La derrota de España fue injusta, pero sólo desde un prisma súper objetivo que en el fútbol no suele regir. Milla confeccionó un sistema ilógico en su generalidad e incoherente atendiendo a los jugadores escogidos, a los que se les exigió control cuando son verticalidad. Ganar no ha estado cerca nunca, ni ayer ni contra Japón, y el gol apenas fue una posibilidad real cuando Honduras, presa de la situación, regaló metros a lo bruto. España completó así un torneo a olvidar que, en forma de hipérbole premonitoria, nos ha mostrado hacia dónde puede ir la Selección y nuestro fútbol si no se administra como se debe el gran legado de la Tricampeona. Iniesta, Casillas, Xavi y cía nos regalaron una personalidad, no un disfraz disparatado.
Milla repitió un 4-2-3-1 con una base formada por dos interiores de apoyo, Koke y Javi Martínez. La mala orientación de éstosMilla abusó de la técnica -formaban un cuadrado perfecto con Botía y Domínguez- dificultaba la salida a los cuatro defensores, que ya de por sí estaban como un flan. Se empezaba mal. La siguiente línea, Isco-Mata-Muniain, era un caso. La libertad total no es un valor futbolístico, sino una opción como otra cualquiera que se debe elegir o no según el perfil de jugador que se baraje. Ni Muniain ni Isco tienen hoy la calidad posicional suficiente para administrar una línea de mediapuntas tan flexible como la planteada por Milla. De esta guisa, contactar con ellos era meterles en un lío técnico, ya que o bien bajaban a la base a recogerla y batir línea o bien se les exigía un control orientado de espaldas con presión en la nuca. Insostenible.
Montoya y Alba aún no conocen el plan de Milla.
En lo táctico, lo mejor fue Adrián. El punta es muy sensible, detectaba el desequilibrio y caía bien a las bandas para girar la atención del sistema hondureño, pero su desacierto técnico fue minando su ánimo y reduciendo su aportación. Sin él, la suma de pases frontales subió y subió y, de la mano, el número de contragolpes del rival.
Honduras se condenó a la derrota cuando se cerró a voluntad.
Estas peligrosas transiciones se extinguieron cuando el marcador impulsó a los centroamericanos hacia su área, lo que les dejó sin apoyos arriba tras robo y permitió a España dominar segundas jugadas. Sólo así logró ser profunda, aprovechando que robar ante un equipo que sale implica eliminar líneas con facilidad. Tanto en este marco ventajoso como en jugadas menos agradables Muniain se erigió como el líder, con más acierto técnico que futbolístico, como ya sucedió en la Final de Bucarest, pero ahí queda su arrojo. Interpretarlo bien y asumir que su identidad no atenta contra el estilo encontrado por Luis Aragonés será clave para que España no muera disfrazada. Y para que nuestro fútbol tenga el futuro que merece.
NJosC 30 julio, 2012
Ese afán de la opinión pública de jugar "cómo" el Barca, pues les ha jugado una muy mala pasada.
Tremendo como algo así puede llegar a influir tanto.