Analizar el fichaje de Paulinho por el FC Barcelona supone un desafío difícil de encarar. Existen tantos factores que influirán en el rendimiento del centrocampista en el Camp Nou que resulta harto laborioso profundizar en qué se le va a pedir y qué va a saber ofrecer; empezando, por supuesto, por el hecho de que no responde al perfil de jugador culé y de que ningún medio de sus características ha triunfado con esta camiseta en tiempos recientes. La presión que habrá de soportar -no se recuerda movimiento que haya generado mayor animadversión en el mercado español- no va a ayudarle ni a superar ese escollo ni otros que también obstaculizarán su aporte, como por ejemplo, el proceso de adaptación necesario de un campeonato como el chino a la liga más potente del planeta. Todo esto nos posiciona ante un caso complejísimo donde un jugador muy notable que, tanto en lo táctico como en lo competitivo, pega mucho en la plantilla a la que arriba tendrá demasiado complicado evitar un fracaso ya pre-anunciado en casi todas partes. En realidad, sólo encontrará un aliado. Mas poderoso. Su míster, Ernesto Valverde.
El centro del campo del Barcelona está muy debilitado y el mercado, difícil. Había que tomar decisiones.
La escena para el Barça era dura porque partía de un déficit perpetrado a fuego lento. La decapitación de su centro del campo no sólo le ha ido alejando paulatinamente de su famoso estilo, sino también de la calidad o la competitividad más estrictas. O sea, sus medios actuales no sólo no potencian el método de Cruyff, y no sólo carecen del nivel TOP, sino que, para colmo, tampoco representan el prototipo de bestias ganadoras o experimentadas que permiten igualar fuerzas con los más dotados. André Gomes, Ivan Rakitic, Arda Turan, Denis Suárez y compañía son, al menos a día de hoy, pesos plumas en los conciertos europeo e internacional. Por mala suerte, además, esta urgencia de reconstrucción se ha desatado con furia en un momento en el que el mercado no ofrece apenas centrocampistas. Los únicos ideales, los del Real Madrid y Marco Verratti, resultan 100% inaccesibles, lo que obligaba al proyecto de Valverde a optar por una salida que no iba a saciar nada. La alternativa número 1 pasaba por incorporar un centrocampista que habilitase la opción de rescatar el estilo aun a sabiendas de que esa pieza, por sí misma, no tendría, ni por asomo, la categoría de los referentes. Esta vía era la que más hubiese contado con el beneplácito de la afición y también de la crítica, lo que habría significado una ventaja de partida. Encima, el factor Messi, caracterizado por impulsar el rendimiento de lo que le rodea, abría la posibilidad de que un Gaetano D´Agostino pareciese un Andrea Pirlo de vez en cuando. Lo ha hecho muchas veces. Sin embargo, la entidad ha desechado, al menos temporalmente, este camino para ir por el que habría seleccionado casi cualquier otro club: si el oponente tiene a los mejores haciendo lo que querrías, no busques ser el segundo en lo mismo, sino el mejor en otra cosa. Como analistas, tras reflejar y enfatizar las trabas extras que confluyen de la elección, y tras recalcar una vez más el enorme -y poco agradable- riesgo asumido, toca penetrar en hasta qué punto Paulinho puede ayudar a la media del Barcelona a que visitar París o Turín no sea, como ya fue, volver a meterse en el foco de un huracán.
Paulinho no está contrastado en Europa, pero tiene más poso que la mayoría de su nueva competencia.
