El Celta de Eduardo Berizzo se planta ante la segunda parte de la presente temporada con muchas más dudas que certezas. Es cierto que Hugo Mallo es un aval competitivo como no hay muchos, que Nemanja Radoja ha dado un paso adelante como mediocentro y que John Guidetti siempre que juega termina sumando, pero esto no está sirviendo de pegamento para un equipo que, curiosamente, ha ofrecido su mejor fútbol en contextos adversos. El partido del Bernabéu, la victoria ante el Barcelona, la primera parte frente al Sevilla o el día de San Mamés son muestra inequívoca de que, al contrario que en años anteriores, el Celta se muestra más cómodo desde un plano reactivo. Y esto en el día a día les está penalizando.
Sobre todo a nivel de sensaciones. Este ciclo del Toto se ha caracterizado por la intensidad, la energía y el ritmo altísimo que le imprimía el Celta a todas sus acciones. Incluso en sus peores rachas, incluso cuando la pelota no quería entrar, el equipo se reconocía a sí mismo y disfrutaba de ello. Sabía quién era, a qué jugaba y cómo podía vencer a sus rivales, pues a fin de cuentas el 90% de los encuentros que disputaban se regían bajo sus reglas. Sin embargo, ahora no es así. Sus partidos son más volubles a los designios del rival, no se ve siempre al mismo Celta, la participación en Europa League ha conllevado muchos cambios y la lesión de Fabián Orellana le ha impedido a Berizzo corregirse a sí mismo.
Sea como fuere, el Celta inicia hoy esta segunda parte del curso con todas sus opciones vigentes. Tiene la clasificación europea a cinco puntos, está vivo en Europa League y en Copa del Rey parte como favorito en su cruce. ¿Por qué? Porque tiene a Iago Aspas.
Aspas está interpretando todos los roles ofensivos.
El moañés está siendo la respuesta que el Celta no logró encontrar las últimas veces en las que viajó por Europa, cuando el club vigués terminó perdiendo la categoría a partir de una mala dinámica de juego, de sensaciones y de resultados. No es que sin su gran temporada la cosa pintara tan grave, pero desde luego el Celta no hubiera llegado a esta parte del curso con todas las opciones en liza pese a las muchas dudas que plantea su fútbol. Y es que, en definitiva, Iago Aspas ha asumido el peso que el año pasado se repartía junto a sus dos compañeros, ejerciendo al unísono de armador (Orellana), de finalizador (Nolito) y de dinamizador (Aspas).
Esto está siendo suficiente para evitar lo que pasó en 2004 y 2007, pero de cara a darle la vuelta a la temporada el «Toto» Berizzo va a tener que acompañarle mejor. Dede luego el regreso de Orellana ayudará a Iago en todos los sentidos, amen de ampliar el número de combinaciones, pero aun así el chileno no parece suficiente para alcanzar el nivel que mostró el Celta el año pasado en Copa ante el Atleti. Es parte del camino, pero no tanto del fin. Y es aquí cuando, otra vez, toca mirar a las bandas. Para Berizzo, Theo Bongonda y Pione Sisto son dos chinchetas que deben abrir el campo y estirar al equipo. No tienen libertad, rara vez se sueltan y su peso en los partidos es ínfimo, lo cual encaja con el nuevo plan general del Celta. Pero no está saliendo bien. Cuando el balón va a banda, los gallegos no transmiten peligro. No amenazan. No desbordan.
Berizzo necesita que sus bandas produzcan más juego y goles.
La sensación es que el joven belga necesita un tiempo de extra de cocción y que el danés, en cambio, parece demandar más libertad, pues se mueve mejor en espacios intermedios que pegado a la cal, como le pasaba Orellana. En todo caso, sea por esto o por otras circunstancias, el hecho es que Iago Aspas y Berizzo necesitan que Theo Bongonda y Pione Sisto comiencen a solucionar problemas, eliminar rivales y, por supuesto, producir más que los escasos 3 goles y 4 asistencias que suman entre los dos en 30 duelos de Liga.
Foto: MIGUEL RIOPA/AFP/Getty Images
Soprano_23 3 enero, 2017
¿Con el paso de los años Aspas le ha ido añadiendo vértigo a su juego, no?
Debo decir que antes de sus llegada a Liverpool apenas lo había visto y cuando lo hice tampoco me decía gran cosa, pero en su etapa red y sevillista lo veía como un segundo delantero asociativo con algún toque bueno en la frontal de vez en cuando y con un remate reseñable cuya especialidad era, seguramente, hacerse hueco para sacar el disparo aún cuando era presionado.
Pero esta versión de delantero súper agresivo en los movimientos que hace, por sí mismo, a un ataque profundo y amplio no la vi antes -igualmente, físicamente ha debido sufrir una mejoraría para poder llevar los desmarques de ruptura necesarios para ello y mantener el ritmo requerido-. Me sorprende y agrada esta evolución. Sin duda lo coloca en un nivel distinto.