El Dortmund de las dos ligas no pensaba. Jurgen Klopp ideó un equipo hiperactivo cuya base, psicológica y táctica, siempre tuvo que ver con la intensidad. Con la emoción. Así, con el corazón caliente, logró la hazaña que todos conocemos: deprimir al gigantesco Bayern Munich. Europa fue otra historia. En las batallas continentales la excitación del rival suele estar a la misma altura que la propia, así que hace falta algo más. No basta con ir a cien por hora, hay que saber leer todo tipo de escenarios si se pretende salir campeón. Ese extra lo alcanzó el Borussia la pasada campaña de la mano de dos hombres que no habían estado presentes en las conquistas locales: Mario Gotze e Ilkay Gundogan. El primero era la clave de muchas cosas. Mario enseñó a pararse a un colectivo que tenía por mantra correr sin descanso. En el caso de Ilkay, su aparición supuso un update con respecto a Nuri Sahin del que más tarde nos ocuparemos. Cuando el pasado mes de abril se supo que el Bayern pagaba la cláusula de Gotze rápidamente nos pusimos a elucubrar qué consecuencias tendría su baja en el funcionamiento borusser. La conclusión fue que el potencial máximo del conjunto quedaría dañado pero que el Dortmund podía y debía seguir siendo una referencia competitiva. Lo que nunca imaginamos es que el azar les privaría también de un Gundogan que ya había mutado a futbolista imprescindible dentro del proyecto alemán.
El Borussia Dortmund 2013-2014 estaba concebido para que Ilkay Gundogan fuese irremplazable
El Borussia, decíamos, había conseguido interpretar los distintos caminos del juego. El que más trabajo le costó fue sin duda el ataque estático, ese que te obliga a elaborar con el contrario metidito en su campo. Normalmente, esta fase requiere de un buen funcionamiento a dos alturas: en la salida desde atrás y entre líneas. En otras palabras, las que eran las zonas de Gundogan y Mario Gotze. Para hacer más sencilla la comprensión, analizaremos ambos apartados por separado.
Para sacar el balón casi nadie tenía más que el Dortmund. Recibiendo del portero aparecía Mats Hummels, al que se le puede negar de todo menos su descomunal talento en el primer pase. Lo del central va más allá de una buena conducción o un notable pase largo; su creatividad es total. Inventa soluciones. Resaltado el obligado matiz de Mats, hay que decir que, en cuanto a condiciones, existen muy pocos mediocentros más agradables para un central que Gundogan. Aquí comienzan las diferencias con la realidad actual,Ilkay Gundogan no tiene defectos a la hora de perfilarse; Sahin sí la de Nuri Sahin. De entrada, el turco es zurdo, y el zurdo es zurdo. ¿Qué queremos decir con esto? Pues que los izquierdos son hombres de un solo pie. Gente que sufre cuando toca emplear la pierna mala en según qué situaciones. No parece casual que la mayoría de grandes pivotes de las últimas tres décadas hayan sido diestros: Guardiola, Pirlo, Xabi Alonso, Schuster, Albertini… solo Redondo manejaba la zurda, y su fútbol siempre fue más de conducción que de golpeo. Sahin, por tanto, es de perfiles limitados. No puede ir a donde quiera porque no siempre encontrará una escapatoria. En el extremo opuesto está Gundogan, uno de los diestros que mejor ha usado la de palo en mucho, mucho, mucho tiempo. Vamos, que podría pasar por zurdo. Esta habilidad permite al internacional teutón moverse por todo el ancho del césped y filtrar balones sin limitación alguna. Conceptualmente le queda un mundo para ser “un Alonso” pero el hecho es que técnicamente Gundogan es infinito. Imparable. Basta ver un vídeo cualquiera de su Champions 2012-2013 para comprobar el tema: Ilkay se menea por todos lados. Sahin no, o lo hace de forma más lenta e insegura, facilitando a entrenadores como Guardiola su marcaje. Lo vimos en el duelo del sábado ante el Bayern. Javi Martínez tapó a Nuri casi sin sudar. Con Gundogan esto es imposible.
