El libreto de José Mourinho y la identidad del más reciente Tottenham Hotspur comparten dos rasgos futbolísticos que no han coincidido en sus respectivas líneas temporales: la intimidación al espacio y la flexibilidad táctica para afrontar la competición. Dos características que siempre han casado bien con la Champions moderna y que bien calibradas le serían hoy muy útiles al conjunto inglés de cara a superar una eliminatoria que a esta hora la tiene perdida si no median goles. Es éste arranque un resumen de un paso, el del portugués por el norte de Londres, que no está encontrando apenas puntos de unión, sobre todo porque ambos, equipo y entrenador, se han quedado sin ese margen amplio de actuación a la hora de ir juntos hacia la victoria. Sea cuestión de energía, de recursos perdidos y bajas importantes o de ánimo, el presente no fluye. Pero de esto no entiende la Copa que nos ocupa.
La temporada del Tottenham, con cambio de entrenador y bajas muy graves mediante, ha convertido su día a día en un periodo de circunstancias, condicionantes a la hora de trabajar sobre diferentes planos que de algún modo impiden crear algo más global y potente, algo que reoriente con éxito el cambio de mentalidad y funcionamiento que quiere su técnico. Los ‘spurs’ estaban tensando, a principios de año, una cuerda que quizás no daba más de sí una vez los éxitos aumentaban los objetivos y forzaban a la plantilla a subir un nivel extraordinariamente exigente. El proyecto Pochettino llegó al final y le tocó a Mourinho recuperar el ánimo y perfilar el juego hacia algo diferente. Y en ese proceso, no ha quedado claro con qué fortalezas cuenta un equipo que en la ida de los octavos de final de esta Champions League se mandó a sí mismo un mensaje poco alentador.
Sin tiempo para el cálculo, Mou tendrá que morir matando, algo que nunca le ha solido gustar
Si al inicio aludíamos a lo que alguna vez tuvieron, por separado, Mou y su actual club, es porque se ha perdido. El portugués no logra recuperar el vértigo en sus equipos y en esa pérdida, que también es del Tottenham, competir a un ritmo bajo, a que pasen pocas cosas, como medida preventiva en cruces de 180 minutos, ha despojado a su ataque de recursos tácticos que le solucione la falta de entramado cedido tras las bajas de Kane y Son. Por eso, la urgencia del resultado puede obligar a los ingleses a acometer una sorpresa que, por las constantes que transmite el equipo en su defensa más replegada, sólo podría llegar si aumenta la presión, se nutre de la inspiración de un Lo Celso, Dembélé o Alli, y asume riesgos necesarios tras no haberlos asumido hace unas semanas.
En aquel encuentro, Mourinho no logró robos de calidad ni transiciones amenazantes, sumando que el sistema de tres centrales habilitado por Nagelsmann le permitía mantener la posesión en campo contrario si la sucesión de pases no encontraba progresión. Perdida la oportunidad del factor cancha para mostrar su versión más ofensiva, y aunque el marcador tampoco es imposible para no volverse loco, ya no hay demasiado tiempo para hacer cálculos. Teniendo en cuenta que su defensa del área y propio campo no es sólida (38 goles en 25 partidos) y que sus jugadores necesitan un mensaje mucho más emocional y enérgico con el que justificar una presión más continuada, quizás sea esta noche una oportunidad para ver todo lo que no vimos en la ida: ritmo alto, líneas separadas y transiciones vertiginosas. No hay que olvidar que la temporada pasada y la anterior se vio con meridiana claridad que el miedo a perder la ventaja es el principal actor de la Champions.
Gonzalo 10 marzo, 2020
Gran articulo Arroyo, yo no le doy muchas acciones a los del Norte de Londres por, como tu bien has dicho le faltan sus dos jugadores más importantes en ataque Son y Kane, I que Mou no es un entrenador precisamente ofensivo. Por otro lado quiero ver si Mou es capaz de mutar y jugar a otra cosa aún que lo dudo, y además Bergwijn se a lesionado con lo que sus recursos ofensivos se reducen a mínimos. Yo veo casi impossible otra machada como la del curso pasado.