Lo primero estribará en demostrar que el rechazo con el que se topará de inicio no hará mella en su personalidad ni su confianza. Esto será clave porque de aquí derivará que ponga sobre la mesa un aporte que, pese a ser abstracto, se presenta como el más importante que Paulinho puede ofrecer a este FC Barcelona: su capacidad competitiva. La titularidad en la selección brasileña, el rol clave que allí detenta, la proximidad del Mundial de Rusia y la experiencia que le brindan sus 29 años convierten a Paulinho es uno de esos futbolistas que, en los partidos más difíciles, parecen hombres de verdad. Ya se comió a Xavi e Iniesta en una Final de Confederaciones y, de manera reciente, en un Brasil-Argentina, Tite le cambió de perfil para emparejarlo contra Messi y supo rayar a la altura. Paulinho ni se asusta ni se achanta contra un regate de Verratti, un control de Dybala o una llegada de Vidal; es un hombre que se activa, toma -a su manera- presencia en el partido y al que un compañero se puede agarrar. Un par de goles tempraneros podrían facilitarle una tregua del Camp Nou y permitirle tomar ese poso y peso en el once y el vestuario. Se vislumbra algo indispensable. Sin eso, será un jugador asustado que ni siquiera podrá esconderse, ya que, por sus limitaciones técnicas, falta de fluidez y jurásico lenguaje corporal, parecerá un elefante en una cacharrería. O lo que es lo mismo, la pesadilla de su nueva grada.
En caso de que derribe la barrera y adquiera jerarquía, el sistema de Ernesto Valverde obtendrá virtudes de las que hasta ahora carecía. Una de las que más falta le hacía atendiendo a su trayectoria como entrenador, sin duda, recae en la forma en la que Paulinho aplica su presión en campo contrario. Es una bestia que genera ventajas defensivas por sí mismo; su intuición para detectar cuándo y dónde acosar y su capacidad de ajuste y corrección provee a la medular del Barça de un perfil valiosísimo para el libreto de su técnico: uno apto para convertir contextos defensivos comprometidos en contextos defensivos sostenibles. Busquets, llamado a ello, es un continuador, no un origen, y Rakitic, el más físico, un tipo con cierto despliegue, pero no un especialista. Para alcanzar el equilibrio, ambos requieren de una ventaja ya fabricada -que antes, el Barça obtenía a partir del desorden posicional que desencadenaba en su adversario con su circulación de balón- y Paulinho puede ser esa pieza que ensucie, para el rival, lo que está limpio. Por otro lado, en caso de que Valverde mantenga la idea de valorizar el contragolpe -lo cual parece casi ineludible toda vez que no se ha potenciado ni la creatividad ni la organización en el centro del campo-, Paulinho es uno de los complementos más ajustados por su cariz táctico que podría encontrar Busquets para defender en su propio campo. En el FC Barcelona, este tipo de experimento siempre ha resultado fallido porque su acompañante nunca tuvo verdadera calidad defensiva -cuando Mascherano estuvo disponible y en forma, el Barça jugaba a otra cosa-, pero cabe recordar que, en la selección española, sí supo rendir cerca de su portería protegido por Xabi Alonso. Paulinho no es como era el vasco, pero en la Canarinha, a mediocentros como Luiz Gustavo o Casemiro les ha proporcionado un soporte que Busquets, si Valverde decide defender abajo en algún momento, debe agradecer sí o sí.
Paulinho es un especialista defensivo de los que generan ventajas sin balón, y el Barça no tenía uno así.
Es bastante más reconfortante e independiente de lo que haga el adversario crear los espacios desde la posesión y los pases, pero si el Barça logra una defensa posicional más consistente y una presión alta más eficaz, la posibilidad de contraatacar o de empezar los ataques muy arriba y ante un rival abierto -todos se abren en el momento de su salida desde atrás- también es un sendero mediante el cual Messi y Suárez encontrarían espacios para marcar la diferencia. Dicho lo cual, esto es algo que el Barça nunca hizo y a lo que jamás se entregará por completo. En caso de que conste, será como un valioso recurso.
