Hubo muchas cosas en las que poder detenerse en este primer compromiso de ida entre Hoffenheim y Liverpool pero el resumen, seguramente, responda a una cuestión de calidad individual y momentos de inflexión. Precisamente, de clasificar y lograr el pase, los de Jurgen Klopp podrían experimentar esa misma sensación a la inversa, pues su zaga y su sistema no le permiten ser muy optimista ante determinados rivales, pero ante los alemanes, el paso de los minutos y la figura de Sadio Mané le acercó a la fase de grupos de esta edición de la Liga de Campeones. El choque entre Klopp y Nagelsmann, principalmente en la primera parte, no defraudó en ningún momento.
Nagelsmann acaparó atenciones con un juego muy protagonista
En los primeros 45 minutos pudo contemplarse buena parte de los rasgos de un equipo, el Hoffenheim, que por encima de cualquier otra consideración, lo hizo todo en raso. Cercano al 65% de posesión y conectando todas sus piezas con pases a ras de césped, el conjunto alemán cuajó una primera parte de una enorme personalidad. Fue protagonista, fue profundo, salió siempre desde atrás, fue consciente de sus riesgos, jugó con ellos y fue superior en el reto que le propuso Klopp a su cuidada salida de balón.
Klopp trató de poner un cepo particular en la salida alemana
El técnico red armó un 4-3-3 con el que intentó separar a los tres centrales rivales -Bicakcic, Vogt y Hübner-, para después salir a robar al nexo intermedio, en este caso Demirbay. Al conocer la naturaleza de Nagelsmann, con sus zagueros tocando, conduciendo y filtrando -tomando decisiones, todas de pase raso-, intentaba robar en la primera recepción, con Henderson y Wijnaldum buscando el cogote del mediocentro local. En esta situación, muy repetida en toda la primera mitad, ambos podrían argumentar un éxito, pero dada la dificultad expuesta, el Hoffenheim respondió realmente bien. Kramaric venía por dentro, Kaderabek se proyectaba por fuera y se tocaba rápido para girar y jugar en campo rival. Las sensaciones eran muy positivas en clave germana.
Sadio Mané fue una pesadilla para el Hoffenheim
Pero el doble golpe de errar un penalty y recibir el gol de Alexander-Arnold obligó al Hoffenheim a tomar riesgos que no puede sostener su nivel individual. En el intercambio de transiciones salió mal parado, principalmente a la tormenta de movimientos que desató Sadio Mané por banda izquierda. El senegalés bailó con la pelota en cada acción y fue el hombre que más desequilibrio y poderío le dio a un Liverpool que se mostró bastante menos productivo en posicional, con muchos problemas en su retaguardia cuando afrontaba situaciones de peligro. El nivel de sus zagueros, Lovren y Matip, será una de las cuestiones que deberá responder Klopp para presentar según qué candidaturas.
Foto: Alex Grimm/Bongarts/Getty Images
@alvarofrances9 16 agosto, 2017
Qué buenas acciones dejó Wagner. A un equipo de juego de posición, tener una salida larga que le plantea la posesión 30 metros más adelante con un simple envío, le da la vida.