El 28 de agosto de 1997, el Real Betis cerró el traspaso de Denilson convirtiéndolo en el futbolista más caro de la historia tras una operación que pareció una película tragicómica. Según confirmaron tanto el jugador como su representante en tiempos recientes, Denilson y su club de origen, el Sao Paulo FC, alcanzaron un acuerdo verbal con el Real Madrid en el verano de 1996 al que desde la casa blanca no se pudo hacer frente por su maltrecha economía. 365 días después, fue el FC Barcelona quien acudió a su reclutamiento con el anhelo de cubrir el vacío que iba a dejar Ronaldo en el Camp Nou huyendo al Inter de Milan, pero los culés se echaron para atrás y decidieron volcar sus esfuerzos en el deportivista Rivaldo. Con el Barça fuera de la operación, la SS Lazio era el último escollo de cara a que el prometedor extremo zurdo aterrizase en la capital de Andalucía, y una vez la oferta verdiblanca se incrementó 3,5 millones de dólares, el presidente Manuel Ruíz de Lopera cumplió el gran sueño de reunir al tridente Denilson-Alfonso-Finidi. Por cosas como aquella, tan similares a cuando un ciudadano español de clase media contraía su segunda hipoteca para comprarse un piso en la playa, nació «La Liga de las Estrellas»; una época, vista con perspectiva, bastante desaprovechada por nuestro fútbol.
El boom de Ronaldo Nazario confundió a los clubes europeos e iniciaron la búsqueda del siguiente.
Parte del poco partido que se extrajo de la inversión acometida derivó del típico mal del nuevo rico. Los clubes de La Liga no estaban profesionalizados para manejar las fastuosas cantidades económicas que trajo el contrato televisivo que recién había entrado en vigor. A ello se le sumó el extraordinario boom que supuso Ronaldo en la cultura popular del mundo y de este país en particular, pues nunca se había visto un adolescente marcando así la diferencia en Europa y todos persiguieron su propia recreación. El fichaje de Denilson por el Betis no fue sino la consecuencia de aquel doble hecho conjugado: el nuevo contrato televisivo y la enfermiza búsqueda del nuevo chico de oro. ¿Problema? Él no lo era.
El repertorio práctico de Denilson era mucho más limitado de lo que aparentaba en un principio.
Denilson fue un jugador interesante pero nunca un proyecto de estrella. Si ahora se revisa el archivo y se repasan sus supuestas exhibiciones en el Sao Paulo FC, lo que se descubre es un extremo con notables facultades físicas y una gran técnica para conducir la pelota a gran velocidad que adolecía de muchísimas limitaciones para transformarse en un jugador de los que dan puntos: su lectura de juego no iba más allá de recibir la pelota al pie y encarar al lateral derecho verticalmente, su explosión física no duraba lo que las mejores y acababa desinflándose en las acciones en las que partía desde más atrás, carecía de cualquier tipo de instinto o técnica para hacer goles y, lo más llamativo, tratándose de un regateador, reducía su abanico práctico real a un único drible: la bicicleta múltiple con salida hacia el exterior. Nada más. Su otra jugada reconocible, el recorte de tacón hacia el interior también típico de Roberto Carlos, no tenía verdadero uso tangible porque, tras hacerlo, no veía nada por dentro y volvía a salirse hacia fuera. Denilson podría haber sido un hombre relevante en un equipo de juego de posición típico de Van Gaal que le pidiera dos o tres cositas por noche, pero jamás se trató, ni pudo tratarse, de un jugador global. Su decepcionante -aunque noble y emblemático- paso por el Betis resultó coherente. Demasiada responsabilidad, y demasiada exposición, hacia un potencial que no daba para tantísimo.
La irrupción de Joaquín, un talento más global, dio sentido al fútbol de Denilson y le permitió rendir.
Poéticamente, que es como a menudo suceden los acontecimientos en el deporte, a Denilson, el icono de La Liga de las Estrellas, le rescató aquello que luego rescataría al fútbol español en general del pozo en el que le sumió La Liga de las Estrellas: la cantera. Fue la ascensión, explosión y consolidación de Joaquín Sánchez quien otorgó sentido al limitado repertorio de Denilson y lo encauzó por fin para dotarle de cierta productividad y, sobre todo, mucha intimidación. Con el genio gaditano acaparando juego, imprimiendo pausa en la derecha e imantando hacia sí cada recurso defensivo de su adversario, Denilson mutó a tapado del Betis y, en base a su intensidad, supo aportar a su equipo. Pero por desgracia, justo cuando había conseguido rendir y justificar no la apuesta por su fichaje pero sí su titularidad en el once, entró en la espiral de lesiones que le privó de su explosividad y, por ende, de poder competir en Primera División. Una pena. Había sabido esperar su momento. Merecía disfrutarlo.
Foto: FiroFoto/Getty Images
Soprano_23 16 noviembre, 2017
Pues Denilson era uno de esos 15/20 jugadores que marcó a mi generación cuando jugábamos en el fútbol base porque coincidió el primer boom de YouTube, al menos con respecto al contenido Fútbol, por los compilados de Skills que se hacían (aún casi no habían resúmenes de partidos, más allá de los goles, ni compilados de un jugador Vs rival, que sí que sirven para hacerse una imagen más acercada a la realidad de los jugadores).
Así, siempre que veo o leo sobre Denilson me acuerdo de esa figura youtubera de dichos vídeos tan míticos. Y al final era un jugador cuyo juego impactaba bastante en higlights, salvo que es verdad que luego era un jugador bastante insustancial y poco influyente.
Ay esos vídeos motivacionales de allá por el 2000 pre-partido o usados para practicar los trucos en la calle. Míticos Denilson, Okocha, Davids, Riquelme, etc… qué nostalgia^^.