La final de Cardiff fue una exhibición a escala de lo que el Real Madrid logró durante los últimos meses de la temporada pasada. Los hombres de Zinedine Zidane, de la mano de Isco Alarcón, Marcelo Vieira y Dani Carvajal, consiguieron reproducir un sistema que valía, y de qué manera, para ese preciso momento. Su estructura demostró que no era sostenible a largo plazo, que dependía de una exuberancia rítmica, técnica y competitiva tan especial como delicada. Fue tan demoledora y visual, dando cabida a la definitiva explosión del crack malagueño, que Zidane siempre la tuvo en mente para esta temporada visto que la segunda unidad no pudo ser activada. El resultado ha sido mucho más dispar, y ha supuesto precisamente la constatación de lo particular de la propuesta lo que ha llevado al francés a mantener semana tras semana un pulso por equilibrar lo que dejaba a deber tanto el 4-3-1-2 como su posterior intento de compensación, el 4-4-2 con bandas reforzadas.
Así, el Real Madrid llegó a los cruces con alguna cuenta pendiente. Por un lado había recuperado el autoestima de sus mejores jugadores, los que al fin y al cabo montaban el sistema, pero por otro, le había sido muy complicado alimentar determinados planteamientos: contaba con menos recursos activados y el juego colectivo no era tan brillante ni tan efectivo como el Madrid de Isco y el de la segunda unidad. Por eso, Zidane ha tenido que alternar, entre prueba y precedente, para cerrar algunas puertas que logren poder abrir las más importantes. Todas no las pudo descerrajar, así que tuvo que ir haciendo la goma por el camino. Una muestra de ello es el papel de Cristiano Ronaldo, de cómo queda rodeado el portugués para participar y rematar. La duda es difícil de resolver porque la manta tiene unas medidas y estirada queda algo forzada. Bayern y Juventus pudieron comprobarlo.
Juventus y Bayern fueron dos claros ejemplos de las dudas blancas con sus sistema
De entrada, una de las claves que ha llevado a Zidane, y en esto lo del ‘huevo o la gallina’ va de la mano, es que sus laterales no han podido dar continuidad y mantener el tiempo un estado tan alto de frecuencia, intensidad, inspiración y frescura para recorrer los costados sin referencias en banda que les permitieran interpretar la llegada, tener libertad para dar forma a jugadas o profundizar con compañeros que llamen la atención. Desde ahí, Zidane buscó compensar desde lo más esencial, con dos bandas abiertas o una más fija y otra más móvil, pero con el 4-4-2. Los laterales podrían compartir algunas tareas y Ronaldo sumaría un acompañante para trazar movimientos complementarios. Esta idea tuvo su contra en la falta de confianza que sigue atravesando Karim Benzema y la limitación que, en ausencia de Casemiro, se produce para que Modric pueda acercarse al área.
Potencialmente fue una respuesta a lo que por ejemplo pasó en la vuelta de cuartos de final ante la Juventus. Allí, el Real Madrid, formando 4-3-1-2 con Isco en la mediapunta, tuvo serios problemas para darle continuidad a sus ataques y a poder lateralizar su defensa tras la pérdida. Tal fue el impacto, sobre todo por la efectividad juventina, que el campeón ajustó en la segunda mitad y se preparó para visitar el Allianz con una versión mixta. Isco y Lucas en las bandas de un 4-3-3. Y entonces, Cristiano tuvo que ser hilo y aguja frente a la defensa bávara. De cara a la última noche, la que se jugará en Kiev, la amenaza exterior del Liverpool inglés se muestra evidente. Zidane necesita las tres cosas: presencia en banda, superioridad en mediocampo y compañía para Cristiano. Un deseo que tratará de cumplir en base a la prioridades de superior rango.
Acomodar a Marcelo es acomodar al Real Madrid y a Cristiano Ronaldo
La defensa del Liverpool puede definirse en un punto intermedio entre su capacidad para el sacrificio, la concentración y la presencia en número con la dificultad para no ser desbordado. El conjunto de Jürgen Liverpool se entrena para atacar, presionar y contragolpear, pero no para ocupar su propio campo de tal modo que se niegue a ser desbordado en los costados o en el área. Tiene capacidad para repeler acometidas peor no para evitarlas. De ahí que las posibilidades de prorizar una estructura que conceda iniciativa y posibilidades a los laterales blancos sea el primer paso para estabilizar el trío de anhelos antes citado. Si Marcelo y Carvajal son acompañados, la acción inspirada y la aparición de ocasiones, junto a un segundo punta, sea Bale o Benzema, parecen una opción más propia con la esencia de un Madrid prestigioso y dominante en una cita trascendental.
Así, el papel de Ronaldo, cada vez más enfocado a partir desde la punta con libertad para intervenir y merodear con alguien que le releve continuamente para ser apoyo en la mediapunta o distracción para la marca de los centrales, encajaría con un Madrid que retroalimentaría las necesidades de los nombres que van sumando diferentes aptitudes en pos del dominio y la estructura que les conceda llevar las riendas, alejar cualquier conato de contragolpe y poner a su hombre gol frente a la portería. Kiev dictará cómo de larga es la manta con la que Zinedine Zidane tratará de arropar a Cristiano Ronaldo.
felipbras 21 mayo, 2018
Creo que los jugadores que jugaron vs Villarreal serán los de partida, o por lo menos son lo que yo pondría.
Isco porque para mí su presencia es importante trabajando la recepción tras la presión de los medios del Liverpool
Y Bale porque un Bale en este estado de forma cuesta mucho que sea suplente ya no sólo en el Madrid, si no en cualquier otro equipo. Y si además lo comparamos con el estado de Benzema pues… eso y que el galés por si sólo puede cambiar la forma de defender de los ingleses, no pueden subir la lineas sin preocuparse del balón a la espalda, el cual siempre sería un recurso fácil merengue. Me gustó mucho como se movió por todo el frente del ataque vs los amarillos este fin de semana.
así que yo sí jugaría con el rombo esta final, a pesar que muy pocas veces me ha gustado este sistema. No veo al Liverpool como un equipo peligroso en su juego por las bandas. Básicamente porque no creo que busque tener la posesión, buscará acabar los ataques lo más rápido posibles y robar en el centro. O sea no va esperar a que el Madrid aún que jugases con el 442 formase la doble pareja en banda, con lo cual no veo necesario preocuparse mucho por ello.
Es mucho más importante castigar la espalda de la presión que ejercerán a Kroos y Modric. Ahí estará la final, si el Madrid consigue castigarla el partido se parecerá bastante al 3-0 vs el Borussia de Klopp en el Bernabeu, si no pues tiene todas las papeletas para perder.
Va ser interesante porque el Pool de Klopp nunca se ha enfrentado a un equipo tan capacitado para salir de presiones, ni siquiera el City. Los de Pep intentan salir de la presión por sistema, pero ahora Klopp se enfrentará a gestos técnicos que no se dan en ningún otro equipo del mundo.
Por cierto otra cosa que se ha vuelto a ver mucho este fin de semana fueron los continuos cambios de banda merengues. Cualquiera intentaba rápidamente buscar la otra banda. Hubo una jugada que el Madrid sacó el balón desde atrás haciendo pases en diagonal de un lado a otro hasta llegar al área del Villarreal.