![](http://www.ecosdelbalon.com/media/icons/minimenu.jpg)
Es casi un acto reflejo. Ponernos a hablar de Inglaterra y su fútbol (que no su liga) evoca sentimientos repetitivos y extraños. Una mezcla de monotonía y admiración te viene a la cabeza cuando mencionas algo relacionado con los pross. Inventaron el juego, un prestigio atemporal que no podrá ser borrado. Sin embargo, en más de un siglo de historia, Inglaterra no ha sido capaz de intimar con la pelota, no ha producido ni un solo amante del balón realmente extraordinario. Buena muestra de ello dan los nombres de los delanteros que han acudido a las últimas Copas del Mundo con la Selección: Crouch , Heskey, Sheringam o los notables (que no virtuosos) Owen y Alan Shearer. Por eso, la explosión de Wayne Rooney en aquella Eurocopa de 2004, militando todavía en las filas del Everton, fue acogida por la nación como el gran motivo de esperanza de cara al futuro. No fueron solo los cuatro goles anotados en el torneo, cifra tremenda para un niño de 18 primaveras, sino la forma en la que jugaba el crío, las cosas que hacía a tan tierna edad. En efecto, Wayne iba a ser diferente al resto de atacantes ingleses. El tiempo y la mano de Sir Alex Ferguson fueron puliéndole hasta dar a luz al punta más completo del país en, por lo menos, 25 años. Aprendió a recibir la bola como un enganche y a pensar como un mediocentro, posición que de hecho frecuentó cuando su club lo necesitó. El Manchester United 2012-2013 posee una virtud enorme, fundamental: genera muchísimas ocasiones de gol. Los de Old Trafford han logrado acceder a ellas sin pedirle a Rooney los milagros de antaño, sin sobreesfuerzos antinaturales. Exigencias aceptables que han repercutido en el aumento de unos guarismos que vuelven a superar el medio tanto por partido. Un contexto idílico comprometido por la amenaza del Real Madrid y su ya célebre presión al rival.
Wayne Rooney, el delantero más completo de Inglaterra en el último cuarto de siglo
Empecemos por el principio. La Premier League ha tomado una serie de decisiones tácticas que vienen influyendo en lo que se ve sobre el césped. La principal es que los equipos, en su inmensa mayoría, “no presionan”. El achique al contrario rara vez comienza entre zagueros y organizadores, sino que se espera a que el oponente cruce la línea divisoria para buscar el robo. Esto da pie a encuentros donde el cuero no se detiene en la medular, sino que se vive en un constante trasiego muy excitante para el espectador. Este escenario particular ha sido acogido por el Manchester United con una sonrisa. Por lo obvio –tiene más pegada que el resto de la Premier– y por la confección de su plantilla. Tras la muerte de Scholes, Ferguson no ha creído conveniente la contratación de un futbolista TOP para su doble pivote. Las pruebas desde entonces se han ido sucediendo, siendo la más llamativa la reubicación de Rooney hacia la base de la jugada. Allí rindió más o menos bien, pues no le falta de nada: su sentido táctico es excepcional, mete la pierna con fuerza y sus envíos en largo son absoluta élite. El United hacía el apaño con Wayne a costa de perder arriba a su crack. Ese mal negocio se acabó; el nuevo Rooney ya no baja a recibir.
Una de las causas que han acomodado a Rooney en el ataque es el buen momento por el que atraviesan los dos centrocampistas titulares del United. Michael Carrick está haciendo un temporadón y se encuentra a su mejor nivel desde la etapa de Cristiano Ronaldo en Manchester. Es el gran bastión defensivo del conjunto y con la pelota anda ágil. La otra pieza es Tom Cleverley, un chico con talento y dinámica que aporta dentro de la estructura Ferguson. Como puntualizábamos antes, en la liga inglesa casi nadie opta por la agresividad contra los mediocentros del adversario. El peligro está en otros lugares y ahí se destina la vigilancia. Entre esto y que tanto Carrick como Cleverley saben soltarla rápido, Wayne completa partidos enteros sin aparecer por detrás del balón, lo que impactará a quien haya apartado los ojos de la estrella británica esta campaña. En resumen, la organización estática del ManUtd (foto de arriba) exhibe a un Rooney eminentemente adelantado. A partir de aquí se explica la salida desde atrás del sistema devil. El United presenta este año una marcadísima tendencia a comenzar por fuera a través de sus extremos y laterales. Estos hacen ancho el campo y crean espacio para la temible pareja Van Persie-Rooney. El comportamiento posicional de ambos está estudiado: siempre juntos, pegaditos. Tanto Robin como Wayne son fantásticos en los apoyos y muy dotados para la pared. Anticiparles es complicado, pues manejan el juego de espaldas. Como si de una dupla de futbolín se tratase, suben y bajan a la altura que demande el pasador; la proximidad con la portería cambia pero el acierto técnico se mantiene. Aquí está el secreto de la velocidad de crucero que alcanzan los de Sir Alex en ciertas fases. Sus dos figuras son los culpables de que todo el engranaje se agite y corra. Por sí mismos no son muy veloces, pero sin ellos los galgos Young o Valencia son tortugas. Si el proceso se inicia en los exteriores, la fluidez es inferior y el ritmo, más bajo.
