A base de esfuerzo y buenas decisiones de su técnico, el Real Valladolid arrancó un triunfo que sorprendió al gran público. Lo hizo con merecimiento, exprimiendo al máximo cada una de sus piezas y adaptándose al rival con inteligencia. Contra todo pronóstico, no necesitó ni suerte. Venció con total justicia.
El Pucela formó en un 4-4-2 con doble “9″, Manucho y Guerra, Valiente (habitual central) como pivote junto a Rubio y Rossi en la derecha. Juan Ignacio Martínez interpretó con gran acierto una banda izquierda enemiga cuyos movimientos siempre son hacia dentro y de forma lenta. Había que estar preparado para tapar el pase interiorJIM tapó genial su lado diestro y ahí Rossi, más acostumbrado al marcaje que un extremo puro, no falló. Una vez que se robaba la pelota en esa zona –algo que pasaba continuamente–, el Valladolid buscaba en largo. Era la consigna. Su adversario sufre cuando sus centrales tienen la obligación de trabajar de manera individual contra dos puntas. Rossi terminó con un 48% en pases tras fallar varias veces en el mismo envío (Mapa de pases). Por suerte, los locales encontrarían en la precisión de Valiente la manera de hallar a sus puntas. El otro recurso para el desahogo vallisoletano tuvo nombre y apellidos: Zakarya Bergdich. El marroquí ató a su par en defensa y lo volvió loco en ataque. Se fue siempre en el uno contra uno.
Su doble punta y Bergdich, la salida permanente del Valladolid
Pese a que el Pucela no presionaba la salida rival (Manucho y Guerra curraban sobre los centrocampistas), tanto su línea defensiva como su medular achicaban fuerte y con mucha energía, bastante lejos de Mariño en todo momento. Esto cambió tras el descanso, consecuencia lógica de ir ganando. El Valladolid fue –ligerísimamente–Guerra, enorme toda la 2ª parte forzado a defender más atrás. JIM reemplazó a Bergdich cuando se quedó sin energías y a Manucho cuando la portería empezó a quedarle demasiado lejos. Por el ariete angoleño entró Óscar, al que se le asignó una doble función: por un lado, sumarse de forma más activa a la línea de cuatro centrocampistas cuando tocaba defender. Por otro, llegar al área (su especialidad) para que las contras de su equipo tuvieran peligro y el héroe de la tarde, Javi Guerra (¡qué segunda parte!), no se sintiera demasiado solo. Cumplió con acierto ambas tareas y a punto estuvo de marcar. Un 2-0 quizás hubiera sido exagerado aunque, insistimos, nunca injusto para un Pucela que controló el encuentro el 95% del tiempo, supo ser valiente incluso cuando peor lo pasaba (Rukavina subió en varias ocasiones durante la segunda mitad) y que ahora mira la temporada con otros ojos.
PD. Su rival ayer fue el FC Barcelona. Un Barça que, por primera vez desde que se iniciase el ciclo de Messi, Xavi e Iniesta en 2008, fue el vacío absoluto. Persistieron los problemas tácticos conocidos: Neymar ralentiza un modelo, el de Messi, que no pide pausa en los extremos, Pedro (en gran estado de forma) necesita la izquierda porque en la derecha no logra ser profundo, Adriano no genera espacio para Neymar… pero además faltó todo lo demás. Ayer los pases azulgranas volaban sin tensión ni velocidad, el juego posicional brillaba por su ausencia y desde el banquillo no se aportaban soluciones con los cambios. El fútbol expuesto, en su totalidad, fue del Real Valladolid.
RDGarca 9 marzo, 2014
Me encantó el formato del análisis, que sólo al final se mencionara al Barça. Siempre se ha dicho eso de que el rival también juega, pero en este caso solo jugó el Valladolid.
Se que los jugadores son profesionales, pero se veían tan faltos de tensión que era chocante. Sabiendo los jugadores que perdían la liga salían del campo sin prisa, tomaban su tiempo para hacer los saques de banda, todo muy extraño.
Tampoco entendí muy bien los cambios del Tata. Sacar un central para seguir en 4-3-3, sacar a Cesc cuando se estaba empezando a sentir, y que entrará Tello para no hacer la jugada Tello!