Guionizó la noche sevillana como si Benítez no tuviera nada que decir; todo lo ocurrido sobre el verde del Pizjuán respondió a las decisiones que fue tomando Emery. Algunas le perjudicaron, porque tardó en leer la cara y la cruz del Casemiro-Modric-Kroos, pero como solo él podía cambiar las leyes del partido, su margen de maniobra era amplio, y su grupo siempre podía resucitar. El Real fue tan gris que cayó derrotado ante la fórmula menos consistente y fiable de la élite: el prueba y error.
Unai confundió el plan inicialEl Sevilla empezó encerrado y con la idea de salir a la contra. Y frente al casemirismo (Casemiro-Modric-Kroos), eso mata. Lo mejor que hace el Madrid con este once consiste en presionar arriba tras perder el balón; sabe evitar que el rival se escape; y lo obró. El Sevilla no transitó. Mientras tanto, Bale hizo daño y favoreció, con su movilidad, que Isco hiciera lo propio. Cristiano, Danilo y Kroos -el centrocampista más ofensivo para Benítez- no se sumaron a la dupla. De ahí el corto 0-1 en el minuto 30.
La movilidad de Vitolo metió al Sevilla en campo contrario.
Tras el tanto de Ramos, se produjeron una serie de circunstancias que hicieron comprender al anfitrión que lo que tenía enfrente no merecía tanta precaución. Se lesionó Ramos, Trémoulinas puso un centro y Casilla demostró que ser alto y dominar las alturas no guardan relación directa. Los sevillistas olieron la sangre y se lanzaron al ataque. Vitolo, desde la derecha pero habitando principalmente el entre-líneas, ejercía de nexo entre lo de abajo y lo de arriba; desembocando sus uniones en cualquiera de las dos bandas, con preferencia hacia la izquierda, donde Konoplynaka y Danilo. El superclase local aniquiló al defensor.
Cuando el Madrid de Casemiro, Kroos y Modric inicia atrás, sufre.
La profundidad local, claveAsí pues, el Sevilla había cambiado un repliegue+contraataque por un ataque continuo y, lo más relevante, profundo. Es decir, o acababa jugada u obligaba al Madrid a recuperar la bola atrás; lo cual derivaba en que debía iniciar sus posesiones en Casilla o en los centrales. De este modo, la peor parte de juntar a Casemiro, Modric y Kroos, la salida de balón, cobraba peso en el encuentro. Dicha configuración adjudica los primeros pases al medio menos fluido y talentoso, mientras desvincula de los mismos al pivote que, durante muchos meses, dominó Europa desempeñando esa tarea, Kroos. A su vez, esta pareja se ve completada por Modric, que aunque posea repertorio técnico de atacante, desde hace cuatro cursos adaptó rutinas cercanas a la línea divisoria. De esta guisa, Benítez entrega la pelota a un jugador anti-creativo dentro de un marco táctico en el que ninguno de sus interiores le facilita las cosas, sino al contrario. Y sumando a esto la baja de Marcelo, el atasco fue evidente.
Krohn-Dehli tuvo mucha influencia en los minutos finales.
El segundo periodo fue menos del fútbol y más de las jugadas, aunque hubo varios patrones que las condicionaron. Para dar entrada a James, Benítez quitó a Isco. En la práctica, fue cambiar a quien mejor lo estaba haciendo por alguien que lo hace aún mejor que él, lo cual implicó una mejoría, pero quizá mucho menos vasta de la que hubiera conseguido la mezcla entre ambos. El colombiano, a base de ímpetu y calidad, sembró varios minutos de control y profundidad blanca, pero el Sevilla aprovechó el desagüe de Danilo para asestar el golpe mortal. A la desesperada, el revulsivo merengue fue Jesé, y el sacrificado, Kroos. Casemiro se mantuvo hasta el final, con la esperanza de que su intensidad evitara que los locales escondieran el balón y jugasen a las cuatro esquinas. Pero no lo logró, porque en el fútbol, normalmente, un hombre solo haciendo algo no consigue sus objetivos. Krohn-Dehli, que entró en el 77, se comió el partido de ahí al final. Dando un recital.
Carlangas 9 noviembre, 2015
Casemirismo, no?
Lo otro suena demasiado raro