Robin Van Persie y Rooney han formado un matrimonio: van juntos a casi todas partes
Esa recepción interior nunca fue un problema para Rooney. Su calidad a la hora de buscarse huequecillos entre enemigos (foto de la izquierda) es uno de sus rasgos distintivos. Hemos visto su sociedad inmediata con Van Persie nada más pillar el esférico, pero obviamente no es su única reacción. Está, por supuesto, su maravilloso pase largo. Con las dos chinchetas clavadas en las bandas, Wayne disfruta mandando misiles al pie. El extremo recibe, levanta la cabeza y selecciona el destinatario al que lanzar, que como Robin y Wayne no abandonaron la zona, jamás falta. Pero ¿qué pasa cuando Carrick, Cleverley o los centrales no localizan a los puntas? Como venimos insistiendo, por increíble que parezca, Rooney no baja a jugarla. Son los extremos (el izquierdo, por norma) los que se involucran en la elaboración. Con la lesión de Ashley Young, en el costado zurdo han ido entrando nombres como los de Kagawa o Nani, los más complejos de analizar. Nani acapara mucha pelota desde posiciones externas y a cadencia lenta, casi contracultural. Permite menos permutas y hace del número diez mancuniano algo todavía más fijo. Cuando Nani la duerme en el pie, el Manchester no la pierde (no es tema menor), pero disminuye su vértigo. Kagawa es otra película. El japonés por fin está consiguiendo entender la transición inglesa. Desde la izquierda, conduce hacia dentro, busca el apoyo de Van Persie o el propio Rooney mientras el otro delantero se despliega al vacío que dejó Kagawa (foto izquierda abajo). Todo a gran velocidad y a la carrera, como mamó en Dortmund, pero también con responsabilidad en la creación. Este es Wayne Rooney 2012-2013, aquel que más allá de descargas cortas (foto derecha abajo), ya no auxilia a Carrick ni simula ser mediocentro. La pregunta es: ¿y ante este Real Madrid?
Como extremos, Nani o Kagawa entran más en el conducto de juego del United que el propio Rooney
El desglose a fondo de la eliminatoria nos llegará mañana, con una extensísima previa en la que no quedará aspecto sin comentar. Hoy abordaremos el asunto de manera concisa. El pasado mes de septiembre, el Manchester City fue sometido en el Santiago Bernabéu merced a una presión muy fuerte del Real Madrid. Hemos hecho especial hincapié en este tema durante el análisis: en Inglaterra el pressing sobre los pivotes no es habitual. El City no tuvo respuesta y Ferguson quizás tampoco la tenga. Carrick está genial pero no es infinito y Cleverley es un rookie con serias opciones de pagar la novatada. No tiene piel de Champions League. En este difícil marco, Rooney posibilita dos soluciones. Por un lado, el juego directo, recurso infravalorado del cuadro de Ferguson. Van Persie (sobre todo) y Rooney son una fabulosa vía de escape cuando Ferdinand, Evans o Vidic se ponen nerviosos. El automatismo está trabajado (foto de la derecha) y aunque no gozan con él, tampoco les disgusta. Sacan rentabilidad de ello.
El remedio final es ese Rooney de participación permanente que se acuesta en la izquierda. Su jerarquía supera a la de sus compañeros y desde luego no es descartable que apuesten por él. Es un dibujo que ya ha sido ensayado en múltiples ocasiones, y que en esencia reproduce los movimientos de Kagawa o Nani pero con los extras que suma Rooney: más seguridad con la bola, cambio de orientación hacia Valencia… En definitiva, el elemento más fiable para jugarla que tienen en nómina. No es lo ideal; el United rompería el dúo Rooney-Van Persie, y aunque el holandés vuelve a ser el MVP de la Premier, Robin ha de superar el test del Bernabéu. En solitario le costaría más, pero no lo demos por imposible. Que el Manchester corra ante Khedira y compañía sin que Rooney la toque demasiado ya suena bastante más improbable.
Kakarotto 12 febrero, 2013
Fan total de Heskey.