El Fútbol Club Barcelona sumó otros tres puntos -9 de 9- desde que Leo Messi se fracturara su brazo. Visto que en el cómo se ha generado una circulación de balón más ambiciosa de lo que quizás se advertía antes del encuentro ante el Tottenham en Wembley, las conclusiones deben tomarse como francamente positivas en este tramo competitivo tan particular, pero en su visita a Vallecas tuvo que competir, muchos minutos, alejado de dicha estructura. El Rayo fue especialmente efectivo en sus acciones ante Ter Stegen, supo adaptarse al encuentro desde el inicio y obligó al Barcelona a cambiar piezas, comportamiento y disposición. Sólo un tramo final en el que los madrileños cayeron en la desconcentración permitió al Barça, y a Gerard Piqué, dar la vuelta al marcador.
El encuentro nació con una disposición muy interesante por parte del Rayo, al menos en la teoría, pues el 0-1 llegó del modo ante el que Michel había construido su plan defensivo como medida para frenarlo. El conjunto rayista dispuso un 4-1-4-1 con un ajuste especial para enfrentar a este Barça, el de Jordi Alba. Aunque no está Messi para activar la espectacular ruptura del lateral izquierdo culé, los vallecanos se prepararon para tapar esa vía. Así, Embarba, extremo derecho, no formaba junto a la línea de medios ni junto a la línea defensiva. Su posición estaba siempre relacionada con el arranque de Alba. Como ya ocurriera en otros momentos de la carrera de Jordi, el extremo seguía sus movimientos para cerrar con cinco atrás y negar la profundidad más primaria del Barça actual.
Jordi Alba volvió a ser crucial en el 1-0
Bajo ese primer ajuste, enfrentó el Barça de los centrocampistas, esto es, Arthur, Busquets, Rakitic, Rafinha y Sergi Roberto, para modelar el campo y darle la forma que mejor les conviene. Se viene observando cómo se comporta el triángulo Busquets, Rakitic y Arthur, con el croata muy cerca de Busquets y Arthur un poco más adelantado para dar sentido a las piezas más alejadas. Esa capacidad de distracción, en la que Busquets está brillando como nadie, encontrando entre líneas a Rafinha y Coutinho, hizo elevar la altura de sus laterales. Y el Rayo, que estuvo especialmente intenso, activo, atento y preciso en todas las anticipaciones en zonas interiores, contuvo al Barça hasta y después del gol. Los de Michel, apoyados en buenos minutos de Gálvez y Amat, defendían con rigor su campo.
En ese momento del juego le faltó desequilibrio al Barcelona. Se notó quien no estaba y con el empate de por medio, Ernesto Valverde dio entrada a Ousmane Dembélé. Esa decisión está trayendo consigo para el Barcelona asumir una serie de condicionantes, en uno y otro sentido, que se hicieron especialmente visibles desde el primer momento. El francés representa una posibilidad más para la improvisación, el gesto único ante la defensa desgastada del rival; también un nuevo escenario de menos control y apoyo organizado, de continuidad con balón, que al Barça le desconcierta. Pero lo cierto es que su presencia, sin mayor relevancia que la de gol, tuvo recompensa.
Gerard Piqué condicionó la defensa del área del Rayo
Lo que terminó ocurriendo en el último tramo estuvo muy relacionado con la figura de Gerard Piqué. Por el juego desplegado no se advirtió que los culés pudieran darle la vuelta a un encuentro que el Rayo puso a su favor con rápidas salidas por bandas, la ubicación del campo de la que sacan rédito los planteamientos más reactivos ante el Barça. De ese modo, Valverde, que ya había dado orden de entrada a Arturo Vidal y Munir, puso al central catalán en el área, y su efecto fue demoledor. Tanto la marca que él fijaba como la zona de rechace en la frontal tuvieron una respuesta muy tibia por parte del sistema rayista. Consecuencia: los dos goles contaron con una determinante presencia del ‘3’ en la victoria final.
McKinley 4 noviembre, 2018
Apuntes:
El gen competitivo de Piqué es indispensable para el equipo. Para mí, el mejor central del mundo en los últimos 10 años.
Luisito sigue fallando bastantes pases/controles, pero es vital para el equipo. No está tan acabado como yo pensaba.
El par de Sergi Roberto siempre llega antes que él en los balones al área.
Entrenar a un equipo top requiere grandeza. Guardiola, Klopp o Simeone la tienen. Valverde aún no la ha demostrado.