Desde 1938 los duelos a espada danzan al ritmo de Errol Flynn. Largos, llamativos, acrobáticos. Nunca falta la ocasión para tumbar un banco, subirse a una mesa o dejarse caer por el lateral de una escalinata. Bailes de sombras que admiten largas disertaciones, ocurrencias o diálogos declamados entre guardia y espadazo, son relatos extensos plagados de instantes dramáticos y giros emocionantes. Entre pose y gesto los contendientes hincan varias veces la rodilla para alzarse otras tantas, tretas de un guión que mantiene al espectador preso de una duda acuciante: ¿Quién resultará vencedor?
Como todo gran partido de fútbol, el Sevilla-Valencia de esta noche auspiciará varios duelos individuales decisivos en el reparto de las ventajas colectivas del encuentro. De entre todos ellos, no obstante, ninguno se antoja tan rotundo en sus consecuencias como el que enfrentará a los grandes referentes de cada equipo a la hora de rematar la jugada, en el caso de Paco Alcácer, y de oponerse a esta sentencia, en el de Federico Fazio. El delantero che y el central sevillista, embajadores respectivos de un equipo al que le gusta llegar mucho y de otro que se siente muy seguro cerca de su portería, se verán las caras en un espacio reducido al que se enfocarán, en principio, los mayores esfuerzos de ambos conjuntos.
Paco Alcácer y Fazio llegan en un gran momento de forma.
Mucho más pequeña de lo que parece cuando el balón no está en juego, el área es un territorio en el que las cosas suceden a gran velocidad, los movimientos no admiten correcciones y la eficaciaFazio y Alcácer se manejan muy bien en el área del primer gesto dirime penas y alegrías. En este marco no caben chascarrillos ni guarniciones acrobáticas sino la fría eficacia de una hoja afilada. Una buena estocada, un tajo profundo, una acción certera en el momento adecuado, que lo es más cuánto mayor sea la anticipación a la réplica del oponente, y el combate se ha acabado. La verdadera esgrima, como el fútbol de área, es una disciplina severa que enraíza en la tierra la rodilla que besa el suelo. Un arte más preciso que vistoso que no concede segundas oportunidades.
Genuinos representantes de dos oficios enfrentados, Paco Alcácer y Federico Fazio son duchos en la materia. El nueve valenciano y el central argentino no se reconocen en estos floridos espadachines de capas lustrosas que abandonan el área a la menor oportunidad. Las botas embarradas, el semblante adusto y arañada la piel, su hábitat es el rectángulo y seiscientos metros cuadrados parecen pocos para saciar las ambiciones contrapuestas de estos duelistas de antaño. Letal en el movimiento corto, ágil y contundente ante el hueco insospechado, el joven delantero de Juan Antonio Pizzi esgrime un primer toque -segundo, si no hay más remedio- de los que no deben derivarse al guardameta. Federico Fazio le saca una cabeza pero deberá buscarlo más abajo. El central de Unai Emery roba y bloca con el pie, la tibia y el muslo y corre poco porque siempre sabe donde hay que estar en guardia. Sobre el papel ninguno desnuda grandes carencias del otro y queda por determinar si puede pesar más la curtida madurez del zaguero o el fogoso descaro del ariete.
El área pequeña del Sevilla puede decidir el duelo.
Sea como sea parece poco probable que el partido reparta suerte por igual. Marcarle un gol al Sevilla es tarea complicada si el encuentro busca a Federico Fazio en el terreno en el que impera. Con más metros a su espalda la cosa cambia pero si el equipo andaluz ya es poco amigo de los riesgos al Valencia le interesa encontrar a Paco Alcácer en su ambiente, ese espacio en el que un sólo toque adquiere tono de triunfo: Touché!
Abel Rojas 24 abril, 2014
¿Cómo puede ser que nadie haya compartido un entusiasmo absoluto hacia este pedazo de duelo? ¡Porque a mí me tiene en ascuas!
Mira que lo de Alcácer contra el Basilea lo vi en diferido, pero me pareció tan brutal como a quien lo vio en directo, y el nivel de Fazio… buah. Es que es increíble como está.
Deseo este duelo tanto con las vueltas de las semis de Champions de la semana que viene.