Cuando yo era chico todos los equipos tenían en el banquillo un jugador pequeño y rápido que cuando saltaba al campo regateaba a mucha gente. Eran de lo más útil. Si el míster busca una reacción es porque las ideas se han agotado, y nada es más sencillo que pasársela a un tipo abierto en banda para que intente irse de su marca. Y nada enciende más una grada que una gambeta hecha a maldad. No todos los grandes tienen hoy uno así. El Chelsea tiene a Moses, el Atleti al Cebolla, Ferguson podría dar el papel a Nani y Tito saca lo inesperado de Tello, pero no es una figura demasiado común.
El pasado sábado, en un encuentro en el que a mí me gustaron ambos y a mi amigo Arroyo ninguno de los dos, el Valencia remontó un 2-1 al Deportivo por obra y gracia de Juan Bernat. 1,72 metros, liviano, hábil y rapidísimo, tanto en distancias largas como en salidas cortas. Batió a Manuel Pablo en el duelo individual -algo que no es nada fácil pese a la edad del ilustre- y dio a los de Ernesto Valverde la ansiada línea de fondo, algo que normalmente sólo ven por fotografía. Bernat es interesante. Se le ha llegado a comparar con Alba, por tamaño y velocidad, pero es distinto. Su sprint es largo, pero no el de Jordi, y en cambio tiene algo más cuando recibe el balón al pie.
JuanBoccadoro 29 enero, 2013
Gambetear a un rival, bien gambeteado, con gracia y maldad, es una de las cosas que mas encienden a la grada, pero tambien al jugador que la hizo.
Soy fanatico de los "revulsivos" gambeteadores que tan poco se ven ultimamente a mi criterio.