
Cuando la incertidumbre se cierne sobre el terreno de juego, el socio del Barça sondea el espacio comprendido entre la medular y el área rival con la esperanza de descubrir a Messi en su particular cabina de teléfono. Atrás quedaron décadas sucumbiendo al pesimismo. Saben que el punto de inflexión se producirá en esa zona y están convencidos de que será para bien. Frente a la adversidad, el barcelonista moderno se encomienda a su héroe.
Y finalmente, sucede. Superman, enfundado en su traje y capa, sobrevuela el cielo de Metrópolis a una velocidad supersónica, sortea, con facilidad inusitada, los peligros que le asaltan por el camino y culmina su gesta poniendo fin a la amenaza que acechaba a sus conciudadanos. Gol y gloria en el Camp Nou.
En efecto, en el imaginario colectivo blaugrana Messi es Superman. Pocos personajes públicos son capaces de provocar, entre sus seguidores, sensaciones tan parecidas a las que ha suscitado el héroe de Krypton. La misma confianza que ha embargado, durante años, al lector del superhéroe es la que ahora deposita el aficionado culé en su ídolo. La fuerza colosal, la velocidad meteórica o la visión de rayos x de uno, tiene su réplica en el golpeo letal, la aceleración de la carrera o la lectura del pase del otro. Una revisión global de sus relatos desvela suficientes coincidencias como para sospechar de un patrón común.
MODELO HERÓICO
Atendiendo a las fases del ciclo heroico, pautadas por Pierre Grimal o Joseph Campbell, podemos intuir un paralelismo entre el hilo argumental del personaje de DC y el vital del futbolista del F.C Barcelona:
-Como Edipo, Perseo y Moises, ambos efectúan un viaje durante su infancia, desde su tierra natal hasta el lugar remoto donde luego consagrarán su excepcionalidad.
-Los dos son acogidos por una familia de agricultores: Los Kent de Smallville (Kansas) y la Pedrera blaugrana (Masía de Can Planes), concebida como un plantel de futbolistas. Es la etapa de iniciación donde los aprendices tomarán conciencia de sus potencialidades.
-Tanto el kryptoniano como el rosarino realizan toda suerte de proezas, superan adversidades y doblegan a enemigos reafirmándose como salvadores de las comunidades en las que viven. Estos hechos suponen su consagración como héroes y, por ende, la superación de su condición humana. La prensa catalana juega, a menudo, con la semblanza del apellido de su estrella con el vocablo mesias. En el mismo sentido, el nombre original de Superman es Kal-El, y «El» es la raíz que designa a Dios en innumerables religiones semíticas. No deja de sorprender que dicho sufijo se encuentre, también, en el nombre del delantero: LionEL.
No en vano, el héroe solar suele ser, a menudo, mestizo de humano y divino (Hércules, Prometeo, Jesucristo). Tiene dos pares de padres, dos humanos y dos divinos. Así sucedería, figuradamente, con Superman (padres kryptonianos y humanos a la vez). Y también con Messi al que, a la par que sus progenitores biológicos, se le atribuye, en el plano futbolístico, la descendencia del Rey/Dios, Diego Armando, cuyo trono ha de heredar.
Superman y Messi brillan basan su carisma en no tener el carisma de los grandes líderes.
-Si el viaje del héroe es un trayecto de ida y vuelta que, en su partida, simboliza el abandono del regazo materno y, en la vuelta al origen, la superación de la conciencia de individualidad surgida de dicha separación, no deja de ser llamativo que tanto Messi como Superman estén inmersos en esta inercia de regreso al inicio, con una apariencia indisimuladamente infantil.
El Superman original ha sido definido como un niño en pijama. Un chico torpe con gafas que llega a su casa, se pone el mono de noche y vive las batallas de su imaginación bajo la atmósfera segura del hogar. Matiz que también se encuentra en el cómic, puesto que en el universo superheróico el «bien» siempre vence. Messi, a su vez, se revela como un adulto imbuido en la inocencia de un niño, como un profesional que retorna a la dicha infantil en contacto con el balón.
