El Málaga lo sigue haciendo. No sé si su competitividad nos quiere decir algo, pero la sensación es que, si el Málaga muere, lo hará a manos de alguna genialidad (que de las máximas figuras mundiales sería algo esperado), o eso quiero interpretar. Y que inicie la crónica en presente continuo es porque el resultado es bueno y en el juego vuelve a quedarse con los intangibles, mereciendo irse al descanso con un resultado francamente adverso. El sueño permanece. Y es que hay acciones puntuales en esta competición que tienen siempre un significado especial. Desde una parada clave en el timing del encuentro o un tiro a puerta vitoreado como un gol psicológico. El Málaga sigue advirtiendo un poso competitivo que trasciende cualquier tipo de precisión técnica o equilibrio táctico. Parece que no le importa ser sometido y que, a lo mejor sin saberlo, está siendo dueño de un paso más en todo esto. Para rematar, ayer La Rosaleda se ganó un nombre en esta epopeya. Es un personaje más en esta historia. Veamos qué ocurrió.
La grada ha comprendido la importancia de su papel.
Decía Felipe Santana, central que citó Klopp para sustituir al lesionado Hummels, en el programa de Fernando Evangelio «This is Futbol» que el míster alemán suele preparar sorpresas en la Copa de Europa.Klopp optó por un 4-4-2 paciente en la Rosaleda Con la baja de Kuba, Jurgen dibujó un 4-4-2 muy paciente, de gran altura pero de temple en el quite. La línea de medios flotaba, con un doble pivote que no se rompía como de costumbre cuando roba muy arriba; la línea defensiva orientada para achicar el poco espacio entre líneas. El Málaga respondió dándole relevancia a Jesús Gámez y al portugués Antunes doblando por fuera o con Joaquín e Isco cediéndoles la cal y Saviola amenazando entre central y lateral, creando el famoso triángulo pellegriniano, juntando y profundizando, o liberando al lado opuesto. Eso duró diez minutos, sin opción de gol. Ahí comenzó la fase del mayor dominio de todo el partido. Gündogan empezó a gotear finos toques y Lewandowski se bañó en ese acuífero que dejó el balance de los blanquiazules a la espalda de sus centrocampistas y laterales. Pellegrini pagó el peaje, pero Caballero, en una de las temporadas más memorables que recuerdo en un portero, y los centrales, a su manera, nunca dejaban propina, si bien Mario Götze dejó escapar la oportunidad de consagrar su fantástica interpretación del juego. Nula pólvora de todo el frente de ataque. Vean, eso sí, la primera parte del ‘9’ polaco y olviden la de Marco Reus. Les va a compensar; Robert es de lo que no hay.
Entre Willy y sobre todo, La Rosaleda, arrancó un nuevo tramo de sensaciones malaguistas. Fueron 15 minutos de recuperación, rechazo controlado y saques de esquina pidiendo la vez.En la 2ª mitad se echó en falta empuje por los dos lados En uno de ellos Weidenfeller se ganó el elogio, pero tampoco intervino lo suficiente para que el Málaga maldijera por lo desbaratado. Al vestuario lo normal hubiese sido marcharse con un 0-2. El Dortmund, del 10′ al 30′ trazó jugadas realmente asombrosas y debió celebrar lo que no sucedió en todo el partido. En la segunda parte todo se detuvo un poco. El Málaga se acurrucó al principio, dio espacio a Gündogan y éste se hizo con la posesión. A los germanos les faltó profundidad por banda derecha. El binomio Kuba-Piszczek es, entre otras muchas, una de las señas de identidad del equipo. Sin el primero y con Reus apagado, el lateral polaco no se incorporó con el vigor que le caracteriza y se notó. Si bien en la primera parte no se le demandó dar superioridad, pues transitaban desde atrás en manifiesta superioridad para conducir y finalizar sin esperar su llegada, tras la reanudación faltó empuje.
Isco no compareció, pero armó la pierna y atemorizó a Klopp.
Seguramente Klopp lo quiso así. Interpretó que en la vuelta la conexión será con su gente y entre todos pactaron medir cada descuelgue y cada esfuerzo por delante del balón. Lo que terminó por decantarlo fueUna aparición de Isco volvió a ser un punto de inflexión de nuevo el momento Isco. El crack no estuvo, pecó de intermitencia una vez más, pero su disparo no se contagia de tan importante y mejorable aspecto de su juego. La grada se levantó y no se volvió a sentar, porque eso ya lo había vivido. Klopp, esta vez sin gorra y con apurado facial, arqueó la ceja y decidió guardar a Gotze, Reus y Kehl para la vuelta. Confía en la atmósfera de su estadio y se lo va a jugar a eso. El Málaga lo intentó dando entrada a Santa Cruz, perdiendo a Iturra y Weligton por el camino a Alemania. Con menos minutos en el reloj de lo que pudiera pensarse como entendible, el chileno llamó a Duda, y bajo el efecto festivo que estaba viviendo la afición, le cedió una rasa a Antunes que supo a nuevo pelotazo para coronar la noche de Málaga.
En Westfalia esperan 90 minutos muy bien justificados por los últimos 45 de anoche. Nadie quemó todas las naves y el Málaga, defendiendo, carga la lana que la fama del balón se ha llevado. Seguirá teniendo a Toulalan, Demichelis y el mejor portero de esta edición. Las opciones están intactas pero los germanos, al amparo de su enjambre, no perdonan tanto. Una última reflexión: esperen a Joaquín. Pueden ser los últimos minutos de uno de los autores de esta obra y le falta el detalle que pueda decidir un penúltimo giro.
fagarcia 4 abril, 2013
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