No puede negarse que el Celta de Vigo convive con una dinámica de resultados tan complicada como que en su recibimiento a la Real Sociedad, el equipo de esta Liga que mejor progresa con la pelota controlada en todas las franjas del terreno y del juego, su planteamiento fue bastante interesante. La lectura, no obstante, es que sigue lejos de poder agarrarse a un plan no ya de partido, sino de juego, que le acerque al potencial que dispone en su plantilla. Y en esa inconexión nace su principal problema como colectivo. Fran Escribá sigue tratando de acercar a sus mejores jugadores a un lenguaje que los comprenda, pero no lo está consiguiendo.
El celta realizó un buen planteamiento, aunque su falta confianza sigue complicándole su competitividad
En esa disputa por no ceder demasiado terreno en salida ni demasiado tiempo para pensar en campo contrario, el conjunto vigués expuso una interesante manera de desconectar el triángulo que Zubeldia, Merino y Odegaard forman en la construcción realista del juego, un triángulo que no se caracteriza precisamente por su ortodoxia posicional. Ni Zubeldia se posiciona por delante de los centrales, ni Mikel y Martin se muestran siempre en diagonal al pivote a la misma altura ni con la misma distancia. No en vano, Zubeldia se colocó en numerosas ocasiones a la derecha de Kevin Le Normand, Merino se ubicó en zona de pivote, distrayendo a Lobotka y Pape Cheikh mientras el noruego, intermitente y bastante desconectado de esos primeros contactos, se colocaba en función de quien tuviera la pelota.
Así, el equipo vigués o bien interrumpía o ralentizaba la salida donostiarra provocando precipitaciones, mucho pase hacia Remiro y posterior presión de Aspas hasta que se enviaba un balón en largo que generaba mucha discontinuidad. Sin embargo, el paso de los minutos no jugó en favor del Celta, un equipo con el ánimo frágil y las pulsaciones fluctuando entre el plan de partido y la creación de ocasiones. Sin Rafinha, al equipo local le faltó nuevamente capacidad en su medular para traducir sus ventajas defensivas en control de partido o transiciones de calidad. Los datos que su día a día está reflejando inciden directamente en las carencias que su plan tiene a la hora de intimidar y armar disparos.
Celta de Vigo 2019-2020:
5º en posesión (53%)
3º en acierto en el pase (84%)
4º en pases cortos por partidos (430)
20º en tiros a puerta por partido (8.1)
Fue ahí cuando la Real nuevamente activó sus piezas más secundarias, posibilitando, con la superioridad numérica, poder encontrar a Odegaard mucho más arriba. El noruego, indicador más claro del dominio de su equipo en base a sus participaciones, pudo filtrarse entre Beltrán y Lobotka y plantarse en la zona en la que se está mostrando como uno de los más preclaros de toda Europa. En la frontal, el ’21’ txuriurdin asistió a Isak para darle a la Real tres puntos de esos que colocan a su equipo en una posición mucho más firme que la de mover bien la pelota. La Real es un gran equipo y grandes individualidades.
Berlín 29 octubre, 2019
Al Celta le urge recuperar a Rafinha para ganar control en campo contrario, con eso no tengo duda que el equipo mejorará, aún así no veo cómo se podrá ganar de cara a gol la determinación que le falta al equipo.