El Atlético de Madrid sufrió ese pinchazo que casi siempre termina llegando justo en el día en el que más hizo por eludirlo. Fue ese típico traspiés que se suele dar porque la pelota no quiere entrar, el mismo que el Madrid padeció en Sevilla -y ayer– y el Barça en Granada -y anteayer- y que los de Simeone, curiosamente, no habían sufrido en esta recta final. Se dice curiosamente porque sus victorias suelen ser las más estrechas de los tres candidatos al título. Aunque su primera mitad fuese mala y la del Levante sobresaliente, en general el Atleti creó más ocasiones que en la mayoría de sus triunfos.
Crucial la baja de Juanfran T.La ausencia de Juanfran Torres, suplido por Alderweireld como «2», inspiró el plan de Caparrós. Si normalmente Filipe Luis es el timón del Atlético y Koke su cerebro, sin Juanfran y con Raúl García de interior derecho, el ataque cojearía de lo lindo hacia la izquierda, y el Levante lo aprovecharía para marcar la diferencia táctica. Propuso un 4-3-3 asimétrico con los tres forzudos en el triángulo (Simao, Sissoko y Diop), Rubén de extremo derecho y una doble punta arriba, dejando libre por completo el perfil siniestro. Es más, hasta Juanfran, el lateral, hizo más de tercer central que de lateral puro. Esta colocación proporcionó una ventaja defensiva muy clara a los locales durante el primer periodo. Tenían superioridad numérica en todas las parcelas que el Atlético quería (o podía) utilizar.
El Levante UD tocó la pelota de escándalo durante el 1er tiempo.
Cortocircuitado cualquier ataque aplicado desde la fluidez y la facilidad, el líder entró en modo catapulta y abusó del juego directo contra un equipo que se desenvuelve como muy pocos contra éste, lo cual sólo le generó frustración y más nerviosismo. Mucho nerviosismo, de hecho, la ansiedad le comía, seguramente más por motivo de la inadecuada preparación mental del choque que por la presión en sí de ganar la Liga. Ese déficit emocional, sin duda, se debió a que se venía del partido más importante de la historia moderna del Atleti con todo lo que eso conlleva. Hubiera sido inhumano restituir la mente al 100% en tan poco tiempo. Madrid, Chelsea y Bayern también fueron pruebas de lo mismo. Solo ganaron los bávaros y por lo obvio: la baja exigencia de su Liga. El caso es que el Levante UD jugaba con esto de maravilla y se puso a tocar el balón a consciencia. A placer y por placer. Es lo que tiene ser el centro de atención sin nada que perder. Es fácil intentarlo todo desde esa posición. Pedro López, como casi siempre, fue el más fino en tareas asociativas. El Atleti necesitaba el descanso y cambiar.
Con Adrián en la derecha, el Atleti volvió muy bien del descanso.
Arda Turan y Adrián entraron por Raúl García y Villa y los rojiblancos pasaron del 4-4-2 a un 4-3-3 para activar las bandas con los recién ingresados en izquierda y derecha respectivamente. Lo del asturiano tuvo impacto inmediato porque dio vida a un espacio inerte, y a partir de ahí el Atlético creció en fútbol, dominio y también oportunidades. No es que Adrián saliese inspirado y completase un encuentro a la altura del de aquella semifinal de la Europa League contra el Valencia CF en 2012, pero había equilibrado el dibujo y dejado obsoleta la maniobra de Caparrós. Reaccionó el técnico andaluz 15 minutos después, tras bastante sufrimiento, sacrificando una pieza del medio (Sissoko) para sellar esa costado con Ivanschitz, que es más apropiado para trabajar lateralmente. Casi al unísono saltó al campo Diego Ribas en el lugar de Koke. Este turno de cambios detuvo la hemorragia en el sistema defensivo levantino y empezó a permitirle salir de nuevo, y a la tercera escapadita llegó el 2-0 en botas de Barral tras una gran contra. Siguió intentándolo el primero de la tabla, pero el pescado ya estaba vendido.
@javiarenales 5 mayo, 2014
Es una de las segundas mejores partes del Atlético de Madrid en esta temporada. Doble mérito, porque la hacen con un resultado en contra y con la presión de jugarse la liga. El equipo tuvo paciencia y pausa, gracias especialmente a Arda, Tiago, Gabi y Diego en una situación dónde lo más normal es atacar más ansioso y atropellado. Por eso, llegaron muchas ocasiones, pero ahí estaba Keylor Navas, que pone broche con este partido, a la mejor temporada de su carrera.