Titularé y empezaré como uno de los textos, enlazado ayer, más fascinantes y enigmáticos que se ha publicado en este espacio y del que soy un total admirador. Como diría Chema R. Bravo, “la historia fue así”. Quinta jornada del campeonato nacional de Liga. Dan las 14h del mediodía y el Mallorca, con un 30% de posesión, con nueve córners en contra y ninguno a favor, tres remates a puerta (siete en contra) y dos goles, derrota al Valencia de un Pellegrino que comentaba en rueda de prensa que “jugando así, ganaremos muchos partidos”. La andadura de Caparrós tenía continuidad, pues a punto se estaba de cumplir un año de su llegada, en lo que fueron 365 días de un milagro deportivo alimentado cada siete días. El equipo marchaba tercero, había empatado en El Reyno y La Rosaleda, y el plantel respiraba de manera limpia y saludable. Era un equipo de Caparrós, con su debe y su haber. Sin más sofisticación que un colectivo unido, Joaquín había devuelto la estabilidad al césped y a la grada; en resumen, consiguió hacer realidad los tópicos, circunstancia más difícil de lo que parece. La isla los necesitaba: “hay que seguir trabajando, día a día, con solidaridad, con ganas (…)”.
Los primeros 365 días de Caparrós fueron brillantes.
El equipo, a su manera, jugaba bien, pues estaba optimizado. Para el que lo viese de forma neutral, el Mallorca no estimulaba, y es que en sus partidos pasaban pocas cosas. La parcela ofensiva se apoyó en el extrafino acierto de Tomer Hemed, contando los minutosVarias lesiones lastraron excesivamente al Mallorca hacia atrás con el hombro de Nunes y su acompañante (primero Bigas, después Conceiçao o Geromel), la pierna de Márquez y el pulmón inteligente de Tomás Pina. Un innegociable 4-4-2 que logró que los minúsculos focos mediáticos que reclama el club bermellón miraran solamente al verde. A partir de ahí, la suerte del fútbol se tornó en mancha, que lejos de aclararse, se ancló como origen de todos los males. Dos días después de vencer y convencer ante el Valencia, Javi Márquez se fractura el tobillo. Tres meses sin tocar balón. Como un efecto llamada, caen Nunes, Antonio López y Joao Víctor. Todos con largos periodos de tiempo fuera del campo. El equipo se resiente y amparado por la duración de las lesiones, decide reforzarse, consiguiendo la cesión de Fontás. Todo da un vuelco que Joaquín ya no podrá resolver. Con un doble pivote lejos de funcionar (Fontás-Pina o Fontás-Martí), con jugadores fuera de posición; un equipo largo, impreciso, desconectado, tocando fondo en el Ciudad de Valencia. La dinámica iba sumando lastres hasta dar con ocho derrotas y dos empates en las siguientes diez jornadas.
Echando la vista atrás, la llegada de Caparrós había suavizado, en base a un trabajo deportivo encomiable, una situación extradeportiva difícilmente sostenible. La misma semana de la firma del utrerano, la familia Nadal dejaba el Mallorca tras laLo institucional sólo se calmó con Caparrós dimisión de Laudrup, formalizando los tribunales, paradójicamente, la salida del club del concurso de acreedores al que se acogería dos años atrás. La realidad en Palma ha sido enormemente transformada por un entrenador que representaba el único motivo de ilusión de un club desfigurado y cuyos problemas han terminado por hacer reaparecer la complicada situación institucional. Un consejo de administración que no es que tenga cuatro patas, sino otras tantas sillas que parecen buscar un destino más desigual que común. Joaquín, notablemente desmejorado y desgastado en el último tramo, pedía una solución en forma de suma. “Hay que sumar”, decía en rueda de prensa. Para entonces no sumaba en nada. Perdió muchos jugadores, había perdido demasiados puntos, y daba síntomas de estar perdiendo el rumbo de los acontecimientos. Seguramente también perdió a parte del vestuario (llamativo fue el incidente Pereira) y sin perder en su totalidad la confianza de la grada (a punto estaba, quizás), terminó por perder su puesto. Suena cuanto menos debatible decir esto, pero todas las decisiones deportivas que figuran tras septiembre y antes de junio, pasan por solucionarlo de la misma manera. No se puede rehacer un proyecto ni cambiar de directiva, y la responsabilidad, que no la culpa, en ese momento tiene siempre un solo nombre.
Con el equipo penúltimo, Serra Ferrer prescindió de Jokin.
Dicho esto, la llegada de Gregorio Manzano se ha de manejar desde lo fácil y lo difícil. Es fácil de entender deportivamente, pues el andaluz es, seguramente, el mejor entrenador de la historia del club a nivel de resultados. Comenzando estos días su tercera etapa en tierras mallorquinas, Goyo ganó la Copa de Eto´o, Ibagaza y Riera, salvando al equipo de manera holgada, para volver años más tarde a conformar un proyecto de cinco temporadas; duradero, fiable, paciente, con brillantes clasificaciones (13º en la 2005-06, 12º en la 2006-07, 7º en la 2007-08, 9º en la 2008-09 y 5º, a un punto de jugar Copa de Europa, en la 2009-10). Su trabajo en el banquillo balear es simplemente irreprochable, pero su vuelta es difícil de cuadrar. La manera de la que salió del club dejó una herida entre afición y mister que la dirección deportiva, encabezada por Serra Ferrer, intenta cerrar con su contratación. Sea o no la manera de hacerlo, el Mallorca anda profundamente tocado. Quizás el entrenador que mejor sabe reconducir situaciones tan particulares como la presente sea el mismo que nunca había sido destituido en su carrera y que curiosamente es el saliente en toda esta historia. No terminaré como terminó Chema, porque esta vez no cuadra mucho que el fútbol sea infinito. El fútbol tiene estas cosas.
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Abel Rojas 6 febrero, 2013
Honestamente, Manzano no me ilusiona demasiado. No es un entrenador que me estimule, no me dice demasiadas cosas. Pero en Mallorca el pensamiento es que conoce el club, que conoce la situación y que va a saber lidiar con el entorno. En estos casos es ya es un aval.
Lo que a mí no me gustaría que se perdiese es tener claro que la plantilla del Mallorca es buena. Incompleta? Vale. Pero es buena. El doble pivote es para asaltar la Europa League en "un año tonto", y los jugadores de ataque… joé. Están luchando por entrar en Champions Betis y Málaga y no creo que ninguno de los dos dijese "no" a Hemed o Gio Dos Santos.
Si el Mallorca cambia el chip debe salvarse. No es un equipo para descender.