Enfrascarse en un análisis del Barcelona-Celtic de manera individual suena complicado. Los escoceses fotocopiaron sus tres últimas actuaciones en el Camp Nou y para alcanzar nuevamente el minuto 90 con vida. Los locales, tras el esfuerzo de Riazor, afrontaban un partido de difícil activación mental entre dos jornadas ligueras a domicilio. Había papeletas para un duelo intrascendente y terminó siendo una pieza interesantísima que nos trajo a la mente la pasada semifinal ante el Chelsea, donde el Barça reunió la práctica totalidad de sus carencias. Algunas siguen vigentes. Tito debe aprender. Tarde o temprano, ese escenario se presentará.
15 minutos le duró al Barcelona la velocidad de balón. Curiosamente, ese cuarto de hora inicial tuvo bastante contenido. Los azulgranas, conEl 0-1 mató toda la energía del F.C. Barcelona su dibujo habitual, atacaban el 4-4-1-1 del Celtic con un ligero matiz; los extremos (Alexis y Pedro) desarrollaban una conducta menos fija sobre la raya. Aparecían algo más centrados, dejando espacio para la subida de los carrileros. Así, Alexis logró encarar a Foster, en la combinación más bella de la noche. Poco después sería Bartra (sin romperla, no desentonó) el que rozara el gol. El Barça superaba por méritos propios a un conjunto visitante que, sin embargo, mostraba personalidad al clavar su línea defensiva lejos de su portero, retrocediendo solo ante la calidad culé. El cuadro pintaba bonito. Entonces, llegó el 0-1 (implicados Mascherano y Víctor Valdés, inesperadísimas lagunas competitivas en la actualidad). Entramos en el temido y jugoso territorio Chelsea.
Con ventaja en el marcador, el Celtic -normal- retrasó metros. Regresó esa actitud flotante del adversario que regala 70 metros al Barcelona. Antaño esto sonaba a muerte. Conceder tres cuartos del campo en el estadio más grande del mundoEn la frontal, el ritmo de Xavi hace sufrir a casi todos y con Leo Messi no es buen síntoma. La realidad es que, sabiendo de antemano que necesitas de la suerte y un perfecto trabajo grupal, cada vez es menos condena. Con Xavi pasa una cosa. En el espacio reducido, la precisión de su toque sigue siendo demasiado atractiva. Cuesta prescindir de ella. Se espera la pelota filtrada, la pared sublime. Salga o no, lo cierto es que Xavi mete al Barcelona en un ritmo lento. El crack catalán no siente un balón a banda si la recepción no es segura. Es su fútbol. Tardará cinco segundos en descargar si es necesario. Esto, que es una virtud más que un defecto, no tiene una consecuencia positiva para su equipo. Chelsea o Levante mostraron el camino; es imposible no impacientarse con sesiones de 50 pases en el balcón del área. Incluso Messi es preso del agobio. La pérdida es inevitable. Con un factor añadido; el Barça de Tito no está montado para robar tan arriba como el de Guardiola. Solo con Hooper, el Celtic pudo transitar. Song quedaba a kilómetros del robo. El africano no es Busquets.
Estar minutos en la frontal sin perderla es una exigencia excesiva para futbolistas como Alexis Sánchez, Tello o Villa
En estos contextos, Messi se convierte en una esperanza desproporcionada. El año pasado, el Barça, tras sesiones eternas con el cuero, buscaba al argentino en una reedición futbolística de la popular expresión “balones a Will”. Algo así como “tómala Leo, haz lo que puedas”. Con Tito hay matices diferentes. Messi interviene mucho menos, hasta que no hay más remedio. La intención es no apartarle de la definición, que en momentos emotivos encoge el pie del más limitado. El Chelsea, de nuevo en la memoria.
Alexis Sánchez dio lo mejor de sí ante el conjunto de Di Matteo. Actuando como 9, el chileno rindió a nivel sobresaliente. Como extremo, Alexis confirmó hace tiempo que no tiene regate. Ayer no fue diferente. No superó a Lustig en ninguna ocasión. Eso sí, a la espalda de Ambrose (central que ya gustó ante el Benfica) picó en dos ocasiones con acierto. Peso en esto tuvo Jordi Alba. El ex-valencianista es una bendición y, sin duda, la gran evolución táctica para encarar estas dificultades. El lateral permite al extremo acabar las jugadas en zona de remate. Ahí surge Villa. El asturiano es, con amplio margen, la segunda definición más potente de la plantilla. Su disparo al palo fue élite. Si en posicional Villa es el peor extremo izquierdo disponible, ante puerta debe ser un activo que alivie a Messi.
Jordi Alba permite a Villa o Alexis abandonar la banda izquierda y pasar al área en el final de las jugadas
Tras pillar el balón, dar tres pases ante el Barcelona en noviembre de 2010 era algo casi milagroso. Ahora los junta cualquiera. Y no es tan grave. Aquello fue irrepetible. El problema es cuando el Celtic, con Wanyama y Ledley, consigue encontrar el apoyo del mediapunta con facilidad o incluso acceder directamente al punta, anoche un inspirado Hooper. Si en el caso del mediocentro (sea Song o el más dotado Busquets), la estructura no ayuda, con sus centrales no existe disculpa. Mascherano evidenció que hoy por hoy no hay delantero al que pueda descifrar. Ni a tumba abierta ni en cuerpo a cuerpo. Es, de largo, la principal preocupación blaugrana. Con Alba y Villa, ganó armas que quizás hubieran sido decisivas ante el Chelsea. Pero la Champions, dice la historia, se alza con el cero en tu portería.
Abel Rojas 24 octubre, 2012
Muy importante lo comentado sobre Song. Estaba extremadamente atrás. Como asustado porque le sobrepasaran en los contragolpes o algo así. Debido a esto el Celtic simplemente en base a recursos técnicos -de jugadores no demasiados dotados- lograban salir, aunque luego no concretase ocasiones. Song estuvo muy mal, la verdad.
Lo de Alba, importantísimo. Sobre todo interesante para esos partidos en los que el Barça, como ayer, quiera ralentizar y horizontalizar el juego vía Xavi. Ayer vi "la España de Del Bosque" es bastantes momentos, claro que con la mitad, de la mitad, de la mitad de la solidez y Messi por ahí pululando, que es otra película. El caso es que en ese Barça espeso, Alba es súper útil. Diría que más que Alves, incluso. Alba llega en vuelo y tras 60 metros de sprint el tipo te mete un segundo cambio de ritmo que te deja loco. Es flipante.