Rafael Santos Borré selló la semana pasada el contrato que lo vinculará durante seis cursos con el Atlético de Madrid y que lo ha convertido en el jugador más valioso en salir de la Liga Colombiana. Su ascenso ha sido meteórico, incluso estelar. Hace menos de un año, el barranquillero era un juvenil más de la prolífica cantera del Deportivo Cali, un club que se ha agarrado los machos y que esta década se ha dedicado a subir canteranos a mansalva al primer equipo, copando alineaciones con hombres de la casa. En su haber tenía ya un puñado de minutos como profesional, casi todos en el torneo B de Colombia, la Copa, y hacía parte de la nómina del equipo sub 20 que disputaría en enero el Sudamericano de la categoría, aunque no era de los nombres rutilantes y su titularidad era incierta. ¿Qué ha pasado, pues, para que hoy Borré no sólo sea protagonista de un traspaso millonario a un grande europeo, sino que sea considerado la estrella de la liga y hombre de selección Colombia de mayores? Sirva este texto como carta de presentación.
Santos Borré ha tenido un ascenso meteórico en su club
R. Santos Borré se mueve bienPodría decirse que todo comenzó hace ocho meses. Borré era suplente en el sub 20, pero pronto se ganaría no sólo la titularidad sino la condición de líder de la generación. A la postre, sólo marcaría dos veces en el campeonato, frente a los nueve que anotaría Gio Simeone, pero para muchos estuvo en el equipo ideal de la competición. Causó impacto. El chico se movía demasiado bien para tener 19 años. En un torneo en el que participan futbolista en formación, normalmente son las cualidades técnicas y físicas las que más destacan. En Borré no. El niño del Cali se ganó la admiración de un país moviéndose. El ataque de Colombia tenía una marcha más con su presencia. Borré era una especie de Moisés, que abría caminos enormes en lugares en los que antes de él se pensaba que no se podía pasar. Se destapó como un creador de ocasiones industrial. Una y otra vez rompía la defensa con desmarques agresivos y mortíferos. Detectaba cómo dañar a los endebles sistemas defensivos de las selecciones rivales y con voracidad asesina se desplazaba, indetectable, al lugar donde podía plantearse ante el portero. Era el sistema ofensivo del equipo, de una forma u otra. Pero estuvo fallón. Aunque se le notaba un toque de balón distinto, desperdicio muchos goles para lo que produjo. Aun así, su presentación había sido más que estimulante.
En marzo ya se convirtió en gran estrellaCuando Borré llegó de Argentina, el torneo colombiano ya había empezado. Su equipo tenía nuevo entrenador, un viejo ídolo de la casa, y las cosas no iban muy bien. El Cali era un equipo lento, lentísimo, al que le costaba todo: sacar el balón, llevarlo arriba y acelerar la jugada. En menos de un mes, él cambió todo eso. Poco a poco acaparó el sistema de los suyos, haciéndolo un equipo muy veloz, para el rentado colombiano, al que se le caían las ocasiones de los bolsillos. Todo era culpa de Santos Borré y su velocidad para leer donde atacar. Clarificaba el ataque y producía ocasiones. Fue entonces cuando llegó la tarde noche del primero de marzo: su primera exhibición. El rival era el encopetado Millonarios de Lunari, y Borré, simplemente, la descosió. Fue su primer hat-trick y el inicio de una dinámica goleadora que lo ha llevado a superar la media de un gol cada dos partidos, pero lo importante fue el desarrollo del juego. A su repertorio de apoyos y rupturas que destartalaban la defensa del contrario, Borré sumó toques de futbolista superior, de un virtuoso. Taconazos, pases de revés, controles y paredes que hasta el momento sólo había insinuado. De ahí en adelante, se convirtió en sensación. Esa semana marcaría siete goles en tres partidos. Las siguientes se alzaría como el jugador más importante del campeonato: cambiaba el curso de los partidos, marcaba goles de todas las facturas, asistía y era muy superior. Su mes de marzo fue tan espectacular que Pekerman no dudó: para la fecha FIFA de fin de mes, Borré se sumaría a la selección mayor.
Su aparición llamó la atención de Pekerman
Lo que ha pasado en los meses posteriores a su breakthrough ha seguido la línea de crecimiento exponencial, tanto de su fútbol como de sus números y su condición mediática. Cada vez que juega, Borré deja intervenciones llenas de virtuosismo y movimientos venenosos que en Colombia han resultado indefendibles. Ve sangre y mata sin piedad. Y la velocidad a la que va todo hace olvidar a veces lo más importante: Borré sigue siendo un niño, aunque juegue como un delantero de treinta años que ya se las sabe todas. Su cuerpo todavía tiene que madurar para desarrollar todo el fútbol que su mente y sus botas destilan. Por ahora tendrá otro año más en el Cali para progresar, aunque resulte difícil ver en qué facetas podrá hacerlo. El fútbol colombiano es un jardín para él, que va a una velocidad más tanto asociándose como moviéndose. Su superioridad es manifiesta y su carácter, también de un tipo de más años, le hacen dar el máximo partido a partido. En los próximos doce meses, sin embargo, tendrá la oportunidad de probarse con compañeros que juegan en los mejores clubes del mundo y ante los mejores equipos del continente. Y entonces dará un paso más. El futbolista que llegue a Madrid el próximo verano será mejor. Y ya es muy bueno.
@Javi15195 1 septiembre, 2015
Recuerdo que a principios de verano, el chico sonaba para el Villarreal y fue la primera vez que supe de su existencia. Le pregunté a Kun y dijo que podía ser un fichajazo por estilo y calidad para el submarino amarillo. Y otra vez el Atleti peina el mercado sudamericano y parece que se hace con otra perla, viendo las expectativas que despierta.
Girando el tema hacia otro lado: ¿ hay más promesas interesantes en el Deportivo Cali? ¿Podría nutrir a la selección colombiana de varios jugadores en un futuro?