En el mundo al revés, que bien podría ser el de la Copa de Europa, todo es absolutamente posible, hasta el punto de modificar la percepción de las cosas y la valoración de la realidad. Si esta competición tuviera cuerpo y conciencia, manejaría sus propias redes sociales en lugar de externalizarlas a cualquier agencia de comunicación, escribiría un tuit ilegible, por ejemplo, kjnvwjebjebfvlkebflvhbr, y lo fijaría en su perfil. Y todos lo entenderían. También podría fijar uno más elaborado, universal, que podría servir para encabezar cualquier crónica o análisis, donde explicaría que por más que la tecnología, la metodología, el big data y la tendencia a la tecnificación y lo científico mejore este deporte, el fútbol no tiene explicación. En el mundo al revés, el peor Atlético de la era Simeone podría haberse tirado otros 90 minutos sin recibir disparos ante el campeón de la competición. En el mundo al revés, Lodi se escribe Idol, en inglés. Y esa es una buena manera de recordar la ida de estos octavos de final entre Atlético de Madrid y Liverpool FC que tanta expectación desprendía.
El Atlético dominó claramente al Liverpool: le quitó espacios, iniciativa y claridad
A Diego Pablo Simeone le salió todo. Seguramente el argentino siga preocupado en mejorar el juego de su equipo en Liga española, porque ha de estar preocupado, pero no hay entrenador en todo el mundo que saque tantísimo crédito y rendimiento de una situación de máxima inferioridad. Ninguno. En una temporada en la que la confección de la plantilla y el desgaste de los años le fue llevando, al menos en el entorno, a virar el rumbo y jugar desde la superioridad, el talento y el despliegue de facultades, la Copa de Europa le concedió un imposible que para él no es más que una oportunidad de volver tras sus pasos y acercarse al fuego de su guarida. Para más gloria personal, el 1-0 cosechado llegó de un modo con el que madurar los jóvenes frutos de los que dispone, pasándolos por el tamiz de la concentración, el sacrificio y la recompensa. El Cholo ayudó a los suyos con un planteamiento preciso y aplicado, y sus jugadores le ayudaron a hacerlo posible, mandando un mensaje correcto a algunos de sus jugadores más inestables en lo competitivo. Sin más remedio y tomando la visita del claro favorito de la eliminatoria, la alineación de Simeone llevaba implícito el deseo de, en el peor de los casos, ganar heridas entre los menos expuestos. Poner a curar y a salar a sus recién llegados. Pero además de eso, ganó el partido. Y sin sufrimiento excesivo. Eso vendrá el 11 de marzo.
La noche arrancó así. A la inmaculada alineación del gigante inglés, Simeone, como ya ha hecho en cada una de las eliminatorias de octavos de Champions desde que habita el banquillo colchonero, jugó con la sorpresa. Hay en sus decisiones en estos partidos un componente, puro y duro, de sorpresa, un porcentaje de cambiar lo establecido, y jugar con lo que se intuía, aunque después los elegidos tuvieran su misión. El argentino dio entrada a Thomas Lemar y a Renan Lodi en la banda de Mohamed Salah y Alexander-Arnold, toda una declaración de intenciones sobre el mensaje a transmitir, al que rodearía de una serie de pautas colectivas muy medidas. Klopp no titubeó ni reservó nada, pero se encontró con un 1-0 tempranísimo que le daba a Simeone la ventaja psicológica y el marco sobre el que comenzar a pintar el encuentro. El balón sería para el conjunto inglés, quien jugaría en campo contrario, con un 72% de posesión de balón. Un escenario que ya conoce pero de máxima exigencia técnica.
Simeone nunca dejó incorporarse a los laterales, mientras Salah y Mané nunca jugaron de cara
No tuvo que pasar demasiado tiempo para comprobar que el Cholo trabajó mucho la idea de quemar con balón, siendo muy agresivo cuando un atacante tuviera la pelota, buscando la determinación y la frontalidad, mientras sería hielo en campo propio, aunque igualara la determinación sin balón a la que tendría con ella. Visto el encuentro repetido, se observan varias decisiones globales que cubren la defensa organizada rojiblanca, y ambas van unidas y aplicadas sobre los cinco hombres más importantes del ataque ‘red’. De izquierda a derecha: Robertson, Mané, Firmino, Salah y Alexander-Arnold. Al primero y al último, los dos laterales, Simeone los quiere sin incorporar, esperando abiertos y delante. Y para eso va a jugar con las posiciones de Koke y Lemar, como comodines. El Atleti va a bascular simétricamente pero en su lado débil va a pedir mucha concentración a sus volantes para que el cambio de orientación no permita a Arnold y Robertson incorporarse a la espalda de sus pares, Vrsaljko y Lodi. Si uno se fija en los arrastres diagonales de Henderson y Wijnaldum hacia portería para limpiar la línea de pase hacia Alexander y Andy, se ve a Lemar y Koke, a quien le tocara, dejarse caer como falsos laterales y tapar esa subida. Una y otra vez. Una y otra vez.
