En apenas unos meses, Marcelino García Toral se ha erigido en una certeza absoluta que ha cambiado por completo el día a día de un equipo que hasta hace nada dudaba de todo. Y sobre todo de sí mismo. El Valencia era un club perdido. Confundido. Sabía dónde quería llegar, pero no tenía ni la más remota idea de por qué, hiciese lo que hiciera, no se acercaba ni un milímetro a su objetivo. La frustración lo invadía todo. Cada jugada, cada fichaje, cada cambio. Y al igual que el dinero llama a dinero, el error llama a error. El Valencia CF entró así en una espiral negativa que desnaturalizó todo lo que sucedía a su alrededor. Nada era normal. Todo era excesivo.
Pero Marcelino, que entre sus muchas cualidades está la de ser un técnico capaz de hacer pasar por sencillo lo que en realidad no lo es, no ha tardado ni un par de partidos en devolver al club ché a un estado de naturalidad absolutamente anormal. Cierto es que Voro contribuyó mucho a ello en varios sentidos. La primera piedra es suya y justo es reconocerlo cada vez que toque. Pero lo que ha conseguido Garcia Toral sin «hacer nada fuera de lo común» era totalmente inconcebible hace unos meses. En parte porque el problema no era de entrenador. Era una cuestión mucho más compleja de la que ahora no queda nada, pues la realidad que el Valencia viene exhibiendo en La Liga no deja espacio para más.
Ayer, ante un Sevilla herido, el equipo che volvió a demostrar una claridad de ideas que incluso le hacen parecer más equipo de lo que ya es. La prueba del algodón es su crecimiento durante los partidos. Cuando la actividad y la concentración inicial disminuyen y es momento de ir resolviendo problemas, el Valencia de Marcelino comienza a subir el nivel de exigencia hasta desbordar al rival.
Rodrigo comenzó a desnudar al Sevilla de Berizzo.
El Sevilla de Berizzo, de hecho, mantuvo muy igualado el duelo en los primeros 20 minutos. El Toto decidió en un principio buscar al Valencia arriba, hecho que motivó que su equipo dibujara un 4-1-4-1 en vez de un 4-2-3-1. Banega se soltaba, hacía línea con Franco Vázquez y el resto de integrantes acompañaban hacia adelante. La actuación del Mudo en estos compases fue, además, muy positiva con balón. Estuvo participativo, constante y peligroso. Fue un buen comienzo. Pero ya en esas instancias se adivinaba que el reto que iban a plantear Rodrigo Moreno y Gonçalo Guedes a Guido Pizarro, Gabriel Mercado y Simon Kjaer iba a ser demasiado para un Sevilla que, a día de hoy, sigue siendo un equipo demasiado inestable.
Cada vez que Rodrigo se separaba de su marcador (primero Kjaer, después Gaby Mercado), éste tenía que tomar una decisión muy complicada: abandonar su posición, dejando a Zaza uno vs uno contra el otro central, o mantenerse junto a su compañero, dejando a Rodrigo recibir solo entre líneas. Y, lo peor, es que esta decisión además siempre se tomaba muy tarde, con lo que la iniciativa era completamente para el hispano-brasileño o para Guedes, que también se filtraba por esa zona. El Sevilla, al principio, controló la situación trabando mucho el juego. Pero era una mera cuestión de tiempo que Rodrigo y Gonçalo Guedes crearan una jugada de gol.
Gonçalo Guedes destrozó al Sevilla en cada transición.
Y el tiempo se paró en el minuto 43 con el otro gran nombre de la noche. Gonçalo Guedes es el protagonista que necesitaba esta película de Marcelino. Sin Guedes en el equipo el guión iba a ser bueno, la historia seguiría siendo sólida y el reparto hubiera podido brillar igualmente, pero lo que convierte al Valencia en una producción aspirante a entrar en la Copa de Europa es su protagonista. El portugués es un futbolista con una capacidad increíble para conducir, driblar, asistir y finalizar. Todo esto le convierte en un ejecutor de contragolpes como no hay cinco en La Liga. Es coger el balón, verle con un par de metros de espacio y saber que la jugada va a acabar en ocasión. Da igual que parta desde su propio campo. Tiene condiciones físicas, técnicas y tácticas, porque lee muy bien todas las situaciones, para sostener cualquier acción. La jugada del segundo gol fue increíble. Casi irrepetible. Pero, sobre todo, fue coherente. Guedes «tiene» ese gol.
Pero como venimos diciendo en las últimas semanas, lo que más destaca de su participación no es su nivel individual, sino más bien cómo su simple presencia eleva -y encaja- el techo futbolístico de las partes y del todo. Ayer, además de su unión con Rodrigo, que es ahora mismo el vínculo más potente de La Liga, se vio a Carlos Soler muy cerca del portugués. Y eso sólo puede significar más buenas noticias. Porque Guedes es eso: un creador de buenas noticias. Marcelino propició el contexto. Ha hecho posible que al Valencia CF le puedan pasar cosas positivas. Y Guedes se está encargando de convertir cada una de estas opciones en realidad. Es pronto, pero en realidad no hace falta esperar más. En Mestalla, al mismo tiempo que un gran equipo, está naciendo una estrella.
Foto: JOSE JORDAN/AFP/Getty Images
Soprano_23 22 octubre, 2017
Pues vaya equipazo va a llevarse Portugal al Mundial, ¿no?
Gonçalo Guedes, Guerreiro, Semedo, André Silva, Bernardo Silva, Joao Mario, Renato Sanches, Bruma, Coentrao, Gelson Martin, Pepe, Rubén Neves, A. Lopes o André Gomes. Muchísima variedad de opciones y casi seguro que el mayor nivel medio para acompañar a Cristiano Ronaldo en el que será su último mundial en lo cualquier torneo que haya jugado el portugés, ¿también el mayor nivel absoluto? Pues dependiendo de cómo lleguen algunas piezas, puede que también.
Ojito con ellos sí tienen un grupo y cruce asequible en octavos; potencial para tener un 11 de bastante nivel que además potencie al actual Cristiano Ronaldo y con opciones de cambiar partidos desde el banquillo o adaptarse al rival tienen, desde luego.
R. Patricio
Semedo Pepe. Fonte Guerreiro
Bernardo S. R. Neves/Moutinho W. Carvalho G. Guedes
A. Silva Cristiano Ronaldo