Tras analizar cada uno de los minutos de fútbol que ha regalado Leo Messi a lo largo de la pretemporada, se concluye que ha dado un salto más. Suena y parece increíble, pero vamos a asistir a una nueva versión suya que volverá a cambiar el paradigma defensivo de la Champions. Leo Messi, otra vez, está jugando como no había jugado jamás.
A nadie se le escapa que su arma más perfeccionada en las últimos tiempos ha sido el pase. Siempre gozó de una calidad asociativa suprema,El pase de Leo ya no es fútbol pero su regreso a la banda derecha en el curso del Triplete de Luis Enrique le alejó del peligro y hubo de inventarse ese mecanismo que acercaba su fútbol al mismo en un abrir y cerrar de ojos. En estos instantes, los mejores asistentes del mundo son muy, muy inferiores a Messi sirviendo el pase definitivo o el previo al mismo. La superioridad que exhibe Leo en este gesto equivale a la de Usain Bolt, Simone Biles o Michael Phelps en sus respectivas disciplinas.
Los equipos de Messi se están adaptando para potenciar su pase.
Semejante argumento está cambiando su rutina de movimientos partido a partido. La Copa América Centenario, donde su selección perdió la Final en la tanda de penaltis, comenzó a confirmar este Messi reinventado que no pertenece al siglo XXI pero tampoco al XXII, sino al XX. Leo ha adoptado rutinas propias de los trequartistas de la Serie A de los años 80, de los Falcao, Platini y Maradona, y por consiguiente, exige a sus conjuntos que dibujen estructuras similares a las de aquellos equipos que eran la Roma, la Juventus o el Nápoles de la época citada. Argentina lo hizo y el Barça lo está haciendo.
La libertad posicional de Messi lleva siendo absoluta desde que Guardiola se la concedió allá por 2011, y desde entonces, está siendo él mismoMessi baja, pero influye arriba quien le está dando una interpretación u otra según su estado y el de sus compañeros. Ahora mismo, sus movimientos principales son, como se apunta, los de Diego Maradona, es decir, actúa como un mediapunta que tiende a la posición de mediocentro. El extra del que él dota al rol consiste en que, aun recibiendo tan exageradamente atrás, su fútbol rebosa espíritu de ataque. El oponente se retuerce de tensión incluso cuando recepciona un pase de Piqué o Mascherano porque ya a esa altura está implicando una amenaza, como mínimo, equiparable a la de un súper crack de la Champions sin marca en la frontal del área. Y esto transforma todo.
Los rivales deben empezar a defender a Leo más atrás que antes.
Al representar un arma contrastadamente letal, los adversarios de Messi empiezan a verse forzados a salir a por él y achicarle el espacio sea donde sea.Esto cambia el reparto normal de los espacios Dicha situación acrecienta la tentación de meterle el pie y, por ende, favorece el dribling del pequeño dios, con lo que ello supone. Pero más allá de esa variante, que no deja de exigir un regate positivo del argentino que, debe reconocerse, ya no atesora la fiabilidad de antaño, lo terrible para el otro deriva de la cantidad de espacio que acaba surgiendo detrás de los que van a por Lionel. Y si la línea defensiva ajusta, el que termina apareciendo a la espalda de la misma. El pase de Leo Messi es el tiro de Stephen Curry en los Golden State Warriors que batieron el récord de los Bulls de Jordan: su efecto gravitacional es planetario, está modificando la ocupación de los espacios y de una forma que sólo beneficia a su equipo, porque en síntesis, el cambio consiste en que el oponente debe custodiar con la máxima atención, cercanía e intensidad una cantidad de terreno más vasta de la asumida en la ultra estudiosa Champions League del siglo XXI.
Luis Enrique nunca va a renunciar a nada que le quiera dar Messi.
Si Guardiola pasó a la historia por crear a Messi, Luis Enrique hará lo propio por exprimirlo como nadie, en el sentido de que su Barça es, en esencia, Leo y su estado de ánimo. En virtud de ello, todos los comportamientos recién nacidos que se están descubriendo en el equipo están vinculados a la reformulación del líder. Anoche, ante el Sevilla, la suma de jugadas en las que tanto Denis Suárez como André Gomes (la pareja de interiores) se desentendieron de Busquets mientras el pivote iniciaba el juego resultó chocante; dejaban el espacio a Leo y trabajaban en la continuación. Si bien lo más fascinante quedó ligado a Arda Turan, que actuando como extremo izquierdo, se marcó una actuación caracterizada por la profundidad, que es como decir que Xavi basó su partido en la fuerza o Iniesta en su disparo. El Barça de este año va a volver a hacer cosas raras desde un punto de vista tradicional, pero deberán analizarse desde la postura más humilde posible. Nunca hay que darle la espalda al hecho que le define: su única razón es el futbolista que siempre la lleva.
Foto: JOSEP LAGO/AFP/Getty Images
Jc54 18 agosto, 2016
Allá va con el balón en los pies…