Los capítulos que más sorprenden en la original historia de Messi y su Argentina son aquellos que en teoría no le corresponden al, para muchos, mejor jugador de la historia. El fútbol sudamericano está pintado con barro, y eso nos encanta, pero hay episodios que, de tanto pintarse, parecen hasta manchados. Jugar en Ecuador, contra una Ecuador «B», uno de los partidos más importantes de la historia moderna de la albiceleste representa un gran ejemplo. El D10S del fútbol debía resolver una misión agónica sin su mayor capacidad: el juego. Porque jugar, en ese césped, a esa altura, y ante dicho rival, era imposible.
Los ecuatorianos eran súper verticales y rapidísimos en ataque.
Ecuador «B» fue un equipo, si somos honestos, inolvidable. En cuanto al aspecto, sus hombres resultaban de lo más pecualiares, con fisionomías más acordes a deportes como el rugby o el fútbol americano que al que reina entre los latinos. Su estilo ofensivo, además, destacaba por su extrema verticalidad: la mayoría de los pases de los ecuatorianos eran envíos larguísimos a la espalda de la defensa de Sampaoli (Mercado, Mascherano, Otamendi, Acuña), hacia la que corrían los extremos-bala Ibarras (Renato y Romario) a toda velocidad. Era un espectáculo insólito.
Expuesta su naturaleza, hay que reflejar que tanta extravagancia no era óbice para que la empresa implicara dificultad. La intensidad del reto era abrumadora porque los sprints de los atletas, por cantidad y velocidad, eran increíbles. Mascherano, por citar al más afectado, sufrió como pocas veces. Pese a su experiencia, le costó competir.
La desorganización defensiva local permitió a Messi llegar al gol.
Pero nos falta un rasgo por definir en el repertorio de esta Ecuador: su apabullante desorganización defensiva. Zona de mediocentros vacía, defensas de unos contra uno donde el zaguero giraba sobre su propio eje como una peonza y mejor no hablar del sistema de ayudas cerca del área propia, en virtud del cual los centrales llegaban a ponerse uno detrás del otro como formando una fila india. El 1-3 lo reflejó con exactitud. Y es que ahí estaba la puerta para que Argentina, que ayer, como no durante toda su vida, pero sí como durante toda esta fase clasificatoria, fue Messi y sólo Messi, consiguiese el objetivo.
Leo iba a gozar de pocas, porque Argentina no podría ser ni precisa, ni continua ni dominante; pero asequibles, debido a las pobres pautas defensivas de su oponente. Todo dependería de que las metiera para dentro. Y fueron tres de tres. El hat-trick de la vida. El que regala a Sampaoli, Dybala e Icardi seis meses para crear un sueño que, en este momento, no es ni pesadilla. Argentina, cuando duerme, no ve nada. Quizá nunca pareció menos candidata a una ganar una Copa del Mundo.
Foto: JUAN RUIZ/AFP/Getty Images
Jokin 11 octubre, 2017
Como dijo el gran Julio Maldonado en Twitter después del anterior partido de Argentina, a pesar de que Leo no consiguió convertir gol alguno. Argentina son Messi y diez mas