Tras la buena presentación del fútbol italiano en la visita del Nápoles al Santiago Bernabéu, Europa ratificó en el estadio de La Cerámica que la Serie A, como sus analistas más reputados venían avisando, se está recuperando.
Anoche fue la Roma de Spalletti quien se llenó de gloria goleando al Villarreal español -aspirante al cuarto puesto de la Liga- en virtud de un juego incontestable. Ordenados sobre un 5-2-2-1 asimétrico, los capitalinos tejieron varios retos singulares a los que ni Escribá ni sus pupilos supieron responder. Uno de los más importantes radicó en su apuesta ofensiva, consistente en un repliegue bajo que generaba constante superioridad numérica de tres contra dos, con Rüdiger, Fazio y Manolas ante Bakambu y Sansone, que además, carecían de espacios. En este sentido, el Villarreal se vio muy penalizado por su carencia de desborde o trucos individuales, ya que sólo Castillejo se antojaba capaz de eliminar a un contrario por sí mismo y este no tuvo su día. Apenas la magia de Trigueros inquietó al meta Alisson.
La rol táctico de El Shaarawy fue un problema grave para Escribá.
Pero el hecho de que la Roma decidiera defender abajo no viene a significar que renunciara la pelota; la posesión anduvo muy dividida. Con ella, la posición de El Shaarawy, teórico mediapunta izquierdo, fue como una aguja en la mente del Villarreal. Cuando su custodio era el lateral Mario Gaspar, se lo llevaba para el centro dejando libre la banda para el carrilero izquierdo Emerson, que rayó a una altura ofensiva espectacular; mientras que cuando se medía a la vigilancia de Trigueros, optaba por abrirlo dando ventaja tanto a quien llegaba por detrás -Strootman- como a quien arribaba desde el otro lado -Nainggolan-. Quizá, permutar las bandas de Castillejo y Dos Santos en busca de un mayor oficio defensivo en su flanco derecho habría aliviado la sangría, pero Escribá no percibió ahí una posible solución y la Roma siguió disfrutando de ese filón siempre productivo.
Dzeko fue abusivamente superior a Víctor Ruíz y Musacchio.
¿Pero cómo pudo recibir el Villarreal cuatro goles si es el más sólido de la Liga con sólo 15 encajados en 22 jornadas? En ocasiones, como por ejemplo contra el Barça en aquel choque tan inspirado de Iniesta, el Submarino ha sido superado en el juego como lo fue ayer, pero luego gozaba de una fortaleza dentro de su área de la que, frente a la Roma, no hubo noticias. Por un lado, el corpulento Dzeko representó un tipo de amenaza que en España no se estila, y tanta fricción y lucha área incomodó a Musacchio y Víctor Ruíz, si bien, más allá de la fantástica actuación de Dzeko, resulta difícil no poner parte del foco en el encuentro de esta pareja de centrales cuyo nivel medio está siendo sobresaliente pero que, en la cita más rutilante de la campaña, completó el peor envite que se les recuerda juntos.
Mención especial a la dirección de campo de Spalletti, que no feliz con un resultado ya de por sí favorable, atisbó la opción de causar aun más sangre y destrozó el sector, hasta entonces, menos atacado del Submarino. Lo hizo con el ingreso del velocísimo Salah.
Foto: JOSE JORDAN/AFP/Getty Images
Pedro Lampert 17 febrero, 2017
Ojo a la temporada de Spalletti. Lo que hizo ayer con el Villarreal es lo que viene haciendo siempre en Serie A: hace ajustes defensivos con sus piezas y quita la fluidez ofensiva del rival. Luego, facilitado por el control que ha logrado de los partidos, tiene armas para hacer daño de muchas formas… Strootman y Nainggolan llegando, esa versatilidad de El Shaarawy y Perotti por izquierda, la velocidad de Salah al espacio, la profundidad de los carrileros brasileños, la temporada tremenda de un punta tan difícil de defender como Dzeko… Es que la Roma tiene más puntos que el Nápoles y la Juventus es invencible a 38 jornadas.