En fase ofensiva, Paulinho es un futbolista muy concreto. Durante la asociación, su fuerte radica en que pierde muy pocas pelotas; su déficit, en que no mejora las jugadas porque no asume ningún riesgo ni agrega ninguna intención especial a ninguno de sus pases. Se la da al que está más cerca y punto. En un equipo como el Barça, que enfrenta rivales encerrados cada fin de semana, la realidad dicta que, cuanto menos participe en el circuito, mejor, porque su impacto sobre la circulación no va a ser positivo. Así pues, de Valverde dependerá dibujarle una ruta de movimientos que le hagan un activo y que facilite a sus compañeros compensar lo que se pierde por desprender a un interior de la medular. ¿Cómo? Aventurarse a vaticinarlo escasearía de rigurosidad. No disponemos de ninguna información al respecto. ¿Se mantendrá el 4-3-3 o habrá 4-2-3-1? ¿Se apostará por Paulinho en el flanco derecho -el suyo- para compensar el déficit defensivo que hay ahí o se le situará en el lado opuesto a Messi para que llegue al área y luzca pegada? En caso de que se le deje en la derecha, ¿quiénes serán los dos protagonistas en la izquierda? Sin conocer las respuestas a estas preguntas, es imposible imaginar nada. Sólo cabe reseñar que sus recorridos más habituales son de naturaleza vertical. No es un interior que, como hizo Rakitic o podría hacer André Gomes, vaya a caer a la banda. El fútbol ofensivo de Paulinho sólo cobra utilidad cuando se le enfoca hacia la frontal del área. Irrumpiendo en la misma, finaliza bien. Tiene gol.
Por último, se impone destacar su poderío aéreo. Sobre todo, en área propia. En las últimas campañas, el equipo de Europa que mejor balance obtuvo del balón parado levantó títulos cuando llegó la primavera. El Barça, que durante la 2014/15 fue una máquina en dicho menester, lo sabe porque lo vivió en su propia carne. Y en este sentido, Paulinho será un plus que no sobrará a Valverde y sus ayudantes.
Paulinho, sin ser un crack, tiene mucho que ofrecer contra estos. Pero el Camp Nou no parece su hogar.
El fichaje de Paulinho arquea la ceja porque se trata de un futbolista al que había ganas de medir en la Champions League esta temporada pero que se ha unido al club de la élite que más trampas va a ponerle a su desembarco. Su calidad defensiva y los intangibles competitivos que atesora le convierten, potencialmente, en una pieza que debería sumar mucho a un equipo carente de centrocampistas de postín, pero para dejarlo claro, precisa de una fortuna en su adaptación y de unas decisiones estilísticas y tácticas por parte de Valverde que nadie sabe si se producirán cuando llegue la hora. Si Paulinho se hubiese incorporado a este mismo plantel en cualquier otro estadio y para vestir cualquier otro color, el análisis debería ser positivo porque, en muchos aspectos importantes, mejora lo que había. El brasileño da pie a ideas y alternativas antes inaccesibles. Pero esto es el FC Barcelona y siempre se ha estado en las Antípodas de aceptar, ya no se diga apreciar, el empleo de dichas hojas de ruta. Con un extra: no conviene hacer caso omiso a la diáfana evolución que está tomando el fútbol, con una relevancia cada vez mayor de la pelota hasta el punto de que, quien gana, ya no lo hace por usarla mejor que ninguno para atacar, sino por usarla de mejores y más diversas maneras para atacar, controlar y defender. La posición y el físico se hallan en uno de los momentos más débiles de las últimas décadas. El balón, que siempre fue lo primero, está siendo lo primero, lo segundo y lo tercero. El fútbol son matices, Valverde tiene conocimiento y Paulinho es un muy buen futbolista. Pero no es esta una ecuación fácil de resolver.
Foto: David Ramos/Getty Images
La piedra y el sable 16 agosto, 2017
Un fichaje bien peligroso, parece. En el Barça le veo mas en un doble pivote que como interior, lo que significaria Messi de enganche ? Con Couthino a la izquierda y Dembele a la dercha ?
Y, que piensad de Seri ? Se habla mucho de el y a mi me parece un jugador de gran calidad y que todavia no ha tocado su techo, con cualidades para jugar de pivote como de interior, pero no le has mencionado "detras de la elite", asi que me pregunto si no es tan bueno como parece. Paulinho me parece una apuesta fuerte de Valverde, mas que todo para executar este typo de presion que mencionas, que puede salirle bien caro.
Saludos, cracks 😉