Lokomotiv y Atlético de Madrid disputaron un partido de claro color y dominio, uno en el que el equipo de mayor altura dispuso de un equilibrio siempre determinante en Copa de Europa entre la activación e intensidad y la capacidad futbolística para transformarlas en sometimiento. Apoyándose primero en envíos largos para meterse en campo contrario y después dominar a través de sus centrocampistas, la visita a Moscú de los de Simeone reforzó su apuesta sin perder su esencia, mostrando una firmeza y convicción a la hora de buscar la victoria. La posición de Joao Félix junto a dos delanteros centro y el pletórico momento de Thomas Partey, unido al ratio minuto-calidad que está mostrando Felipe Monteiro, sirvieron, desde lo individual a lo colectivo, para trufar uno de los partidos más completos de los rojiblancos esta campaña.
El Lokomotiv planteó un partido de constante defensa posicional
Se esperó el técnico argentino un rival que no alternó demasiado sus planes, en el que viviría permanentemente en campo propio, configurando un partido de más de un 60% de posesión para el oponente. Armado en un 4-1-4-1, donde el interior zurdo, Krychowiak, saltaría sobre el mediocentro para ensuciar dicha conexión y obligar a uno de los interiores a descender para sacar la pelota, el equipo de Semin intentó así defender el ancho con muchos hombres, una decisión necesaria cuando tu plan general es cerrar espacios en la primera mitad del campo y llevar el encuentro cerrado a la segunda mitad, esperando alguna transición a través de Joao Mario y el propio mediocentro polaco, transformado en un ‘ida y vuelta’ de enorme carácter. No obstante, el Atlético respondió.
Su fase más posicional le demandó paciencia y agilidad para mover la pelota y dominar el encuentro desde la tenencia del balón, incluso con marcador a favor. Lo que hizo bien fue precisamente añadirle a su superioridad individual mecanismos para encontrar diferentes maneras de progresar y profundizar, presumiendo incluso de flexibilidad ofensiva a través del reparto de tareas que laterales y puntas se intercambiaron para ofrecer amplitud y agresividad tanto para el envío corto como el pase más largo de los centrocampistas. La gran noticia en dicha estructura fue observar cómo se desenvolvió el portugués Joao Félix desde la banda derecha.
Joao Félix encontró vías de participación para ser determinante
Una de las situaciones que más se está dando en su adaptación al sistema es que su lugar está permanentemente entre líneas, sin poder bajar más allá. Ni lo necesita ni le corresponde, pero además, sabiendo que los dos delanteros fijan dos centrales y los laterales son tan largos que fijan a sus pares, los cuatro zagueros del rival apenas pueden ajustar ese espacio intermedio con anticipaciones sobre el mediapunta, lo que ofrece un marco interesante para que sus apariciones gocen de tiempo y espacio. Fue la gran altura de juego que tomó el Atlético a través de todas esas piezas, con Thomas muy arriba, lo que le ofreció a Simeone un encuentro de cierta tranquilidad a la hora de transitar hacia atrás y esperar el momento que le ofrecería su superioridad técnica.
El primero de los goles, con uno de los puntas cayendo a banda, dio con Félix llegando desde atrás y recibiendo un pase de Morata mientras el otro delantero centro cargaba uno de los palos. Una situación predeterminada que debe encontrar el Atlético con continuidad. Sus puntas no son especialmente dulces en la frontal como para recibir y crear jugadas, de ahí que la llegada del portugués tras ganar la profundidad exterior será uno de los objetivos tácticos a garantizar a nivel ofensivo por el sistema actual.
AArroyer 2 octubre, 2019
Vamos a tener que ir hablando en términos más serios de Felipe Monteiro. Por sí mismo y por lo que le permite a Giménez. Está brillando el brasileño.