El undécimo partido de Santiago Solari en el banquillo del Real Madrid permite empezar a creer que las primeras medidas del argentino no fueron solución de urgencia y sí discurso de fondo. Las dudas acerca de si su intención inicial era recuperar anímicamente al equipo para después evolucionar el plan de juego y activar a jugadores más ‘complejos’ comienzan a disiparse, y parece que no hay trampa ni cartón, y que sus cartas ya están boca arriba.
Frente al Rayo Vallecano el conjunto blanco repitió con el 4-3-3, sin variaciones significativas más allá de las obligadas por las ausencias de Casemiro y Gareth Bale. Solari fija a sus interiores -Kroos y Modric- por detrás de la línea de la pelota de forma recurrente y clava a los extremos en ambas bandas a pie natural, y sólo Karim Benzema se suelta el corsé. El juego blanco es ahora mismo una habitación en la que pasan los años y cada mueble está en el mismo lugar, salvo un cuadro que sí cambia de sitio para darle algo de color a una mustia fotografía.
Karim Benzema fue el único recurso dominante del Real Madrid contra el Rayo Vallecano
Quizás lo más preocupante para el conjunto blanco fue que el Rayo Vallecano dejaba muchas puertas abiertas que los de Solari no fueron capaces de atravesar. Míchel decidió defender con agresividad al poseedor del balón, plan que resolvió un problema de base que tiene ahora mismo el conjunto blanco de cara a organizar sus ataques posicionales. La falta de movilidad y dinamismo del sistema del Real Madrid le hace realmente complicado generar espacios en su fase ofensiva, y el planteamiento rayista se los daba sin pagar nada a cambio.
Con Comesaña e Imbula saltando a por Modric y Kroos y Tito y Moreno haciendo lo propio con Lucas Vázquez y Asensio, las piezas del Rayo se separaban en exceso, una ventaja que el talento de Karim Benzema no iba a desaprovechar. El francés orientaba su posición al espacio que estaba desocupado en cualquiera de los tres carriles, y la soltura de Kroos y Modric para aprovechar que los centrocampistas rivales salían de su sitio hizo el resto. El 9 blanco descosió el sistema defensivo del Rayo Vallecano con sus constantes movimientos de apoyo, permitiendo que Lucas y Asensio atacasen con verticalidad un terreno en el que, además, ya no estaban ni Tito ni Moreno, que habían salido a perseguirles.
El Rayo Vallecano no enfocó su planteamiento a la defensa del espacio y esa fue una ventaja para el Real Madrid, pero no fue suficiente para que el equipo local tuviera un encuentro cómodo
Más allá de que la evidente tensión que sobrevuela el Santiago Bernabéu pueda explicar alguna finalización apresurada en el área rival, la falta de control sobre la situación que en este momento tiene el campeón de Europa tiene que ver con su plan de juego, más allá de que la falta de un resultado más amplio encoja el pie de los futbolistas merengues. Una progresión mínimamente sólida que permita al equipo juntarse en campo rival depende de pequeñas heroicidades de Benzema, que tiene que dejar una acción individual con varios toques sucesivos que acerquen a varios de sus compañeros sobre una zona concreta, lo que evidentemente resulta un problema en términos de control.
Sin juego interior por la posición fija de sus extremos, el Real Madrid comienza a perder opción de progresar a medida que Benzema va bajando su volumen de participación. Esto alarga al equipo, que no llega a presionar con calidad por mucho que los Lucas Vázquez o Marcos Llorente, por activación y compromiso, lo disfracen durante muchos tramos del partido, y ahí se explica que incluso rivales que no están jugando bien, como sucedió con el Rayo Vallecano, se planten con ventaja para finalizar muy cerca de Courtois, evidentemente un síntoma preocupante para Solari más allá de la victoria.
David de la Peña 16 diciembre, 2018
Quizás lo más preocupante para el Real Madrid es que, once partidos después de la llegada de Solari, no se ve un atisbo de evolución que active a piezas como Isco, Asensio o Bale, que al final son futbolistas que tienen que decidir partidos.