El Real Madrid conquistó un nuevo título internacional venciendo a un buen Sevilla en una Final marcada por su fecha, por Cristiano Ronaldo y por Toni Kroos. Al celebrarse un 12 de agosto, los síntomas propios de la pretemporada hicieron mella en la intensidad del choque, lo cual se notó muy especialmente a la hora de defender; el Sevilla se cerró demasiado abajo y dejó demasiado libres a los pasadores del Madrid y al Madrid le pillaron en alguna contra mal colocado, aunque con Pepe, Ramos y Coentrao atrás no se percibiese del todo. En cuanto al Balón de Oro, se mostró muy fresco e hizo lo de siempre, machacar, mientras su nuevo cerebro alemán demostraba más atrás que, a poco que se despiste o le conceda su rival, agarra el partido, lo ultra domina y hace parecer a sus equipos máquinas casi perfectas. Siempre con voluntad de progreso, tocó el balón 100 veces. Se lo quitaron cero, se le escapó cero y falló tres pases. Exigió un despliegue físico a su contrario que a esta altura de curso no es viable.
Ancelotti dispuso otra vez ese dibujo que ni es 4-3-3 ni es 4-4-2.
Denis fue clave en defensaEl plan de Unai Emery pareció nítido: repliegue con dos líneas de cuatro con la primera posada sobre su frontal del área y papel clave de Denis, el teórico mediapunta, para compensar con sus esfuerzos los desequilibrios que causaran entre Modric y Kroos. O sea, lo que no quería el entrenador vasco era que su doble pivote (Carriço-Krychowiak) picase el anzuelo de salir a buscar a alguno de los sostenes blancos y desnudasen la zona en la que irrumpirían Ronaldo y Bale. Aunque el trabajo del joven Denis resultó estoico y de alta calidad, Toni Kroos es un futbolista que no admite grises, o lo comprometes de verdad o te hunde, y un chaval contra él y Luka no equivale a fortaleza medieval. Entre sus pases y su perfecta colocación, aplastó al Sevilla. Lo del teutón fue una exhibición.
James sí mostró falta de rodajeEn cualquier caso, a pesar de la sensación de orden trabajado durante años que propició Toni Kroos, el tema se quedaba ahí, en una sensación, que ya de por sí es importante pero no iguala en firmeza a lo palpable. El Madrid adolecía de algunas grietas comprometedoras derivadas, sobre todo, del lío que tenía en la izquierda, donde dio la impresión de que a James se le pidió ser más interior que volante y que, entre que él no es interior puro y que Cristiano con sus desmarques lo desplazaba hacia la banda, se volvió algo loco. Tampoco le ayudó que fuese su primer partido como blanco o su primera paliza tras las vacaciones. Es decir, que lo suyo fue normal, lo extraño fue lo del ex-Bayern. Así pues, cuando el Sevilla robaba, sabía cómo enlazar la contra y buscaba al eje que había diseñado para ello: Vitolo y Denis en la zona de Carvajal.
Vitolo completó un primer tiempo muy interesante contraatacando.
La idea de Unai era positiva, de hecho tanto Vitolo como Denis se impusieron a Carvajal en sus duelos individuales, pero el Real se valió de dos cartas poderosas para arrebatarle poco a poco la esperanza de gol: Pepe y Modric. El luso es perfectamente consciente de que un fenómeno anda esperando turno en el banquillo y no pierde la forma ni cuando resulta recomendable. En cuanto a Luka, entre comillas fue el único merengue que trabajó anoche, en el sentido de que tuvo oscuras responsabilidades tácticas para proteger la espalda de Toni Kroos. Fijó su posición muy atrás y voló muy poco. Fue más doble pivote que otra cosa. Sacrificó su brillo mientras sus compañeros se lo pasaban teta.
El 1-0 de CR7 fue una de esas obras que definen su categoría.
No obstante, la determinación, como casi siempre, corrió a cargo de Cristiano Ronaldo, cuya actuación y lo que en definitiva supone para el fútbol quedó recogida minuciosamente en el 1-0 del encuentro. El «7» no se basa solo en poder correr ese esprint tan largo y meteórico, sino también en poder lanzar ese pase de descarga cruzado tan tenso y preciso hacia James y, sobre todo, en tomar la decisión correcta en cada latido en una jugada que duró cinco segundos y donde el margen de error era nulo, porque si se equivocaba en algo no había tiempo para rectificar. A la velocidad de la luz midió dónde posicionarse para recibir, a dónde pasar y a dónde ir luego. Mezclado con la confianza necesaria para concebir semejante acción como algo posible y con el hambre para intentarla. Cristiano Ronaldo y LeBron James. En los próximos 20 años, efectivamente, aparecerán jugadores de fútbol y baloncesto con sus posibilidades físicas, pero ni nos daremos cuenta de ello, pues no podrán usarlas ni la mitad de bien. Son excepcionales.
De esta guisa se presentó el ilusionante Real Madrid de Kroos (ya es suyo) ante el Sevilla de Fazio, Krychowiak, Denis y Bacca, que podría encontrar su punto débil bajo palos, pues porteros tan saltarines como Beto rara vez encadenan dos temporadas seguidas sumando más de lo que restan. Próxima parada para Ronaldo: el duro campeón de Liga.
El cautivo 13 agosto, 2014
En el debe el partido de James. Poca claridad aporto al ataque, y sobre todo no sabia leer los movimientos de Cristiano cada vez que el luso picaba entre líneas. Estaba fuera de sitio. Aunque es obvio que es normal, y que los automatismos. se ganaran con el tiempo.
¿Se le da credibilidad al doble pivote de ayer? Si Kroos maneja todos los partidos así, le pasa un poco como al mejor Barça: da la sensación que apenas necesita especialistas defensivos por el monopolio de futbol y balón. Es cierto que nos perdemos la mejor versión de Modric, o la mas vistosa. De todas maneras es pronto para sacar conjeturas y llegara el tiempo en que este centro del campo se tenga que enfrentar a una presión dura y falta ver como la manejaran.