El Real Madrid aplastó a la Roma de Eusebio Di Francesco en su estreno en la Copa de Europa 2018/19. Lo hizo con ritmo, velocidad, intensidad y ocasiones, sobre todo muchas ocasiones, en un tres a cero que, a tenor de los 30 remates -11 de ellos a puerta- que llegó a ejecutar, no hace justicia a lo que se vivió anoche sobre el césped del Santiago Bernabéu. Un partido que, dejando a un lado el resultado, sirvió para que Julen Lopetegui continuara probando cosas en busca de la fórmula que más y mejor se adapte a la configuración de su plantilla. Y en esas, durante largos tramos del encuentro, el Real Madrid se atrevió a poner sobre la mesa un esquema que rompe, en cierta medida, con el pasado más reciente -y glorioso- de la pizarra blanca. Kroos, Casemiro, Modric e Isco dieron forma a un sistema que, por momentos, los situó en paralelo.
Por momentos, el Isco+Modric recordó al rombo de Zidane
El Real Madrid arrancó el encuentro con Isco (izquierda) y Bale (derecha) bien abiertos por fuera. No obstante, con el objetivo de superar el bloque medio de la Roma, que salió organizada en un 4-1-4-1, Julen Lopetegui decidió ir aflojando las riendas –especialmente del malagueño– para que el equipo, como quedó hartamente demostrado, pasase a atacar a los de Di Francesco por una zona muy concreta: el carril central. Con Isco cada vez más móvil, con libertad para moverse en horizontal -hacia dentro; y no tanto en vertical, pues en realidad tampoco hubo necesidad de ello-, el equipo blanco articuló una especie de dobles pares que, con Kroos-Casemiro por detrás, el propio Isco y Modric se encargaron de conformar por detrás de Benzema y Bale. Sin embargo, el movimiento, que tenía por objetivo desbordar a De Rossi -único pivote de la Roma- y acercar al Real Madrid al área por abajo, haciendo frente a Manolas y Fazio, evocó, en cierto modo, al rombo de Zidane. Y el motivo fue la soledad de Marcelo y Carvajal arriba.
Así las cosas, con los dos laterales excesivamente solos ante el volante (Cengiz/El Shaarawy) + lateral (Florenzi/Kolarov) con el que se defendía la Roma, el Real Madrid trató de canalizar todo su juego por el pasillo intermedio. Una fórmula que tan solo Gareth Bale, en las contadas veces que pudo correr al espacio, tuvo la potestad de poder ensanchar hacia fuera. Ni Isco ni Modric, que rondaron los picos del área en contadas ocasiones, realizaron sus movimientos hacia fuera, rompiendo en diagonal por delante de sus laterales para dar continuidad así a sus subidas. Una decisión que, consensuada seguramente de puertas para adentro, tuvo por objetivo rehuir así de la envergadura de los Manolas, Fazio y De Rossi. Algo que, en su justa medida, pareció tener su constatación en la manera con la que el Real Madrid decidió -en una amplia mayoría de veces- sacar sus corners en corto; como si en verdad, como se comprobó en la segunda mitad, estuviera intentando alejar a la Roma de El Shaarawy, Cengiz Ünder o Florenzi de su mayor fortaleza: la contra.
Kroos atraviesa por un momento de muchísima confianza
En ese sentido, una de las lecturas más trascendentales que se pueden extraer de esta goleada tiene que ver con el comportamiento de Kroos y Modric. El primero, mención aparte, atraviesa por uno de sus mayores momentos de inspiración. Se encuentra realmente cómodo en todo lo que le está pidiendo Lopetegui, y eso, en números, volvió a ser palpable en la noche de ayer: en la que dejó un 95,4% de acierto en el pase (completó 83 envíos precisos), hizo un 12/12 en sus desplazamientos en largo, realizó 4/7 centros buenos y además, por si esto fuera poco, se animó a probar suerte en hasta cuatro ocasiones. Una serie de guarismos que no hacen sino confirmar el gran momento que atraviesa el alemán. Al que, como dejó claro en un balón que puso sobre el pecho de Bale nada más comenzar el encuentro, le está saliendo absolutamente todo. Ayer, de hecho, volvió a gestionar el primer (o segundo) pase del equipo blanco, al lado izquierdo de Casemiro. Y unos cuantos metros por delante, como un interior muy alzado, se colocó Modric. Un reparto que, además de goles y buenas vibraciones, demostraron que Lopetegui está trabajando para que, más pronto que tarde, este Madrid sea suyo y no del pasado. Y lo de Mariano (9) y Asensio (derecha), con el partido más abierto, es buen ejemplo.
Isi 20 septiembre, 2018
Que rabia que por tema trabajo, solo lo escuche por la radio, tremendo partido del Madrid , que siga aclarando ideas lopetegui de cara a partidos mas exigentes, a ver en que queda todo.