Piénsenlo: ¿cómo se lucha contra el recuerdo de un mito y la competencia del mejor del mundo? ¿Qué se puede hacer cuando fallas donde está prohibido fallar? ¿Es posible superar dichos obstáculos? Posiblemente no, pero un hombre pálido, nacido en Islandia y de nombre Eidur, luchó contra esto y mucho más. Y no venció pero tampoco salió escaldado. Esta es la historia de Guddy.
El aficionado español comenzó a reconocer a Eidur con la llegada de Mourinho al Chelsea. El islandés fue uno de los pocos futbolistas que pasaron el corte del tándem Abramovich-Mou en el verano de 2004. Al club arribaronCon Mou, Guddy era llegada ni más ni menos que Cech, Robben, Drogba, Carvalho, Ferreira, Tiago o Kezman, entre otros. Casi nada. En esa amalgama de jugadorazos, Guddy nunca tuvo un puesto fijo, aunque casi siempre podíamos encontrarle en dos posiciones muy definidas: delantero centro e interior, siendo quizás este último su rol preferido. Mourinho construyó un equipo impresionante al contragolpe, con Robben, Duff o Joe Cole como extremos y Lampard como lanzador. En ataque, a Gudjohnsen solo se le exigía una cosa: llegar a gol. Y llegaba, la verdad es que sí. Su tanto al Barça en la Champions 2005, el ejemplo perfecto. Al año siguiente, con el retorno de Crespo y el rutilante fichaje de Michael Essien, Eidur perdió el sitio. Por suerte para él, en Barcelona todavía se acordaban de aquella noche en Stamford Bridge.
Para Mourinho, Guddy fue importante pero no imprescindible
Han pasado siete años pero todavía se sigue hablando de él. El recuerdo de su rendimiento es venerado y su perfil levanta más pasiones que el de la mayoría de modelos. En junio de 2006, Henrik Larsson abandonaba el Fútbol Club Barcelona en calidad de semi-mito. Su aportación como habitual suplente de Samuel Eto’o había sido innegable, tocando techo en la final de la Copa de Europa, en la que Henke, saliendo del banquillo, sirvió las dos asistencias de la remontada frente al Arsenal. El sueco representó a la perfección la ejecución de un trabajo complicado; el de ariete revulsivo fajador. Larsson decía adiós a Can Barça. Había que encontrar otro como él.
Si igualar lo inigualable ya supone un marrón, tener que sustituir casi medio año al mejor delantero de Europa ya es la condena total. Gudjohnsen aterrizó en Barcelona para ser el nuevo Larsson y de repente pasó a ser el nuevo Eto’o. Un mal giro de rodilla en Bremen dejaba a Samuel cinco meses fuera de las canchas; un mazazo táctico Guddy vino para ser Larsson, no el nuevo Eto’oirreparable para el que el Barça no había previsto solución. Eto’o era el complemento de Ronaldinho, la profundidad permanente. Un artista del desmarque. A Guddy se le exigió que fuera al espacio una y otra vez, algo que no manejaba y que le condujo a situaciones casi paródicas. Muy pocos futbolistas han caído tanto en fuera de juego como el rubio de Reikiavik. La cruz le llegó en el Clásico de octubre. El Barça visitaba el Bernabéu, estadio donde Eto’o solía sembrar el pánico con sus remates. Con 1-0 en el marcador, un joven Messi sentaba a Roberto Carlos y Cannavaro con un regate-caño espectacular. El gol parecía inminente, hecho. Leo envió el pase de la muerte a Gudjohnsen mientras la afición blaugrana ya celebraba el empate. Por desgracia para el islandés, su disparo se marchó fuera. Un error fatal, cierto, pero que se agravaba por la comparación: Samuel jamás habría fallado eso.
Tácticamente, Gudjohnsen no podía hacer las cosas de Eto’o
A pesar de ello, el ex blue dejó algunas muestras de su calidad en el Camp Nou. Al Chelsea precisamente le anotaría un gol en la Champions 2006-2007. A un toque dentro del área, lo que mejor se le daba. También vio puerta ante el Liverpool, en Anfield. Saliendo como suplente, para lo que había sido contratado. La eclosión absoluta de Messi y el desembarco de Thierry Henry le cerraron las puertas del ataque barcelonista, pero Guardiola decidió quedárselo para su nuevo proyecto. Pep necesitaba interiores fuertes y con recorrido.
La campaña no empezó mal para Eidur. En la jornada cuatro, un remate inverosímil suyo daba los tres puntos al Barça ante el Betis, en una época en la que el cuadro catalán aún estaba en construcción. Ese triunfo sirvió a los de Guardiola para meterse en una racha de nueve victorias consecutivasEl juego de Pep le quedaba muy grande a Guddy en Liga, llegando al Clásico de diciembre con la posibilidad de meterle 12 puntos de ventaja a un Real Madrid en aparente descomposición. La superioridad del Barça parecía tal que pocos dudaban del “uno” en la Quiniela. Pep había logrado un fútbol asociativo veloz e incisivo en base a sus tres grandes figuras: Messi, Xavi e Iniesta. Pero aquel día Andrés fue baja por lesión. Su puesto como interior izquierdo lo ocuparía Gudjohnsen… con nefastas consecuencias. Eidur ralentizó muchísimo la circulación culé, permitiendo al Madrid defender como no se esperaba. El Barcelona sacó el partido pero en la cabeza de Guardiola seguramente quedó marcado el hecho de que a Guddy su obra le iba a quedar demasiado grande. Todo lo que quería de él lo tenía en Seydou Keita. Eidur debía partir.
Ser interior en el Barça de Guardiola, demasiado para su técnica
Y tal y como llegó, se fue. Transcurridos los años, ni Chelsea ni Barça le guardan rencor. En Londres incluso existe un aprecio, merecido tras casi 80 goles en el Bridge. En Barcelona el azar le hizo siempre la puñeta pero queda el recuerdo subliminal de un buen jugador. Y lo era. Máximo goleador de la Islandia que hoy busca el pase a la Copa del Mundo de Brasil. Seguro que a Sigthorsson no le importaría compartir delantera con él esta noche.
Pablo 15 noviembre, 2013
Uh, se acuerdan de Kezman? Era bueno…
De Gudjohnsen solo tengo en la memoria cómo se agarró la cabeza cuando Messi hizo aquel gol maradoniano…