La llegada de Cristiano Ronaldo se hizo sentir, de un modo colateral, en el fútbol de Paulo Dybala. Al 4-4-2 con el que Allegri llevó a la Juventus a la final de Cardiff, en el que su ’10’ narraba el plan del equipo, la impactante llegada del astro portugués cambió el sistema y con él el tipo de ataque, uno en el que el argentino ya no fluía por el carril central ni era el talento más potenciado, hasta el punto de que en el tramo final de la temporada pasada quedó relegado a la suplencia en favor del vertical y potente Federico Bernardeschi. Después, la llegada de Sarri vino acompañada de un rombo en el que, poco a poco, paulatinamente, aún sin rango de titular, Dybala está empezando a dar forma con unas ganas indudables. Así, Sarri ya coquetea con la duda, pues tras varias actuaciones positivas en lo que va de campaña, el sudamericano fue ayer el mejor futbolista de los 22 que comenzaron un Juve-Atleti que ha dado la primera plaza del grupo a la vecchia signora.
Paulo Dybala se salió del mapa. Hizo todo. Todo bien
El Atlético de Madrid saltó al terreno con un plan bastante corriente en sus formas: un 4-4-2 lineal, con Vitolo junto a Morata, enlazando con la dupla de Granada, Herrera junto a Thomas, y Saúl y Koke a pie cambiado. Los laterales muy comedidos, incorporándose si había opción -nunca fijaban arriba-, dando pie a medidas más conservadores y a priori más consistentes en un partido que tampoco se desmadró por ningún bando. Sarri habilitó su reconocido rombo, pero con Dybala en lugar de Higuaín, con Ramsey en la mediapunta. La defensa posicional rojiblanca, para más detalle, se ordenó de forma estrecha, lo que le dio al argentino, en un partido tan inspirado técnicamente como inteligente a nivel posicional, un margen mucho más amplio para hacer todo tipo de maniobras y virguerías. Paulo Dybala se salió.
A la altura que entre Juve y Atleti le dieron al encuentro, Paulo fue mezclando su posición con una interpretación fantástica entre la amplitud, la profundidad y la línea de pase interior para crear superioridad. No necesitó que el lateral de su lado le marcara la altura ni le fijara la última línea para que pudiera flotar. El argentino se multiplicó con un ansia y voracidad encomiables, siendo siempre el inicio de las jugadas o la continuidad de las mismas con toques soberbios y trazos muy dañinos, hasta el punto de que todos los rivales a los que trataba de engatusar, le perseguían como si la marca fuera exclusivamente suya. Thomas Partey le seguía, Renan Lodi le fijaba, un nervioso Mario Hermoso se imantaba.
Joao y Correa, más la subida de los laterales, mejoraron al Atleti
Fue con un golpeo difícil de reproducir en cien veces lo que puso a la Juventus por delante. Y ahí, más por necesidad que por ambición, el Atlético cambió las reglas de su plan y buscó con piezas y presión el empate. Entraron Correa y Joao, y las líneas subieron veinte metros, como suele ser habitual: laterales alzados, con ellos Thomas de delineante y más presencia en el área, en número y agresividad. En ese tramó mejoró pero la sensación con el conjunto rojiblanco es si aunque su intención cambie, su techo puede dar de sí. Una pregunta afilada que el domingo tratará de contestar el próximo domingo ante la visita de un tal Leo Messi.
AArroyer 27 noviembre, 2019
Va a ser difícil que el Atlético de Madrid pueda controlar los detalles ante equipos superiores. SI a eso le añadimos que no tiene ni de cerca un jugador que en una noche inspirada te haga un partido como el de Dybala (Joao Felix está muy tierno y en caso de hacer locuras lo haría sin demasiada ayuda colectiva). No hay que darle muchas vueltas: al Atlético le falta mucha calidad y ha perdido mucho carácter.