
Durante mucho tiempo, desde luego bastante más de lo que hubiera sido justo, Cristiano Ronaldo cargó con la etiqueta de jugador de pequeños momentos. Haciendo balance, la verdad es que fue inexplicable. Ganó la Copa de Europa justo en el año de su explosión definitiva, firmando en Moscú una de las mejores actuaciones individuales de las Finales de la Champions League; y en el curso siguiente volvió a llevar a los Red Devils hasta el último partido decidiendo, de manera directa, todas y cada una de las eliminatorias disputadas, ante rivales como el Inter de Mourinho, el Porto de Ferreira o el mejor Arsenal de la era post-Henry. Con su Selección (17ª en el ránking FIFA con Figo y Rui Costa; 4ª a día de hoy) ha mejorado en 8 años lo conseguido por el país en los 60 anteriores. En realidad, desde 2008 fue superior a todo excepto a una cosa: el 70% de posesión en cualquier de sus versiones, roja entera o azulgrana. Y es matizable. Ningún futbolista supuso, tácticamente, una amenaza más seria contra la idea de Guardiola, nadie la matizó más nunca, pero siempre le faltó un punto de acierto técnico. El chut se le iba fuera, le rebotaban tres controles fáciles y no le salía ningún regate. El motivo, que no asimilaba por qué él, que siempre se sintió Hércules y quiso la divinidad, debía estar sujeto a un plan sometido, a la clara inferioridad, a intentarlo una vez en el tiempo en el que Messi, o Villa, lo intentaban cinco. Ahora suma cinco partidos consecutivos marcando contra el FC Barcelona. El magnífico trabajo psicológico de Mourinho y la igualdad futbolística entre los dos gigantes del fútbol español han acabado por instalar la lógica: es el peor rival posible para el actual líder de la Liga. De hecho, mañana será el Barça quien deba mover ficha contra él.
Si bien su liberación técnica se produce el verano pasado durante la (excesivamente competida) Supercopa de España, Ronaldo pasa a ser una verdadera pesadilla para su gran rival en la vuelta de la eliminatoria deContra el FC Barcelona, que siempre defiende en transición, el «doble falso 9″ es incluso más dañino que ante otros Copa en el Camp Nou. Fue aquélla la primera vez que Mourinho enfrentó a su doble falso 9 contra el Barcelona. Casualmente, o no, Cristiano ha recuperado ese rol en los dos últimos partidos del Madrid, contra el Deportivo de la Coruña y el Ajax de Amsterdam, tras un primer mes de competición en el que se había desenvuelto como extremo izquierdo. Recordemos la esencia del ajuste. Cristiano Ronaldo abandona la banda, centra su posición y se sitúa a la altura del otro delantero, preferiblemente Benzema. Una vez ahí, la máxima para ambos es no ocupar nunca el espacio que separa a los dos centrales, sino situarse, respectivamente, entre el lateral y el central derecho y el lateral y el central izquierdo, dejando el pasillo del medio abierto para la segunda línea. En el particular caso de Ronaldo contra el Barça, la consecuencia es doble. Por un lado, el central izquierdo (Puyol o Mascherano) siempre queda muy lejos de él, lo que le permite encarar a Piqué en una zona demasiado abierta para el central y con mucho espacio para salir hacia dentro. Por otro, Alves es obligado a cerrar sobremanera su posición, lo que deja al delantero portugués una vía de escape tremenda en su salida hacia fuera, una situación que hace que el regate de Cristiano, que siendo bueno no está a la altura del de Robben, Di María o no digamos Messi, tenga peso desequilibrante en los Barça-Madrid.
