La historia del Club Atlético de Madrid posee la suficiente profundidad en el tiempo y huella en el transcurso del mismo para ofrecer a las crónicas periodísticas y al aficionado, múltiples referentes a nivel deportivo, social o directivo de los que reparar en elogios. Uno de ellos es la respuesta más segura a la pregunta más obvia. Vicente Calderón trabajó sobre buenos cimientos, abrió el libro por la última página y narró la etapa de mayor esplendor. Constructor e ideólogo de un periodo indeleble a la memoria colectiva de varias generaciones y que da nombre al elemento patrimonial común a todo seguidor del club.
Ídolos deportivos, referentes, todos, no caben aquí. Selectivamente sobresalen algunos por encima de otros. Adelardo es vocablo inherente al camino necesario para entender muchas cosas, Paulo Futre registró sonrisaElugio Gárate trascendió en la mejor página de la historia rojiblanca, zurda y momento que marcó aquellos tiempos, Kiko dio una liga y suyos son muchos aficionados que hoy lucen orgullo. Ricardo Zamora y Helenio Herrera no tienen porqué quedarse fuera. Antepasados del banquillo que responden como punto de inflexión de indiscutible calado en los lejanos años 40 y 50. Agüero queda más allá de los márgenes por las circunstancias de su traspaso, pero dejó cinco años que no admiten dudas: era un estandarte. A otro nivel trascendió José Eulogio Gárate, futbolista de excelente trayectoria que supo dar el volumen adecuado a los momentos más efervescentes de la cronología rojiblanca.
Todos ellos fueron realidades y hoy son personajes de una historia que actualmente cuenta con tres referentes sociales por encima de todos. Ya no es terreno del futbolista o del entrenador que da nombre a una etapa o a un título que todos recuerdan. Se describe una ascensión que sólo tres figuras han sido capaces, por diferentes motivos, de emprender con éxito. Haber tenido un pasado como jugador, empapar con su carácter cada capa que rodea a la institución o significar la única esperanza en un momento concreto, hacen de ellos iconos de la entidad; baluartes éticos de una manera singular de entender los domingos.
Luis Aragonés ya pasó. Difícil será que vuelva a entrenar al club del que se encargó personalmente de resituar. Como jugador nunca fue uno más: centrocampista para rotos, descosidos, parches o dobladillos.Luis Aragonés marcó el gol de una victoria momentánea y monumental Aportaba cifras goleadoras, despliegue horizontal y llegada al área rival. Gran pasador y excelente recurso en la acción parada. Su gol más importante, como el no-gol de Pelé, está grabado para siempre en la historiografía del fútbol español, representante de una victoria momentánea y monumental que no fue tal. Aquel hecho marcó a un conjunto que tras la marcha de Juan Carlos Lorenzo se puso a sus órdenes. Una decisión de brillante continuismo que encontró en el Sabio a un categórico líder que glosaba todas las constantes de la década prodigiosa del Atlético de Madrid. Dividido su recorrido en varias etapas, la Copa del 92, el ascenso a Primera y su imperecedera labor al frente del combinado nacional, imposibilitan que Aragonés cree la más mínima discordancia: es un referente social.
Fue entrenado por Luis durante dos años. Con él vio cumplido el sueño de jugar como delantero centro en Primera División y en el club de sus amores. Con él aprendió a escuchar y escuchó para aprender.Torres no ganó ningún título ni jugó en Europa, pero era un aficionado más Primero un oficio, después sus circunstancias. Todo comenzó en Albacete, el primer paso hacia el equívoco de muchas cosas a nivel institucional. Son las circunstancias de Fernando Torres, entre las que no se encuentra ninguna de valor material. No ganó ningún título, no jugó nunca ninguna final, nunca ganó un derbi y jamás jugó en Europa; su contexto fue el más complicado de sobrellevar. Es el padre de centenares de quinceañeros que le miraban a todas horas; el hijo de esos padres que llevaban a su hijo al campo con el único pretexto de agarrarse al Niño como única esperanza. Era uno de ellos, un aficionado más, dotado de unas condiciones suficientes para desesperarse desde dentro y no desde la butaca. Su incondicional agradecimiento e identificación con la gente imposibilitan que Torres cree la más mínima discordancia: es un referente social.
“Es el mejor partido de la historia del Club”. Un mantra que ha impregnado las páginas más actuales de los diarios de cualquier índole. Para el Simeone entrenador, este titular marca su sello como técnico cuyo comienzo al frente del equipo también empezó en Albacete, tras una eliminación copera. Compartió equipo con Fernando el año del centenario, y como Luis, él sabe qué es este club. A veintiocho de diciembre de 2011 el Cholo expresaba que las cosas sencillas no tienen mérito. Le dijeron que era muy joven para intentar el reto de Racing y Estudiantes, que no tenía trayectoria para capitanear a todo un River Plate, que no tenía nada que ganar en un proyecto roto a orillas del Manzanares. Simeone buscó desafíos personales para sentirse vivo, sentencia que reflexionó literalmente. Como jugador logró el único doblete que lucen las vitrinas y como entrenador ya es guardián de un espíritu común. Su poder de transmisión hace mejores a los jugadores y felices a la gente. Maneja un discurso enérgico e identitario; busca el compromiso, el sacrificio, la comunión. Conceptos que imposibilitan que Diego Simeone cree la más mínima discordancia: es un referente social.
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Abel Rojas 12 septiembre, 2012
Luis Aragonés, Fernando Torres y Diego Pablo Simeone. Dos de ellos en la época de los Gil. Así han sido/serán de extraordinarios…
El otro día en Tuiter hablábamos sobre cómo se ordenarían en impacto en la historia del Atlético de Madrid a Torres, el Kun, Forlán y Falcao. Hubo casi empate técnico entre Torres y… Radamel.
Supongo que es un debate sobre qué es más importante entre ilusión y títulos, que a mí me parece un tema interesante. Torres sacó al club de su etapa más negro y fue un motivo de unión durante la misma para toda la masa social. De hecho, Torres metió al Atlético en los medios de comunicación estando en Segunda División, hizo que nadie se olvidara de que el Atleti existía, que es algo que sí ha pasado por ejemplo con el Deportivo de la Coruña recientemente pese a que sólo se ha ausentado durante una temporada. Además su venta implicó una necesaria reestrucuración de la plantilla que consiguió entrar en Champions por fin y dos títulos.
El Kun es, al menos para mis amigos atléticos, el especial. El futbolista que más veces les ha sacado de sus casillas para bien, el jugador al que más ganas tenían de ir a ver al estadio o al bar donde echaban el Atleti. Ese motivo que te hace esperar aun con más ganas el partido. Quizás, y aunque la frase sea gorda no creo pasarme, el talento más grande de la historia del Atlético de Madrid. También el que menos cosas ha hecho en el fútbol de los 4.
Forlán fue la determinación, la consistencia, el que permitía amar a Kun, porque él estaba ahí cuando Kun hacía "un Benzema" -dícese de jugar para mearse entero pero no marcar ningún gol y no dar ninguna asistencia pese a ser el jugador más adelantado del equipo-. Además vestía la rojiblanca cuando se convirtió en Leyenda en el Mundial de Sudáfrica, obteniendo un Balón de Oro, para mí, de pura justicia.
Y a Falcao lo estamos viviendo. En cuanto a puro rendimiento, por nivel y regularidad en el Atlético de Madrid… ¿el mejor de los cuatro?