El fútbol colombiano dispone de aquello que conquista a todo aficionado al deporte y lo expresa como nadie en las Copas del Mundo. El carisma de su fútbol, el sentir de sus futbolistas y su gente, y el talento de esta generación convierten su presente en una constante oportunidad para trascender. En el día en el que podía caer eliminada, la selección de José Pekerman se vistió para la ocasión, alineó a todos sus fenómenos y bailó a una Polonia que se marcha de Rusia sin constantes vitales futbolísticas. El cuadro sudamericano se vio algo nerviosa pero también de esa manera derrochó iniciativa y personalidad para resolver problemas. Desde el banquillo, el entrenador no escondió ninguna de sus cartas.
«Juan, crack, crack, sos un crack, Juan!». Lo grita Pekerman con ganas tras el segundo gol de Colombia, fabricado mediante un pase maravilloso del jugador de River. El grito es directamente para el propio Juan Fernando, al que busca con cada palabra hasta que éste le mira y se acerca para ser cómplice y agradecer el piropo. Y es que el genial zurdo de Medellín fue la gran apuesta colombiana en el segundo partido, principalmente por estar en el mismo ‘XI’ que la estrella del equipo, James Rodríguez. Dos ’10’ naturales que formaron parte del once inicial, junto a Radamel Falcao, Juan Cuadrado y el mediocentro Wilmar Barrios. Efectivamente, Pekerman salió con todo.
Pekerman apostó por la combinación James-Quintero
Su rival, una Polonia aturdida y desnortada durante los 90 minutos, sumados a los 90′ anteriores, cambió también su disposición, con Zielinki más arriba y sin Arkadiusz Milik. Nuevamente, los de Nawalka mostraron muchas carencias para incomodar a un rival con más capacidad e intención de crear con pelota, facilitando a Colombia la recuperación del esférico y la posibilidad de atacar con espacios. En dicho escenario, Pekerman dio libertad a sus zurdos, habilitados por un gran Barrios y dio toda la banda a Juan Cuadrado, incansable y siempre acompañando cada ataque, secundado por un enérgico Santiago Arias.
Aunque la superioridad fue manifiesta, lo cierto es que los colombianos arrancaron muy precipitados. Sus toques intentaban activar la llegada al área, seguramente con demasiado ímpetu. James y Quintero son de por sí dos jugadores muy agresivos con la pelota, más si uno de ellos baja para encargarse del primer pase siendo éste siempre hacia delante, pero lo que se percibió es que cada envío filtrado comía tiempo a la jugada y favorecía un potencial contragolpe europeo. Todos los jugadores se movían de posición y buscaban pases definitivos o acelerados. Pero como ante Japón, el corazón con el que lo hacía todo Colombia compensaba de sobra, aunque el juego no fuese dominado. Y ante esta Polonia, Colombia sólo necesitaba ajustar el ritmo y esperar su oportunidad.
Los dos ’10’ estuvieron enormemente inspirados
De la mano de la genialidad, los de Pekerman encontraron en James y Quintero la llave para hacer claudicar a los polacos. Con su movilidad y su extraordinaria calidad en el toque, levantaron las trincheras y conectaron con Falcoa y Cuadrado para poner broche a una noche repleta de identidad cafetera. Polonia, que había habilitado una línea de tres, quedó completamente desguarnecida y sin ayudas y ajustes propios del pasado más reciente de los de Nawalka. Colombia dio el calló en la primera bola de partido. Y lo hizo desde la magia, pues muy pocas selecciones tienen a jugadores tan sumamente especiales.
David de la Peña 25 junio, 2018
Qué partido más bonito. Cuánto amor propio y cuánta ilusión por parte de Colombia. Y ojo, les pudo costar algún disgusto, porque el ritmo que pusieron desde el primer tiempo fue frenético, pero al final tanto pase de riesgo acabó por aturdir a Polonia.
Y yo, enamorado de Quintero. Reconozco que es un jugador que, con esos riesgos constantes que asume (y más donde le pidió jugar ayer Pékerman, que tenía detrás a Barrios y los centrales muchas veces únicamente), puede provocar problemas, pero es que es tan "canchero". Ese constante engaño, tiene siempre en la cabeza un pase para batir líneas, y la gestualidad tan bonita que tiene. Es un jugador de culto, vamos, no hay duda alguna.