INFABILIDAD
No hay aspecto más trascendente en Messi y Superman que su infalibilidad. Sus aventuras están exentas de sorpresa, o la sorpresa radicaría, precisamente, en su derrota. Del mismo modo que los griegos asumían la naturaleza invencible de Aquiles, los hebreos de Sansón o los germanos de Sigfrido, en la actualidad damos por hecho que Superman y Messi se sobrepondrán a cualquier contratiempo. Una invulnerabilidad que acostumbra a rubricar una excepción; el talón en el caso del aqueo, la cabellera en el israelita, la espalda en el burgundio y un factor de origen en los casos del argentino y el kryptoniano: Superman únicamente se debilita ante la proximidad de fragmentos de su extinto planeta y Messi solo es falible si se enfunda la camiseta de su lejano país.
Siempre que surge una aparición heroica surge la comparación con LeoDichos héroes conforman la proyección de un modelo arquetípico que ha deparado múltiples versiones a lo largo de la historia y, a su vez, han servido como inspiración de sucedáneos circunscritos a su contexto específico. Sí Hércules fue un título que ostentaron diferentes personajes excepcionales de la antigüedad, desde el presente podemos certificar la aparición de muchos Supermanes a partir del original (Capitán Marvel, El Vigía, Supreme, Miracleman, The High, Apollo (Authority), Majestic, el Plutoniano, Mon-El, Gladiador (Guardia Imperial Shi’Ar), Hyperion, The Martian Manhunter (J’onn J’onzz), el Samaritano…), así como vaticinar la irrupción de futuros Messis (Neymar tal vez) o admitir la existencia de alguna versión previa al argentino, finalmente, no consumada (como fue el caso de Ronaldo Nazario).
La superioridad de Messi ha llegado a plantear la pregunta de si su existencia es justa para el resto.
Del alcance casi ilimitado del poder de ambos también tenemos constancia en los desequilibrios que provocan en su entorno más cercano. «¿Must there be a Superman?» presentaba un juicio a Superman. Su papel como niñera de la humanidad estaba inhibiendo la capacidad de la propia raza humana para solventar problemas. Aun dando por descontada la rentabilidad de la apuesta ¿Acaso la capacidad suprema de Messi no ha debilitado también al equipo, al balancear en su favor el peso del juego o al limitar el desarrollo de algunos de sus compañeros? El debate cuando menos ha calado en Barcelona.
El vacío abierto, a priori, entre el übermensch (superhombre) y el ciudadano vulgar queda amortiguado, en los dos casos referidos, por una imagen de aparente normalidad. Clark Kent se integra en la masa mediante el aspecto de alguien torpe y desvalido. Circunstancia muy afín al caso de Lionel. El aspecto apocado del barcelonista y su lenguaje corporal nos remiten a los maestros del slapstick (como el celebérrimo Harold Lloyd) y por supuesto a Clark Kent. Inicialmente nadie pensaría que un chico tímido, callado y de metro sesenta y nueve pueda superar a rivales físicamente imponentes, y esto es lo que permite a un público enorme empatizar con él. Como si de un cartoon de la Warner se tratase (Speedy, Correcaminos…) el blaugrana supera a rivales con facilidad pasmosa y lo celebra como el dibujo animado. Todo es un juego. La realidad ratifica que aunque el aspecto permita considerar que somos de su misma especie, o su timidez haga albergar un universo interior de dudas bastante humano, las pruebas de campo apuntan a que, como en el caso de Superman, cualquier paralelismo entre él y los demás acaba en nuestra imaginación. No es humano.
LA MÁSCARA
Aunque Lionel y Clark disponen de una doble identidad, en su caso, al contrario que en otros personajes misteriosos, la máscara es la faz auténtica. Se disfrazan en la «vida real» y son ellos mismos cuando se ponen el uniforme.
Lionel Messi y Superman unieron en un solo ser la fuerza y la timidezEnunciada desde el primer Action Comic y motor casi ininterrumpido en la dinámica del hombre de acero es la naturaleza doble de su identidad y como esta se ordena en el celebérrimo triángulo amoroso Clark – Lois – Superman. La personalidad secreta, saludada en su día como el concepto que diferenciaba al hombre de Krypton de forzudos mitológicos al estilo de Sansón o Hércules, fue una adición lógica en un momento histórico en el que El Zorro o La Sombra causaban furor como héroes misteriosos. Ellos, al igual que su modelo padre, La Pimpinela Escarlata, requerían del anonimato para garantizar su éxito, pero nadie esperaba que un sujeto casi invencible pudiese necesitar del anonimato. Era necesaria la aceptación de que era posible ser fuerte y tímido.
