Dulce mentira envenenada | Ecos del Balón

Dulce mentira envenenada


Fue un espectáculo muy bonito y emocionante, pero no se acostumbren a tanto virtuosismo, que hubo un poco de trampa. La historia reciente del Clásico está marcada por el dominio de un protagonista, Messi, un delantero indefendible al que, literalmente, es imposible frenar durante 90 minutos consecutivos. Con la práctica, la unión entre sus dos mejores rivales, el Real Madrid y José Mourinho, encontró la forma de sujetarlo seriamente, consiguiendo limitar su aportación sólo a un par de detalles decisivos por encuentro, lo cual, por inaudito que resulte, es una gesta. Ahora bien, durante el proceso de adaptación al astro, el Real renunció a su alma ofensiva, a su propio fútbol, con todo lo que eso conlleva. ¿Ser fiel a sí mismo y permitir a Leo un partido rutinario? 5-0 y 1-3, sin paliativos. Y es lógico. La ansiedad por ganar tras tanto tiempo a la cola genera una tensión y una frustración muy difíciles de gestionar para los madridistas, y cada galopada de Messi supone una fácil ocasión de gol que, transformada o no, les deja temblando durante minutos. Es algo que no pueden soportar. Necesitan protegerse ante ello. A menos, claro está, que no tengan nada que perder. Como ayer en el Camp Nou.

La primera clave del partido es esa, la certeza blanca de que todo lo perdieron 7 días atrás, el efecto evasivo de una muerte asumida. El segundo punto crucial fue Xavi, cuyo nivel es la diferencia másCon Xavi bajo de forma, sufrir presión en la primera línea es un gran problema importante con respecto al famoso Play off. En el abril de 2011, el Real Madrid no tenía capacidad para elegir discurso. Si el Barça quería, activaba al 6 y se aseguraba un porcentaje de posesión de balón insultante, porque robársela era imposible. La única decisión que correspondía al Madrid era la de a qué altura localizaba a Xavi, si en tres cuartos o en su propio campo, algo proporcional a la altura de la presión ejercida por los de Mourinho. El genio catalán tiene ya 32 años, y o no está para lo que estaba, o esta temporada le va a costar un poco más coger el ritmo. El caso es que si el Madrid presiona arriba, el porcentaje de posesión culé disminuye muchísimo. O sea, volvemos a lo mismo, que lo único que tiene que temer es a Messi, y ayer le daba igual.

Así que presionó a toda cancha desde un 4-2-3-1, y lo hizo muy bien, lo que nos sirvió para descubrir alguna cosa que otra. Por ejemplo, que Iniesta de extremo izquierdo en este contexto es un regalo dePepe y Ramos dominaron la partida con su posición adelantada Guardiola a Mourinho por muchos motivos: 1. Se pierde su desborde individual por dentro justo el día que hay espacios en el carril central, 2. Cada recepción de Iniesta como delantero es una vez en la que Messi deja de recibir, y 3. Su falta de ruptura permite a un crack del acoso como Arbeloa alzar su posición sin riesgo y fortificar el agresivo movimiento de Pepe y Ramos. Pepe y Ramos, quizá, los dos futbolistas más importantes del choque. Se comieron al Barça durante 3/4 del partido. El recurso periodístico anima a escribir que su actuación fue para enseñarlas en las escuelas, pero no fue el caso. Su labor fue anti-natural, sustentada por una calidad física sin igual y un talento exagerado. Gestionar un sistema defensivo desde la línea del mediocampo como si estuviesen defendiendo su propio área, y ante el equipo de posesión por excelencia, fue un exceso de estos dos futbolistas monumentales.

Casi todos los desbordes del Barcelona durante la media hora inicial fueron tras un fallo de Xabi Alonso, el futbolista menos lúcido de todos los que jugaron ayer. Cada vez que el sistema le obligaba a salir a una presión, Pepe, el central de su zona, se veía obligado a realizar una anticipación demasiado exigente, demasiado larga, porque el vasco quedaba eliminado de la jugada durante segundos. Aunque aún más grave fue su partido con balón. La transición ofensiva del Real, por momentos, barrió al Barça. Pero a nivel baño, se quiere decir. El dúo Özil-Kaká fue un conflicto irresoluble para los locales, e incluso podría decirse que lo fue y lo será cada vez que Mourinho lo disponga, pues el tema es coyuntural. Guardiola no dispone del talento defensivo necesario para frenar a mediapuntas de ese nivel, es el biotipo de futbolista que más daño le hace, porque castigan sistemáticamente las debilidades del mediocampo culé. Özil y Kaká saltaban sobre el eje horizontal para recibir libres y, casi siempre, escorados, para que el primer acoso fuese sólo individual -Abidal, normalmente-. Si el defensor picaba, lo eliminaban y montaban la contra. Si el defensor aguantaba, esperaban, llevaban a Busquets a la banda y cedían al centro. Fue justo ahí donde fracasó Alonso, incapaz de habilitar a Coentrao+Ronaldo en situaciones de superioridad numérica. Paradójicamente, quien pilló un poquito el rol durante el primer tiempo fue el colosal Sergio Ramos con sus incorporaciones.

El Madrid necesitaba una referencia en campo rival para imponerse totalmente.

Fue por este motivo que el ingreso de Granero al campo resultase tan relevante. Él rellenó el espacio que estaba creando el genial Özil en el centro, tuvo la pausa para aguantar el primer acoso culé y activó el necesario cambio de orientación. Y para colmo, su fútbol se vio apoyado por la entrada al campo de Benzema y el cambio de sistema: Cuando la salida de Kaká hacía intuir que Mesut pasaría al centro, Mourinho sorprendió dándole continuidad a su rol inicial y pasando a Ronaldo al medio, exponiendo, por primera vez, al Barcelona ante el doble falso 9. En la fotografía de la derecha, previa al primer gol del Real, vemos un ejemplo de lo que serían los últimos 25 minutos de partido. Alves, Piqué, Puyol y Abidal no supieron en ningún momento defender el movimiento, y al ver cómo tras tanto tiempo el Madrid lograba desbordarles sin sudar tinta china, les entró el pánico. El tiempo dirá cómo gestionan Guardiola y Mourinho esos 25 minutos de miedo azulgrana. Es una situación totalmente nueva para Pep, y el gran logro madridista en la noche de ayer.

Para terminar, tres apuntes breves. Empecemos con la entrada de Pedro al campo. El canario es sensiblemente inferior a Iniesta, pero lo cierto es que su inclusión desencadenó 15 minutos portentosos del FC Barcelona. Inigualables, indefendibles, insostenibles incluso para sí mismo debido al nivel de inspiración técnica requerido. Esto concuerda con el comentario antes expuesto sobre el rol de Iniesta contra una presión a toda cancha del Real. Otra parada obligatoria es el análisis de la decisión de Mourinho sobre el 9 titular. El portugués dio por sentado que con Kaká y Özil tendría toda la transición que le faltó en la ida, y optó por el gran especialista en ruptura, seguramente, del panorama internacional. Higuaín se desmarca a portería como nadie, y define como pocos. Sin embargo, optar por él fue un claro error, porque el Benzema actual es un futbolista que escapa de todo esto. Es demasiado grande, marca demasiadas diferencias. Y como cierre, Coentrao. Esa elección sí fue un acierto. Su concentración, velocidad e intensidad dieron un soporte defensivo importante a un sistema casi suicida. Pero más que una reflexión, aquí lo interesante es lanzar una pregunta a la Comunidad: ¿Por qué siempre fue él el hombre más retrasado de la línea del fuera de juego?


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