Marc Wilmots quiso ser justo con quienes salvaron a su equipo ante Argelia y pensó que la mejor forma de premiarlos era la titularidad. Si en la primera jornada las piezas que entraron desde el banco funcionaron, ¿por qué no en la segunda? Y de tres, dos fueron recompensados formando en el once belga. Curiosamente, el que aguardó fue después el que más aportó. Lo que ocurre es que ningún jugador ni ningún colectivo juega igual a 90 minutos vista que restándole al partido 15 y con la imperiosa necesidad de ganar. Además pasa en Bélgica que es el alumno talentoso y vago por excelencia del torneo, ese que confía la suerte del examen al estudio de la noche anterior; es el estudiante que lo deja todo para última hora. En la selección belga, la urgencia lo condiciona todo.
A la Rusia de Capello le condenó la falta de remate de su once.
Bélgica cambió la estructura de su mediocampo con respecto a su debut frente Argelia. En esta ocasión, Witsel y De Bruyne ocuparon la base,Si Bélgica iba, Rusia golpeaba mientras que Fellaini quedaba por delante de los mismos. La tarea de Marouane era idéntica a la encomendada cuando revertió el partido disputado contra los norafricanos: ocupar mucha área para bajar desplazamientos largos. No obstante, en este caso Bélgica ya tenía un método solvente para ganar profundidad y asentarse arriba. Hazard y De Bruyne, con muy poquito peso individual en la primera mitad, se acostaban sobre la banda izquierda y lograron que Rusia basculara lo suficiente como para que Mertens, quien sí aprovechó su premio, pudiese profundizar por derecha en el espacio generado en lado débil ruso. Pero, de cada aparente asedio belga, emergía una contra rusa.
Cabe señalar en primer lugar que la selección de Capello destaca por la fiabilidad que transmite en la defensa del área. Cada centro de MertensRusia dominó su área pequeña iba a ser desbaratado por la pareja de centrales rusa casi con total seguridad. Si no era así, Glushakov llegaba en la cobertura y, tras recuperación, el lío. Con Fellaini en el área rival y, por tanto, con un hombre menos por detrás de balón, la fragilidad belga en el repliegue fue explotada por Rusia durante toda la primera mitad. La línea defensiva belga reculaba y Shatov tenía metros para que sus conducciones fueran útiles, con el debutante Kanunnikov tendiendo el pase abierto para orientarse a portería. Quizás lo que más acusa esta selección rusa, cuanto menos competitiva, es la ausencia de jugadores que tengan ‘feeling’ con el gol. Dicha falta de remate fue paliada con algún disparo lejano de Fayzulin, pero sin demasiado acierto, lo cual hace aún más notable el dominio ruso: sin apenas rematar a puerta, Rusia era muy superior a la selección belga.
Esta vez fueron Origi y Mirallas los revulsivos belgas decisivos.
Tras el descanso, la primera media hora fue testimonial, por gusto en el caso ruso y por incapacidad en el belga. Los de Capello, parapetados atrás y sin alegrías ofensivas más allá de que Samedov recogiera algún envío largo, disfrutaban de la inercia del partido. Sin embargo, de nuevo el banquillo belga consiguió revitalizar el encuentro y darle luz a una estrella apagada durante 75 largos minutos. La entrada de Origi aportó toda la simpleza que Lukaku no está siendo capaz de dar a su equipo; apoyo de espaldas para poner balones de cara a la línea creativa de Wilmots. Con Mirallas, Bélgica terminó por cargar definitivamente la zona para generar ventajas en la frontal y que Hazard tuviera devoluciones de calidad. Y así llegó el gol de la victoria, a dos toques que parecieron fáciles por la claridad de quienes los ejecutaron.
Entre el partido ante Argelia y el recién disputado con Rusia hay muchas diferencias. En el primero era necesario remontar; en este último, anotar. En el primero, abrir y simplificar con juego directo; en este último, poblar y combinar. En el primero, fueron Mertens y Fellaini; en este último Origi y Mirallas. Entre tanta divergencia, probablemente haya una única similitud al uso: fueron los hombres que salieron desde el banquillo los que decantaron el encuentro del lado de los belgas. Puede ser casualidad, pero Bélgica está demostrando competir mejor cuando el reloj aprieta y la urgencia se hace notar.
Abel Rojas 23 junio, 2014
Se dice que Bélgica no juega bien porque le falta un mediocentro creativo. O un centrocampista creativo que juegue más abajo, por decirlo así. Y está claro que con esa figura tendría más potencial, pero hay mucho más. Bélgica tiene poquísimo vuelo. Por ejemplo, ¿cuántas veces veis a un belga desdoblando a otro? ¿cuántas veces un conductor belga ve a un compañero superando su posición en carrera para abrirle una línea de pase o un pasillo?