No hubo nada de lo que pudo haber. Comparar lo de ayer con lo que habría sido un Argentina-Colombia en el último Mundial de Brasil descorazona y enfada. El fútbol cafetero, como dice su propia estrella, fue malo, muy malo, hasta un punto contagioso, y Argentina, que ha perdido la identidad impresa por Sabella sin que el Tata haya podido aún inculcarle la que él quiere, se dejó llevar. Apenas las actuaciones aisladas de Messi (con asterisco), Murillo, Otamendi y Ospina sacaron a flote un partido marcado por el caos y la ansiedad.
El experimento de Pek no salióPékerman sorprendió de inicio por la elección del esquema y la de algunos jugadores. En primer lugar, renunció a su 4-2-2-2 y también al 4-2-3-1 auxiliar que tanto ha utilizado, optando por una especie de 4-1-3-2 con una «T» en el centro del campo siendo Mejía el punto bajo, Ibarbo y Cuadrado los externos y James el del centro, el de la unión. A su vez, Jackson Martínez suplió a Falcao al lado de Teo Gutiérrez. Experimentar en el día más importante del curso tiene dos salidas posibles. La buena, que es la menos habitual, es que el propio equipo lo asuma, el rival se sorprenda y se tome la iniciativa desde ahí. La mala, que es la que se impone casi siempre, deriva en el desorden táctico y el descontrol anímico del que innova y reduce su competitividad. Y pasó lo segundo.
Murillo y Ospina, excelsos, llevaron a Colombia a la prórroga.
Desde que el balón echó a rodar, el juego se confesó simple. Colombia había alineado a cinco atacantes a la vez y sin embargo carecía de una estructura que le permitiese asumir la posesión; metía mucha gente en campo contrario pero perdía la bola enseguida. Por su parte, Argentina encontraba con un solo pase a Messi entre líneas con la vigilancia única de Mejía. Era automático. Argentina robaba, levantaba la cabeza, lanzaba un globito a Messi y Leo recibía. En un marco tan ventajoso, el «10» arrancaba, trataba de regatear e imantaba hacia sí a James y, sobre todo, Cuadrado e Ibarbo, que por consiguiente dejaban libres a Di María y a Pastore. Los del Tata iban tan cuesta abajo que se olvidaron de poner la pausa, y sin pausa, la precisión se resiente, lo que aprovechó un Murillo extraordinario, pero extraordinario de verdad, para cortar pases, segar conducciones y despejar centros. Ospina, incluso más inspirado que su compañero Jeison, atajó todo lo demás.
Messi fue el mejor, pero anduvo precipitado, le faltó pausa.
Pékerman detectó el pecado y reaccionó pronto, con un cambio en el minuto 23: Cardona por Teo. Así, Colombia reformaba un 4-2-3-1 con Mejía y Cardona en el doble pivote, lo cual paró un poco la sangría. Messi no recibía tan a gusto y Cuadrado e Ibarbo no tenían que cerrarse de modo tan radical. En cualquier caso, la inercia del choque era la misma, con la única diferencia de que estaba ligeramente más sujeto. Por eso se echó en falta algo más de lectura de Messi. Dada su categoría, podría haber intentado pausar el ataque, involucrar, por ejemplo, al Kun Agüero -la verticalidad le anulaba- y enriquecer con ello la propuesta. No obstante, la albiceleste era muy superior y, de no ser por los milagros Murillo y Ospina, habría ganado con holgura. Pues además, atrás no sufrió nunca. Ni una vez. Con Otamendi apagando el juego directo hacia Jackson Martínez, Colombia se quedó en dos tiros.
@JTernero 27 junio, 2015
¿Qué le ha pasado a Colombia en esta Copa América? 12 meses después de un excelso mundial, los de Pékerman han jugado una Copa América muy diferente a lo que se esperaba de ellos.
A pesar de la incapacidad del Tata para hacer con el equipo, aún es pronto, creo que el los jugadores argentinos ganaron mucha experiencia competitiva con lo ocurrido en el Mundial y eso les sitúa un punto por encima del resto de equipos de cara a la Copa. Para mí favoritos a llevarse el título.