La vida de Maradona fue el primer reality show; con Messi existe un respeto unánime a su privacidad.
Messi es uno de los casos de deportistas más herméticos que hemos conocido. El Thomas Pynchon del deporte. Una timidez que contrasta con el exhibicionismo atroz de sus superpoderes en el campo. La introversión de Messi es tan manifiesta en su faceta civil como en la de deportista, hasta el punto de que casi no tenemos referencias sobre su personalidad.
Los bosquejos, los chismes, incluso las caricaturas del futbolista nos llegan habitualmente a través de la prensa, la Lois Lane (no olvidemos, periodista) de esta historia. En el caso del jugador argentino el idilio que mantiene con los «mass media» tiene una estructura simétrica al clásico triangulo Clark – Lois – Superman. La prensa está impresionada por sus cualidades superhumanas de las cuales hace un formidable proselitismo. Sin embargo, la atención al Messi personal es bajísima, excepcional teniendo en cuenta su dimensión deportiva. Esporádicamente, aparecen algunas fotos de actos publicitarios, celebraciones o vacaciones, casi como un testimonio de que el mejor del mundo está sano y localizable, pero habitualmente descontextualizadas, sin historia, ni real, ni fingida.
LA SOMBRA
Todo héroe tiene una antítesis, una sombra que lo complementa, que forma parte de él. En Superman el opuesto es Lex Luthor. Surgido, originariamente, como un trasunto de los mad doctors (figura que representaba al científico o médico que traspasa cualquier límite moral o ético en pos de un propósito perverso), en el reboot del personaje de John Byrne evolucionó como un científico megalómano con aspecto de ejecutivo agresivo. No obstante, Luthor siempre constituyó, aunque con diferentes matices, el paradigma del poder de la ciencia y la mecanización frente a la virtud innata de Superman.
La espontaneidad de Messi contrasta con la evolución del fútbolEn el caso de Messi se ha señalado al fútbol excesivamente mecanizado, a los férreos sistemas tácticos, como su principal enemigo. En los enfrentamientos contra el Real Madrid de Mourinho se definió, textualmente, como “jaula” al truco táctico que diseñó el portugués para frenar al argentino y que no dejaba de ser una trampa móvil y mecánica, en la que el funcionamiento coordinado de los pistones humanos privaba a Messi de hacer su juego. El equivalente al Robot gigante que en las historietas primigenias atrapaba al Hombre de Acero y le repelía. Existe todo un debate táctico en torno a lo que se ha denominado una excesiva mecanización del fútbol (tacticismo) y que se ha opuesto, en arreglo a ese discurso, al componente artístico individual, al talento natural, inherente en Messi.
La mecanización del fútbol del Barcelona hace que su improvisación impacte todavía más.
Pero lejos de contraponerse, ambos elementos forman parte de él. Si Messi se ha consagrado como un héroe ha sido por haber superado a su envés, por encajar en él iniciando, de este modo, el camino del retorno (dicha infantil).
Y es que de los grandes equipos de la historia el más mecánico con diferencia es el Fútbol Club Barcelona. La propia institución blaugrana presume de tener en ese modelo de juego una de sus principales señas de identidad. Fue, solo, a partir de la integración del talento del argentino en dicho sistema como, finalmente, se forjó un todo indivisible. Un héroe. El Messi que todos conocemos hoy. Es decir, Superman.
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Referencias:
Héroes. Introducción I: A la sombra del mito.
Héroes. Introducción II: Dioses y guerreros.
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Pony 28 junio, 2013
Grandísimo artículo.
1) Interesante el juego de rol superman/ Messi. ¿Quién sería Batman?.
2) De verdad que es digno de estudio la ausencia del "otro" Messi. Contrasta con las otras máximas estrellas deportivas porque incluso las menos "dotadas" (de entre los olimpos deportivos) siempre tenían un carisma o un carácter que destacaba de alguna manera y que hacía entrever cómo jugaba un papel eso en su éxito deportivo…En cambio con Messi, nada. SUper competitivo, auto exigencia enorme. Reconoce que se espera lo extraordinario de forma ordinaria, pero su personalidad no da pistas. Un misterio ese tipo.