La desventaja táctica culé es manifiesta y muy importante. Más allá de que Ronaldo sea un fenómeno, el escenario le ha favorecido en los últimos duelos; de ahí la sangría de juego y goles. No ayuda al Barça el hecho de que casi nunca se enfrenta a Ronaldo quieto, sino a Ronaldo en vuelo, porque el 85% de los ataques del Real Madrid en los Clásicos son transiciones ofensivas -y casi todas se culminan como contragolpes-. El resto de equipos tienen a favor que defienden al Madrid con la defensa organizada, y, por consiguiente, con bastante más gente. Es habitual ver formadas líneas de cinco o seis por delante del portero, y esos espacios que quedan a la derecha de Alves o a la izquierda de Piqué son defendidos por hombres extras. Si el hecho en sí de soportar a Ronaldo en carrera es ya un punto en contra, este año se suma otra circunstancia: Tito Vilanova está creando un sistema de piezas separadas, lo cual tiene pros y contras, como todo en el fútbol. El contra crucial es que la transición defensiva del Barça está en el punto más bajo que se le recuerda, pues no ha corregido el correr mal hacia atrás y, al no estar junto, ha perdido la presión instantánea sobre el ladrón del balón. Sin ésta, los lanzadores blancos, con nada menos que Alonso a la cabeza, podrían encontrar facilidades a la hora de emitir el primer pase. ¿Qué puede hacer Tito para evitarlo? La previa completa del partido se publicará mañana a las 4:00 horas de la madrugada.
Con resultados menos brillantes pero siempre de peso, Ronaldo también ha jugado como extremo izquierdo o delantero centro contra el equipo azulgrana.
Pese a que el duelo individual que mantiene con Piqué ha dado un giro de 180º con respecto a lo visto, sobre todo, en la temporada 2009/10, para el Barça es absolutamente clave que el central catalán llegue al partido, por infinidad de motivos. El primordial, evitar la negatividad derivada del eje Song-Mascherano, que aterroriza al Camp Nou, no sin motivos. Yendo al detalle, hay uno que puede definir en buena medida el choque, y es su defensa sobre el juego directo. Es algo que trae por el camino de la amargura a Vilanova desde el mes de agosto y que se acentúa con el paso de los partidos; desde Floro Flores a Joseba Llorente, todos los puntas medianamente dotados han puesto a sus equipos en la frontal y de cara tras recibir el balón en largo. Ronaldo ya sacó mucho partido de esto en el 1-2 del año pasado, contra Mascherano y Puyol. En cierto modo, si jugase de extremo izquierdo, como en la mayoría de encuentros de este curso o del famoso Play Off de hace dos años, sería un recurso que perdería valor para el Madrid, aunque quizás a Mourinho le interesase intentar desequilibrar la balanza emocional desde el Cristiano vs Dani Alves, que no atraviesa un buen momento. El otro rol posible para Ronaldo es el de delantero centro, demarcación que ocupó en la antológica Final de la Copa del Rey que ganó y decidió. Hace un par de semanas, con Benzema emitiendo malas vibraciones y considerando que Higuaín en grandes encuentros nunca ha funcionado, era una opción a barajar claramente. Con Karim aterrizado, parece que un poco menos. Sin embargo, tumbar a Özil a la derecha, exponer a Alves ante Di María y alterar a los centrales culés con movimientos largos de Cristiano es algo que no debe sonarle mal a Mourinho.
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Messi y el Real Madrid
Referencias
2-1 de Cristiano Ronaldo en la vuelta de la Copa del Rey aplicando el doble falso 9.
SharkGutierrez 6 octubre, 2012
@Abel
"Sin embargo, tumbar a Özil a la derecha, exponer a Alves ante Di María y alterar a los centrales culés con movimientos largos de Cristiano es algo que no debe sonarle mal a Mourinho."
Espacio, latifundio…la verdad que la expectación creada por los madridistas sobre el posible partido de Ronaldo en un escenario tan propicio para él, hace confíar a los madridistas que creen que van a ganar en el Camp Nou. El clásico es estimulante por muchos motivos (y no solo los de sobra conocidos), sino también por repuntar estos pequeños duelos, que poco a poco se convierten en clásicos, entre dos jugadores. Puro vértigo. Di María y Özil en permutas con un Cristiano cayendo a izquierda y sitúandose tras la espalda de Alves, el Barça va a sufrir y mucho. Luego, me causa más expectación lo que creeéis que podría hacer Vilanova para poder frenar esto. A mí, se me ocurren varias soluciones; pero prefiero esperar.