Esta insistencia llevó al Liverpool a una serie de consecuencias. A la mencionada ausencia de incorporación de sus laterales, de llegar a línea de fondo en solitario, en arrancada y desmarque, pudiendo ser, solamente, jugadores fijos y estáticos, se produce la otra gran consecuencia del plan rojiblanco: que los tres atacantes del Liverpool nunca jueguen de cara. Ni jueguen ni rematen. Si los aviones exteriores de Klopp no ganan línea de fondo, no pueden dar pases al área o atrás para que el tridente juegue de frente, mientras que en una circulación horizontal y repetida, Mané y Salah vienen dentro, sin perfilar, jugando continuamente de espaldas y con el Atlético logrando una ventaja defensiva importantísima cuando la pelota era filtrada. La reducción de espacios entre las líneas daba la iniciativa a poder meter el pie en las coberturas de cada zona. Salah y Mané apenas podían girarse, y cuando lo hacían, estaban con seis piernas a su alrededor. Laterales sin incorporar y extremos sin jugar de cara es el éxito del plan del Cholo, un maestro orquestando planes defensivos desde lo global a lo esencial.
Roberto Firmino, como se esperaba, intentó desatascar el gran plan de Simeone
Esta disposición entre ambos equipos obtiene una tercera consecuencia: que los centrocampistas del Liverpool tengan más tiempo la pelota y sean obligados a pensar, a crear y a agredir con ella. Mientras la defensa en banda ya parte de una superioridad táctica y posicional del Atleti para frenar cualquier avance, la del carril central, muchas veces algo desprotegido por los rojiblancos al destinar muchas ayudas en los costados, no tiene demasiado peaje. El Liverpool no encuentra pasillos claros para distraer con las diagonales y rupturas de sus interiores, Henderson y Wijnaldum, y si bien su recuperación tras pérdida es inmediata, la respuesta rojiblanca a esa posible frustración de tener apenas salidas, no es considerada un aspecto negativo. El rearme colchonero entre un ajuste defensivo y el siguiente, es encomiable. Defender la ventaja a través de su defensa del área y de la frontal, jugador a jugador, lleva al Liverpool a un escenario psicológico muy incómodo. Como tener el bañador lleno de arena. Sólo, y debe mencionarse, un gran Roberto Firmino, delicadísimo en darle continuidad y ruptura, no al espacio, sino más bien a las cárceles que creaba el Atleti en las bandas, logró romper barreras y conseguir desatascar la inferioridad táctica en la que vivían laterales, centrocampistas y extremos.
Pero todo ello no fue fabricado solamente para tapar vías de acceso y darle maniobra a sus jugadores para defender dónde y cómo quería la idea, sino para intentar después jugar con esa ansiedad y crear desajustes en la transición defensiva inglesa. Al impresionante ejercicio protector de Koke o Lodi, constan sus decisiones con balón, entre la adrenalina y la reflexión, completando la sensación de que sus características iban a estar plenamente potenciadas. Las salidas de Lodi, interiores, como es rasgo intransferible suyo desde su época en Brasil, rompiendo en conducción por dentro para dividir, o los toques del canterano, goteados pero brillantes, explicaron el gran nivel de activación y determinación que logró el Atlético de Madrid. Aunque se llegó a percibir una aceptación rival por mantener dicho marcador cuando tenían la pelota, la noche se cerró como suele cerrarlas el Atlético casero de las eliminatorias. Sigue siendo un equipo regenerador. Su técnico ha construido una historia de tal magnitud que sigue perdurando cuando todo está en contra. Ahora le toca a Klopp.
iLoveCholo 19 febrero, 2020
"En el mundo al revés, Lodi se escribe Idol, en inglés"
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