La Real Sociedad de Eusebio Sacristán es un equipo que destaca por tres cuestiones muy significativas. La primera es que juega muy bien y que, además, lo hace de una forma increíblemente coherente. Muy natural. Todos sus futbolistas tienen un rol particular que se va complementando entre sí como si de un gran puzzle se tratara. La segunda cuestión hace referencia a que el donostiarra no es sólo un conjunto que juega bien, sino que también hace jugar mal al rival. Esto no siempre va unido, pero en el caso de la Real es evidente. La manera en la que se escalona en ataque, en la que presiona tras pérdida, en la que se reestructura sin balón… Nunca concede nada, siempre exige mucho. Y, por último, como consecuencia de las dos anteriores, está el hecho de que no haya partido en el que no haya 8 o 9 futbolistas susceptibles de elogio por parte del espectador, del analista y del técnico. Porque siempre están Íñigo, Illarra, Zurutuza, Vela y Willian José, pero también se suman con asiduidad Yuri, Raúl Navas o, por supuesto, Prieto. O, como en el caso de ayer y casi por primera vez en la temporada, un fenomenal Mikel Oyarzabal.
Durante 75′, el partido sólo fue de la Real Sociedad.
Todo esto se vio perfectamente anoche ante un rival de entidad. La Real comenzó bien, juntándose en torno al balón y progresando sin asumir ningún tipo de riesgo. Generó situaciones de centro lateral, activó a Oyarzabal entre líneas y consiguió adelantarse por medio de Willian José. Después, cuando el Villarreal respondió, el equipo de Eusebio supo sobrevivir sin balón. Nunca quedó mal parado, nunca se desequilibró por no tener lo que a fin de cuentas da sentido a su juego. Entendió el momento del partido y compitió desde la incomodidad. Y quizás por eso ese factor imponderable que tiene el fútbol le sonrió con la llamativa acción del segundo gol.
Ya en la segunda parte y con el conjunto de Escribá estirándose, Anoeta vio como su equipo podía cambiar de registro sin perder un gramo de competitividad. Controló toda incursión amarilla, anuló la circulación interior a partir de la dominante figura de Illarramendi y dejó prácticamente a cero a Sansone y Pato, dos delanteros que se caracterizan por su movilidad y por su buena relación con el juego. Fue por esto por lo que, salvo en los últimos 15 minutos, donde la Real perdió el sitio en el campo y Manu Trigueros creción, siempre pareció quedar más cercano el gol txuri-urdin que el visitante. Es cierto que esta Real no es tan veloz ni tan potente al contragolpe como la de Montanier, sobre todo por la ausencia de Griezmann y el paso de los años en Vela o Prieto, pero al estar tan bien posicionada siempre encuentra formas de salir y dañar, como así hizo en el 3-0.
Ante el Villarreal nació esta gran Real Sociedad.
La Real Sociedad comienza el año 2017 con la certeza de afrontar una segunda parte de la temporada ilusionante. Lo que nació hace unos meses en El Madrigal en un partido en el que la Real perdió y se mostró muy vulnerable, pero en el que también vio como la figura de Zuru podía llevar al equipo a una nueva dimensión, ayer vivió su confirmación ante precisamente el mismo equipo. Llegar lejos en Copa y volver a la Champions parecían dos objetivos algo utópicos a comienzo de curso, pero la Real Sociedad cada vez tienen más argumentos para que Anoeta, cuatro años después, vuelva a soñar.
Análisis visual del juego de la Real Sociedad:
Foto: ANDER GILLENEA/AFP/Getty Images
Pedro Lampert 5 enero, 2017
Ufff, lo de ayer… He flipado muchísimo con las actuaciones de Illarra, Willian y Oyarzabal. Pero es que las actuaciones de Íñigo, Yuri, Prieto, Vela… Son demasiados (buenos) jugadores jugando demasiado bien.