Al término del encuentro, los aficionados del Málaga declaraban que no habían merecido perder pero que, si el mismo envite, tal cual, se repitiera 10 veces, perderían las 10. Parece una frase incoherente, pero resumió bien lo que supo exponer anoche el equipo de Míchel contra el irregular Atlético de Madrid de Diego Pablo Simeone.
Míchel movió la pizarra y estrenó un 5-3-2 con Rosales y Juankar ocupando los carriles enteros, Camacho de pivote liberando a los jóvenes Fornals y José Rodríguez para que se fueran hacia arriba como interiores y una doble punta formada por Sandro Ramírez y, lo más interesante, Keko. Una alineación novedosa que dotó al Málaga de mayor capacidad de control porque, por primera vez en muchas semanas, encontró recursos para hacer lo que deseaba, lo que en gran medida, permitió al aficionado descubrir de qué se trataba eso.
Partey en banda derecha facilitaba la circulación blanquiazul.
La superioridad numérica en su primera altura (Luis Hernández, Llorente y Torres o Ricca contra Torres) le proporcionó tranquilidad para tocar el balón sin temor a la pérdida; algo que practicó con paciencia hasta que surgió elpase que batiera línea. Con Juankar y Rosales abriendo el campo, y con Thomas Partey, demasiado impulsivo, desequilibrando el esquema rojiblanco en su sector derecho, solían aparecer huecos por dentro que los de Míchel empleaban para encontrar en tres cuartos a Fornals, Rodríguez y, en especial, un Keko de movilidad maravillosa que recordaba al de sus mejores compases en Ipurua pese a que ocupaba una posición distinta. Además, cualquiera de los tres, tras la recepción, sabía imprimir la pausa para cerrar al Atlético sobre ellos y hallar libres en banda a Juankar o Rosales. Era un ataque fluido y lleno de sentido.
Al Málaga le faltó poner más hombres en la zona de castigo.
La traba para los de La Rosaleda se avisaba a la hora de finalizar. Aunque los carrileros llegaban a línea de fondo con limpieza y sus interiores tocaban mucho balón en los picos del área, en el corazón de la misma existía un vacío que a veces no rellenaba ni el delantero centro Sandro. Era como si el Málaga hubiese invertido demasiadas piezas en la búsqueda -y el encuentro- del control a costa de desguarnecer la zona en la que se cobran las facturas. Y no pudo cobrar ninguna. Habrá que ver cómo solventa esto Míchel. No se atisba tarea fácil, pues ninguno de los futbolistas que se asentaron por detrás del esférico parecieron, así a simple vista, prescindibles.
Foto: JORGE GUERRERO/AFP/Getty Images
deris 2 abril, 2017
Coincido con lo expuesto en el texto, creo que explica muy bien el partido del Málaga ayer. Con mucho control del balón y paciencia en la circulación encontraba la forma de llegar hasta el balcón del área en buenas situaciones, pero una vez ahí, faltaban hombres y claridad de ideas para finalizar esas posesiones con peligro real.
Creo que en parte se debe a que los jugadores que llegaban a esa situación les falta un punto de creatividad, o incluso de "mala leche" para sacar algo productivo de la jugada. A mí en todo momento me pareció que el único del Málaga que podía hacer gol (balón parado aparte) era Sandro, que sí que tiene esa picardía, ese descaro y ese golpeo de balón con intención de hacer gol, los demás (Rosales, Juankar, Keko, Fornals) a pesar de tener cierta calidad les veo muy inocentes.
Al Málaga le hace falta en ese once algún otro jugador con desborde, gol o último pase para traducir el dominio en peligro real. ¿Juanpi? ¿Jony?
En el Atlético…qué partido más pobre. Es cierto que tampoco le hizo falta más, porque los tres puntos no peligraron en ningún momento, pero es que durante muchos minutos el ritmo del Atlético fue de amistoso o de entrenamiento.
Y cada día más claro que Thomas Partey no da el nivel para este equipo. No ha llegado ni al minuto 60 en ninguno de los partidos que ha jugado porque es que es una debilidad constante. Que tiene que jugar porque no hay más, pero es que lleva ya dos años en plantilla y no aporta nada.