Mayo de 1992. La UEFA excluye a Yugoslavia de la Eurocopa de Suecia por la guerra de los Balcanes. Su lugar lo ocupa Dinamarca, segunda de su grupo de clasificación, con un inconveniente: cuando se toma la decisión, los jugadores daneses ya estaban de vacaciones. Ante la falta de preparación, pocos fueron los capaces de confiar en sus opciones, incluso Michael Laudrup rechazó ir convocado, aunque sus problemas personales con Richard Nielsen, el por entonces seleccionador, tampoco ayudaron a la hora de tomar la decisión. Pero además, ¿quién le iba a decir que acabarían ganando el torneo de manera sorpresiva ante Alemania en la final?
Tan solo había que creer. Porque los milagros a veces existen, y como el de aquella selección, Ordet es una película guiada la fe. Dreyer no solo nos habla y confía en la capacidad del amor y sacrificio inherentes al ser humano, sino que obra un milagro, hace de su película un acto de fe inquebrantable. Por el cine y por la vida. Y si un milagro futbolístico fue el que llevó a Dinamarca a conseguir un título con el que nadie contaba, ni para el que se les esperaba, ahora, justo veinte años después, necesitan otro. A la selección danesa le ha tocado en suerte caer en el grupo de la muerte. Y será difícil, de nuevo pocos apostarán por su clasificación, pero recordando aquella gesta, los Alemania, Portugal y Holanda no deberían ser nadie para asustar a estos daneses. Tan solo necesitan algo de fe.
···
–
Artículos relacionados:
Sangre, carne y lágrimas
El verano de nuestras vidas (I)
Ahogar al diferente
–
Referencias:
Revista Magnolia
Antonio M. Arenas
@JavierAlberdi 9 junio, 2012
No he visto esta película y aunque me consta, por referencias, que es una obra maestra, tiene pinta de ser un poco soporifera, no Antonio?
El simil fantásticamente trazado, igual que el resto. Delicatessen.