Gundogan es mucho más ágil y versátil que Nuri Sahin iniciando las jugadas desde el fondo
Explicada su relevancia en el círculo central, queda claro que el “8” donde más diferencias marca es abajo, en la base. Sin embargo, la venta de Gotze dejó un hueco terrible en la mediapunta que pocos en la plantilla podían llenar. Mkhitaryan son toques fugaces, llegada y ruptura, como fue Kagawa antes que él (con menos capacidad de aguantar la pelota aún). Reus es un crack y puede hacerlo de manera decente, pero pierdes a la bestia que es cuando solo tiene que jugar de cara. Y Sahin, lo vimos en el Real Madrid, carece de todo juego entre líneas. Si atrás a veces es algo parsimonioso, arriba es devorado por la presión del oponente. Así pues, la faena de recoger el rol de Gotze recayó sobre Gundogan. Aunque no tiene el don de esconderse entre las filas enemigas que tiene su antecesor, la mencionada calidad de Ilkay a la hora de salir por cualquier sitio le ayuda a proteger la pelota. Robársela no es pan comido, y no hay que pasar por alto que en la frontal su magia puede resolver. Con pases o con goles, que de disparo no anda corto. Como punto final, el de Gelsenkirchen da continuidad al clásico movimiento de Gotze de bajar a pedirla, sumando de esta manera un centrocampista más. Es el resumen de todo: Gundo sí puede ser Gotze. El resto no.
Sin Gundogan, el Borussia Dortmund se quedó sin el único jugador capaz de simular el rol de Gotze
La seña de identidad del Borussia Dortmund es su contragolpe, una de esas maravillas gestadas en los laboratorios del fútbol del S.XXI. Este aspecto del juego tocó techo en la reciente temporada 2012-2013. El pequeño descenso individualIlkay y Hummels eran la lanzadera perfecta que suponía el cambio de Gotze por Kagawa (corriendo el japonés es superior) quedó compensando con la llegada de Reus, sublime en estas lides. No obstante, el gran crecimiento estaba de nuevo abajo, en la figura de Gundogan. Los argumentos se repiten en parte: Ilkay flota mejor sin la pelota y por zonas más imprevisibles, colocándose de forma más beneficiosa para iniciar a toda mecha el contraataque. Aquí es obligatorio destacar el robo-pase de Hummels, el más portentoso que ha visto Europa desde la retirada de Fernando Hierro. El central es un prodigio a la hora de iniciar la contra con un toque, por forzada que parezca a veces su posición. El adversario no tiene tiempo de ubicarse cuando Mats ya ha encontrado a Gundogan, cuyas facultades técnicas ya han sido convenientemente comentadas en el artículo. Como puede darle con ambos pies y en cualquier zona, la pelota siempre sigue corriendo a velocidad supersónica. Con dos golpeos el Dortmund es capaz de llegar Reus, Lewandowski o Kuba. Ahí estás muerto.
¿Sin Gundogan? Pues no es lo mismo. Nada lo es. A la contra Sahin tiene la notable precisión de su zurda pero vuelve a quedarse a mitad en términos de agilidad y rapidez. Necesita recibir orientado para descargar en un segundo y en esas acciones el tiempo no sobra. En las dos fases ofensivas (estático y contra) padece Nuri los mismos defectos, perdiendo siempre en la comparación con Gundogan. El germano es una joya, todavía por pulir pero con una influencia enorme en las dos caras del Dortmund, esas que le hicieron rozar la gloria en Wembley tras los dos fracasos internacionales. Dos caras precisamente son las que levantaron aquel medio campo. De ninguna disfruta hoy Jurgen Klopp.
@pittiseverini 26 noviembre, 2013
Excelente artículo. Mis felicitaciones al autor.
Perder a un genio como Gundogan es todo un tema, para cualquier equipo debe serlo, pero todavía más para este Dortmund. Las diferencias que marca con los demás son abismales, es todo un duende creando cosas por todos lados. Creo que extraña a Ilkay más que a Mario este equipo.