El Athletic Club de Bilbao gobernó con puño de hierro el primer derbi vasco, citado en el nuevo San Mamés. Fue la sensación que transmitió una noche en la que, como estaba previsto, quedaron expuestas todas las cartas sobre la mesa, bien definidas de principio a fin, concluyéndose con la certeza de que el conjunto vizcaino, desde que lo pilota Gaizka Garitano, encuentra un fantástico refugio en la defensa de su propio campo en muchas fases de los encuentros. Ante una Real Sociedad que encontró la horma de su zapato de su 4-3-3 posicional y posesivo, los leones lucieron melena, pegada y dominio del ritmo del encuentro.
Fue precisamente en el manejo de este último concepto el que dejó a la Real Sociedad de Imanol Alguacil sin respuesta durante todo el partido. No sólo porque el primer golpe resultó crucial, cosechado a favor de Iñaki Williams, uno de los nombres del inicio temporada, sino porque el Athletic encontró capacidad para influir en la posesión realista a diferentes alturas. No es sólo la presión adelantada la que desconecta a la Real Sociedad sino su implacable energía para, una vez ordenadas las filas en alturas más bajas y basculadas, al son del movimiento del balón, los espacios se le reducen por completo a los triángulos ‘txuriurdin’. Garitano activa, y de qué manera, su defensa exterior sabedor de que, por fuera, la Real está encontrando dificultades para hilvanar con frescura lo que sí tiene dentro, con un Odegaard que se prestó a tratar de abrir todas las vías taponadas.
Laleisón de Illarramendi fue el colmo para la Real, que vio en Odegaard una oportunidad que terminó quedándose solo
La lesión de Asier Illarramendi, además, termina condicionando por completo la estructura en salida y gestión de la poseisón, imposibilitando muchos de los procesos que sujetan a los visitantes. Es el noruego el que se habilitó con un sentido fantástico pero siempre demasiado solo. El Athletic sentía así como limpia ventaja la movilidad de Odegaard, significado de que la circulación de su rival se estaba resintiendo por completo, al no encontrar escalones ágiles en los que apoyarse, girar y profundizar..
La presencia de Dani García en las zonas intermedias, por donde intentaba progresar la Real, se erigió como la pieza más importante de la noche. Una vez el Athletic convirtió el control y el marcador en dominio abrumador, el partido tuvo un único color. La ocupación de espacios del Athletic en su propio campo resurge con más fuerza que nunca en sus últimas temporadas pues goza de valor más que importante en la competición como un registro vital para aprovechar su contragolpe y la defensa que pueden hacer Yeray e Iñigo cerca de portería. Un Athletic que habla por boca de su entrenador.
Balotelli8 31 agosto, 2019
No hubo color en el derbi. Un Bilbao con las ideas muy claras y una presión coral, comandada por un Dani García cuyo despliegue físico fue soberbio, se comió a la Real hasta el punto de que no recuerdo un solo disparo de los visitantes salvo el gol anulado y una ocasión ya pasado el minuto 90.
Además, dio la impresión de que Alguacil no sabía qué hacer para saltar la presión rival. El triángulo formado por Raúl García, Dani y Unai (al que no le había visto jugar todavía y me sorprendió gratamente) cortaba cualquier línea de pase que saliera del pivote blanquiazul (Illarra primero, Merino después, ambos hicieron un partido horrible), incapaz de encontrar a Odegaard ni Oyarzabal por delante. La insistencia en mantener el 4-3-3 por parte de la Real me pareció suicida después de los primeros quince minutos, pero imagino que la lesión de Illarra limitó las posibilidades de cambiar algo. Aunque el partido pedía a gritos, a mi juicio, la salida de Zurutaza para formar doble pivote y juntar a dos medios más los dos centrales en la salida de balón.
De hecho, Odegaard trató en muchos compases de retrasarse para sacar el balón, pero creo que más fruto de la desesperación que por orden táctica. Alguacil le quería delante para recibir ya más allá de la divisoria, pero es que ese pase nunca llegaba. La Real mantenía hasta 7 hombres por delante de la línea de balón, y ninguno era capaz de darse la vuelta a recibir. Daba igual quién de los siete recibiera, parecía que Dani García iba a llegar a robársela antes de poder pensar. Agobiaba hasta como espectador la presión del Athletic. Parecían adultos contra niños.
En resumen, dejaron a deber mucho los dos laterales, más Januzaj y Oyarzabal, no acercándose a ayudar a mantener la posesión y permitir así a su equipo respirar dando dos o tres toques aunque fuera en campo propio. Mientras, Odegaard se desplegaba corriendo kilómetros y kilómetros intentando compensar la pasividad de su equipo y juntar a todos, pero sus compañeros nunca consiguieron hacer útil el tremendo esfuerzo físico del noruego, que se mató a correr, ciertamente.
Le falta un plan B a esta Real. Parece un equipo hecho para tener el balón en campo contrario, pero al que presionarle en salida le deja sin automatismos, sin alternativas, y en cuanto te pillan estas cosas en la élite, o te reinventas o resulta muy fácil saber cómo jugarte. Me parece que la lesión de Illarra exige activar a Zurutuza, quizá en doble pivote con Merino y Odegaard haciendo de "10". Lo cierto es que tiene una plantilla con tantas posibilidades Alguacil que sorprende como ayer no tocó nada después del monólogo rojiblanco que fue la primera parte.