Para el campeón de Libertadores, la semifinal del Mundial de Clubes es una trampa. Sudamérica desea confrontar a Europa para dirimir la histórica batalla de siempre. Por eso, la parada previa, sea ante africanos, asiáticos o australianos, es una pesadilla a la que obliga el reglamento. River Plate, como otros antes que él, sufrió lo indecible para ganar. Pero ganó. Los de Marcelo Gallardo están en la final.
River sufrió en sus carnes todo el pánico típico de este partido
River arrancó mostrando lo que todavía es: un conjunto sólido, creado para moverse unido y con las líneas juntas. Su circulación no alteraba la estructura defensiva del Sanfrecce Hiroshima (equipo magistralmente analizado por el usuario Andreptch en los comentarios de la web), pero sí que le servía para robar en campo contrario y parecer dominador del encuentro. 20 minutos duraría esa sensación.
Llegado el ecuador de la primera mitad, River se cansó de sí mismo y de la ausencia de ritmo en sus ataques. Por fuerza debemos castigar la figura de Pisculichi, enganche entre los pivotes y los puntas, incapazRiver «no pudo» con Pisculichi de dotar de una mínima velocidad a las jugadas. Su partido fue horrible por (des)acierto y omisión de responsabilidades. Carlos Sánchez, interior derecho uruguayo que mezcla ayudas a los mediocentros –Kranevitter y Ponzio– con aventuras por la banda, tuvo que matarse para compensar el juego estático de los suyos. Fue el mejor de un River que estaba perdiendo el orden y la paciencia. Los laterales debían subir pero no lo hacían por pánico. Quedaban en tierra de nadie. Lo peor ante un Sanfrecce que ya volaba a la contra, sobre todo a través de Kashiwa y su «9» brasileño, Douglas. Barovero salvó el desastre pero el miedo ya se había apoderado del cuadro argentino.
Serenarse hizo que River no terminase perdiendo el encuentro
El descanso le vino bien a River, aunque solo fuese para cortar la hemorragia. En cierto modo, sorprendió que Gallardo sustituyese antes a Ponzio (el único sereno en medio del susto) que al terrible Pisculichi, pero fue cosa de minutos. En el 64 entró Viudez y con poco mejoró sus prestaciones ofensivas. River llegó en alguna ocasión, aunque no con el peligro suficiente como para generar el gol que cazó Alario en un error del portero nipón. Dicho esto, hay que señalar que River defendió mejor en la segunda parte, justo cuando pudo sacudirse el pavor que le invadió tras el arranque. Y es que está comprobado: jugar por evitar el fracaso es muy complicado. El “Millonario” viajó a Japón para enfrentarse a Messi, Iniesta o Suárez. Quizás lo haga el domingo. Y esa será una historia muy diferente.
@allan_ha 17 diciembre, 2015
River tenía el balón porque los japoneses no lo querían, pero llegaban al último tercio y no había un cambio de ritmo. Creo que en esa zona extrañan demasiado el descaro de Teo, porque Pisculichi hacía más lento todo y Mora y Alario son básicamente finalizadores. Más allá de la final, será interesante ver como evoluciona Gallardo con este equipo perdiendo a Kranevitter y Sánchez.