Una oportunidad para ambos

Enric Gallego ha nacido para jugar en el Getafe CF de José Bordalás. El barcelonés, que echó la puerta abajo la temporada pasada después de una primera vuelta fulgurante con el Extramadura UD, y de que la SD Huesca, ya en la segunda, confiara su proeza en su facilidad para ver portería, recala ahora en el cinturón sur de la capital para reforzar una delantera con la que comparte ciertos vicios pero también unas cuantas diferencias. Algo que, antes de profundizar en más detalles, le permitirá ser tan complementario para el desmarque al espacio de Ángel como para las diagonales dentro-fuera de Mata o las prolongaciones de Molina.

Enric Gallego es un ‘9’ de área. Y no hay mejor prueba de ello que la cantidad de recursos que domina a la hora de meter el balón en la portería. Tanto por arriba, apoyándose en su metro-noventa, como por abajo, donde su apariencia ciertamente tosca es más fachada que certeza, el ex del Cornellà, el Olot o el Badalona es un ‘killer’ de pura cepa. Sin embargo, si algo acabó convenciendo a las oficinas del Coliseum de su llegada es su capacidad para, aun siendo un experto del área pequeña, no ahogarse a 40-50 metros de la portería rival. Una destreza que en el Huesca de Francisco le llevó a asumir un rol primordial, ya fuese con Cucho o Chimy Ávila, para estirar a uno de los conjuntos con menos posesión de todo Primera.

Enric Gallego también puede ser muy útil en la presión del 4-4-2

De hecho, esa labor para recibir el balón, esconderlo y darse la vuelta o descargarlo hacia un costado será, si cabe, aún más importante en el Getafe: pues el cuadro azulón acabó la temporada siendo el equipo con menos cuota de balón (40.5%) de la Primera División. Para estos casos, cuando el portero, el central o uno de los mediocentros decide buscar en largo a Enric Gallego para conformar así su transición ofensiva, este, escudado en su envergadura, maneja diferentes alternativas para un mismo fin: darle espacio y tiempo al bloque para progresar en la parcela contraria. Una cualidad que, pensando en cómo será como compita el Getafe en Europa League, surte de mucho sentido la elección de Bordalás.

La nueva incorporación azulona no destaca por su velocidad punta, pero, una vez se gira después de recibir, Gallego posee una conducción lo suficientemente autoritaria como para arañarle unos cuantos metros al rival por su propia cuenta. Una aptitud que, a una distancia considerable del punto de penalti, le convierte en un futbolista relativamente autosuficiente. Pero lo mejor del Enric Gallego que vive durante largos tramos lejos de su mejor hábitat no es eso, sino la sensibilidad que ha demostrado en sus devoluciones; muchas veces al primer toque. Este compendio técnico, aunque también táctico -para detectar la zona libre o la parcela en la que caerá la pelota, es la que le convierte en una herramienta suplementaria para los Mata, Molina, Ángel y Harper. Porque dejando a un lado al canario, que sin duda es el más distinto -en comparación con los dos primeros-, Gallego tiene cosas de ambos. Y al revés. Pero son sus diferencias las que enriquecen un plan, una idea y un sistema que seguirán haciendo de la presión su identidad.