, y el Levante de Caparrós, que no es el de JIM, se bastó para recordar que aquéllo no era el remedio. Ayer contra el Málaga pareció dar comienzo un nuevo proceso de búsqueda. Hubo cambios y buenas sensaciones.

SIN SANTA CRUZ, EL MÁLAGA BAJÓEl rival era una prueba ofensiva válida. Tácticamente es un conjunto muy serio y sólido; con un central derecho de más nivel se podría hablar de un sistema defensivo ganador dentro de lo que son sus aspiraciones (salvarse), así que generarle la cascada de ocasiones que produjo el Barcelona tiene cierto valor añadido. De hecho, su inicio fue muy bueno. Schuster labró un 4-1-4-1 con Tissone de interior izquierdo (la zona de Xavi) que logró que el Barça no llegase combinando hasta su mediapunta. Para ello resultó importante el papel de Roque, el “9″, pues no solo sacaba al Málaga de atrás cuando recuperaba el balón, sino que supo con su posición defensiva ralentizar la salida de balón azulgrana. Con él, Xavi trazó tres pases cerca de la frontal en 24 minutos. Sin él, nueve en 21.

Messi fue indefendible para el Málaga durante los 90 minutos.

En cualquier caso, ni siquiera en ese buen inicio logró estar a salvo el Málaga. Convivía bien con la posesión culé, pero no podía con Messi. Leo bajaba a recibir, conducía, atraía marcas y creaba ventajas. Ninguna de sus jugadas terminó en el primer tiempo como la maravilla del 3-0, pero logró condicionarlo todo aun así. En este sentido Martino ajustó tuercas para que que Messi bajase tanto ni saturase esa zona ni dejase al equipo sin una referencia en la corona del área: Cesc jugó adelantadísimo. Casi podría decirse que el “4″ y el “10″ formaron una doble mediapunta, aunque la movilidad era tal que dibujó un esquema indeterminado. Y funcionó. Al menos en ataque. Se llegó mucho y bien.

Ahora vamos con lo de “más abajo”. Por primera vez en la temporada Martino tomó decisiones en beneficio de Xavi. O quedó decepcionado por el partido de Busquets en el Calderón y su respuesta en el Ciutat o está viendo mejorar a Xavi en los entrenos y ha optado por jugársela por él. Sergio, capitán de la salida de balón durante la mayor parte del año, asumió su antiguo rol de mayordomo del “6″ , le dejó el espacio y centró toda su actividad como pasador en potenciar al de Tarrasa. En el principio a Xavi se le vio ágil sin más, al fin y al cabo empezaba y terminaba cada jugada con Tissone mirándolo de frente, pero, tras la lesión de Santa Cruz, ganó altura. Siguió empezando a ojos del interior malaguista, pero pasó a terminar los lances a la espalda del mismo. Dicho de otro modo, su campo de acción fue el de las grandes tardes.

Jordi Alba y Mascherano estuvieron atentos y rápidos al corte.

La noticia menos buena para el Barça fue que el sistema no pareció del todo estable a nivel defensivo. Entre que la posición de Fàbregas le medio-anulaba para defender y que Busquets no era tan pivote como acostumbra, la transición ataque-defensa de los culés no convenció. Es cierto que el Málaga chutó entre palos apenas dos veces, pero mientras hubo partido sus vibraciones ofensivas fueron superiores a las retratadas por el dato, y estamos hablando de un equipo que acaba de sembrar un récord negativo histórico en su club: completar un mes de enero entero sin marcar ni un solo gol. En cualquier caso, ante esta inesperada exigencia respondieron de maravilla dos azulgranas que llegan muy en forma a lo que se avecina, Mascherano y Jordi Alba. Con estos dos así, si los fallos defensivos se producen en el centro del campo, hay cierto colchón, pues los corrigen con su velocidad al corte.