El FC Barcelona remontó un 2-0 en su estadio maldito ante una Real Sociedad que estaba jugando al fútbol de maravilla. Y apenas necesitó media hora para completar la misión. Atravesar por la fase de flujo tiene estas cosas: los partidos a favor se resuelven de forma brillante y los partidos en contra simplemente se resuelven a favor. Y el pragmatismo de Valverde, una vez más, volvió a resultar decisivo.
Un Valverde del que, desde la posición de privilegio que concede hablar a toro pasado, se puede apuntar que no acertó en su planteamiento. El técnico vasco optó por un 4-4-2 en línea con Gomes y Paulinho en las bandas y Busquets y Rakitic en el doble pivote que pretendía subir su altura y presionar a la Real Sociedad para sumar robos adelantados y atacar desde arriba. Se entiende que, consciente de que la Real no la rifa nunca e iba a forzar para salir raso jugada tras jugada, buscaba sacar partido, pero la iniciación de los de Eusebio fue tan fluida que lo único que pasó fue que la presión culé fue sistemáticamente superada y los de abajo tuvieron que defender a Canales, Willian José y Juanmi en plena desventaja. Es verdad que cortocircuitar la salida de balón de un equipo que la rasea de manera radical es apetitoso, pero también que, con su decisión, Valverde situó la clave de los primeros 45 minutos allá donde la Real Sociedad es, seguramente, el mejor colectivo de la liga española. Y eso desajustó a sus propios medios.
Xabi Prieto y Odriozola fueron una pesadilla para Jordi Alba.
Si bien el motivo principal de la gran iniciación txuri-urdin estribó en su equilibrado reparto de espacios, la inspiración técnica también compareció para ofrecer un plus. En particular lo de Zurutuza fue un auténtico espectáculo, con giros y quiebros propios del número «8» de su adversario, que pudo disfrutarlo o sufrirlo desde el banquillo. Más arriba, ante un Busquets algo perdido y obligado a defender en su propio campo, que es donde menos bien se desenvuelve, Canales cuajó un primer tiempo delicioso asistiendo a Willian José, que fue una pesadilla para Sergi Roberto cayendo a su zona, y a Juanmi, tan avispado como suele. Y entre toda esta distracción, que hacía que Gomes se cerrara demasiado, Xabi Prieto y Odriozola abusaban de Jordi Alba jugando al gato y al ratón: Prieto aguantaba la pelota reclamando su atención, Alba iba y Odriozola le cogía la espalda. Fue bonito y práctico. Pero no lo bastante eficaz. Al descanso, el marcador era 2-1. Atajos que encuentra Valverde por el hecho de contar con hasta tres goleadores de dobles dígitos en el once titular (Paulinho ocupa el 8º lugar del campeonato en la tabla de pichichis). Mientras tanto, Coutinho -el cuarto- va calentando.
Vermaelen dio muchísimo al Barça con su gran dominio aéreo.
Tras el regreso desde vestuarios, el Barça cambió su actitud defensiva y dispuso un bloque más retrasado y paciente. Sólo presionaba tras sus propias posesiones, cuando la perdía arriba; si no, esperaba más abajo. Es decir, dejó de retar a la Real Sociedad allá donde más recursos posee para pasar a retarle donde se está quedando corto, que es en el desequilibrio en campo contrario. En el momento en el que Zurutuza dejó de desbordar en la base, los pases hacia Canales y cía perdieron calidad y sus actuaciones se desinflaron hasta casi la nada. El empuje de Vermaelen, que realizó un derroche físico imponente para empujar de la defensa hacia el frente y proteger al doble pivote, dominando además el tráfico aéreo y anulando ese comodín de la Real, fue clave. Y roto el ritmo ofensivo local, el propio Barça pasó a tener la pelota más tiempo.
En esta ocasión, no exhibió la magia de las últimas semanas, pero sí un ritmo considerable y mucha coherencia, con Sergi Roberto y Jordi Alba ganando altura. Luis Suárez, recluyendo a Diego Llorente y Navas hacia atrás con sus movimientos, y Messi, con su precisión cirujana, hicieron el resto. El estado de forma del delantero centro uruguayo es la mejor noticia del Barça en este mes de enero fichaje de Coutinho aparte.
Lo siguiente entró más en el terreno anecdótico que otra cosa, pero conviene resaltar que en cuanto Eusebio introdujo al súper habilidoso Januzaj para desbordar por la banda, Valverde metió a Digne en el campo para formar doble lateral con él y Alba y cerrar ese costado. Con 2-3 y nueve puntos de ventaja sobre el segundo. Esa atención a los detalles y la obsesión por no dejar nada al azar aunque ello conlleve tomar decisiones como hacer retroceder al equipo cuando va 2-0 habla tan bien sobre Valverde como del vestuario del Barcelona, que tras todo lo conquistado, no tiene ningún problema en bajar al barro si la cosecha acaba siendo ganar aún más. Cuando un gigante gana virtudes de equipo pequeño sin perder las de los grandes, sus opciones de triunfo se disparan. Y se está viendo.
Foto: David Ramos/Getty Images
Vaan Shepard 15 enero, 2018
Impresionante labor de Ernesto Valverde a cargo de la plantilla. Le sale todo. Nieve o truene, siempre saca petróleo de cualquier situación. Tengo la teoría de que cualquier entrenador en un equipo Top 5 de Europa tiene una frontera invisible de 3 años para llegar, moldear y salir. Durante esos tres años, quiero creer que la presión mediática y psicológica que supone llevar un banquillo como ese, quema.
Más que fichajes, que estaba claro que el club los necesitaba y debían rejuvenecer al equipo, dar con la tecla con respecto al sustituto de Luis Enrique era más complejo de lo que parecía, pero con Valverde han dado en el clavo absolutamente.
PD: Hacer constar también el estado de forma de Vermaelen, ayer por momentos su seguridad defensiva y el aroma a líder del eje defensivo recaía sobre su persona, por encima de Gerard Piqué en muchos minutos del partido. De eso también tiene culpa Valverde.