«José Luis Morales es el jugador revelación de la Primera División, pero lo que pasa es que es feíllo, tiene brackets, la barba esa y tal… Si llevara tatuajes y estuviera pelado, todo el mundo lo querría». Además, podría haber ampliado Lucas Alcaraz, su juego es muy poco estético. Controla, conduce y dispara sacando chepa. Corre como si estuviera haciendo vino, desborda al rival porque le insinúa que no tiene calidad y, luego, cuando chuta, descose el balón como si éste no tuviera sentimientos. No es bonito, la verdad. O no lo es de una forma tradicional. Ortodoxa. «No por ser de Primera me voy a tatuar todo el brazo ni voy a hacerme un corte cada semana para salir en los periódicos. Simplemente soy un currante más que ha sudado muchísimo para llegar a donde estoy y voy a mantener los valores de cuando estaba en Tercera», decía el extremo madrileño.
Como carrilero no pudo brillarPero más que la reflexión estética, que le sitúa a un bigote de distancia de ser el gran anacronismo de la Liga, lo que llama la atención es que Alcaraz, a los pocos meses de señalarle como «el jugador revelación», decidiera dar continuidad a un sistema en el que Morales no sólo no estaba cómodo, sino que directamente no tenía espacio. Él había debutado en Primera ocupando uno de los dos extremos de un 4-4-2, y había brillado por ser la principal y casi única vía de profundidad que tenía el Levante. Recibía bastante atrás y muy poco acompañado, pero si arrancaba llegaba a la frontal y, a partir de ahí, David Barral ya se encargaría. Sin embargo, en el presente curso, el Levante comenzó dibujando un 5-3-2 en el que, si jugaba, Morales debía hacer de carrilero. Con la particularidad, además, de que ser carrilero en el conjunto granota suponía ser más defensa que atacante, pues la portería rival le quedaba a ochenta leguas de viaje futbolístico.
Con Rubi ha cambiado todo para José Luis Morales.
No es de extrañar, por tanto, que el cambio de panorama que está llevando a cabo Joan Francesc Ferrer le haya venido tan bien. Ahora, el Levante no espera atrás, sino que busca al rival arriba con un 4-3-3 perfectamente complementario. El ataque es más pausado, al equipo no le quema nunca el balón y, más que en la verticalidad, confía en la habilidad de sus extremos para la producción de ocasiones. Los resultados de momento no están acompañando, pero que Víctor Camarasa, Rubén García y el propio José Luis Morales, los tres futbolistas con más calidad de la plantilla, estén gustando y creciendo no puede ser más que una buena noticia. Sobre todo porque esto, además, no está siendo a costa del orden colectivo, sino gracias al mismo. En definitiva, lo que el Levante necesita ahora es «simplemente» ganar partidos para invertir la dinámica que le ha llevado a cerrar la clasificación. Y aquí Morales tiene un peso clave. Los 4 goles y las 4 asistencias que lleva en los 47 partidos de su historia en Primera se hacen escasos para su calidad, que aún siendo de estética cuestionable tiene un valor objetivo. «La pasada ya sumé minutos, fueron muchísimos… así que para esta quiero marcar algún gol más», decía en una entrevista en pretemporada. Él lo sabe perfectamente. Ahora, con todo de su parte, le toca lograrlo para devolverle el favor a Rubi.
iltuliponero 2 diciembre, 2015
Perdón por el comentario pero no puedo evitarlo. Quintana, lo he fichado en el Comunio ya que lo recomiendas tanto y pones hype en el jugador, espero que no me defraudes.