La resurrección del RC Celta de Vigo es lo más parecido al milagro de las cucharillas de Uri Geller. Como si una fuerza catódica se hubiese apoderado de su propia mente, el regreso de Iago Aspas ha dotado a los gallegos de una especie de poder telequinético que, además de doblar el metal mirándolo fijamente, le ha permitido reproducir dibujos que nunca antes había visto. Desde dentro y hasta el interior de sus entrañas, tocado por el mismo rayo de luz que sentó de bruces a Geller -según él mismo asegura- cuando vivía con sus padres en Jaffa (Israel), el Celta ha descubierto ahora una energía muy profunda que, al igual que ocurrió con el mentalista en los platós televisivos de medio mundo en la década de los ’70, ha alterado el mercurio en la zona más caliente de Primera División.
El regreso de Iago Aspas le ha dado la vida al Celta de Vigo
Dentro del 4-4-2 que ha dibujado Fran Escribá, Iago Aspas ha vuelto para situarse por detrás de Maxi Gómez, en una posición que le permite ver todo el juego de su equipo desde el portero y hasta sus extremos. Saliendo desde atrás -en la amplía mayoría de ocasiones- en situación de superioridad numérica, situando a Yokuslu entre centrales para establecer así una primera ventaja que le haga progresar con el balón controlado, el Celta viene repitiendo este mismo patrón en el que, una vez consigue que el turco vea la acción de cara, el siguiente paso es que Lobotka, el segundo y último miembro de este doble pivote, consiga controlar el esférico por detrás de la primera línea de presión rival. De este modo, con los dos centrocampistas escalonados y los dos laterales bien abiertos cada uno en un costado, la pizarra de Escribá está consiguiendo -ya sea por dentro, hacia fuera o buscando en largo a Maxi- que Aspas centre sus esfuerzos en la parcela en la que más diferencial resulta.
El ejemplo más representativo de todo esto ocurrió en la visita del Girona a Balaídos. Con Boudebouz y Boufal en los extremos del dibujo, dando amplitud por delante de los dos laterales -Mallo y Olaza-, hasta que estos consigan avanzar con todo el bloque más allá de la línea divisoria, este nuevo Celta está queriendo que Boudebouz -cuando rompe hacia dentro para limpiarle el carril a Hugo Mallo– y el propio Aspas -que abandona por momentos el área para jugar de espaldas a portería- mezclen por dentro para asegurar así que la pelota llegue a la banda en una coyuntura ventajosa. Bien para que Hugo Mallo y/o Olaza puedan atacar por fuera en carrera, para después centrar, o bien para que Boufal, que espera cerca del pico izquierdo del área, se invente cualquier cosa.
Boufal suma 3 goles y 3 asistencias a estas alturas del curso
El partido del parisino ante los de Eusebio fue el otro gran fenómeno que ha probado el Celta en los últimos tiempos. El extremo de los vigueses es el tercer futbolista con más regates por partido en las principales ligas europeas, tan solo por detrás de Ben Arfa y Saint-Maximin, y por delante de otros como Messi y Hazard. Sin embargo, más allá de su gol y asistencia ante el Girona, al ‘19’ le está costando transformar esa capacidad en el uno para uno en situaciones de verdadero provecho para los suyos. De esta forma, juntando a dos regateadores, proyectando muy arriba a sus laterales y consiguiendo que los dos futbolistas más determinantes de su sistema operen más cerca del área que del mediocampo, el Celta de Escribá podrá gozar de posesiones de mayor calidad -lo cual le permitirá perder la pelota en zonas más controladas-, ganará en recursos para arrimarse al éxito y podrá, sobre todo, escapar así de su auténtica kriptonita, el único material que se le sigue resistiendo a este Celta a pesar de todo: su defensa dentro del área.
AdrianBlanco_ 24 abril, 2019
Qué gran noticia sería para el Celta que Boufal consiga ser, de aquí al final de Liga, el Boufal del otro día ante el Girona. Un Boufal que consiga transformar en cifras todo lo que es capaz de producir con sus regates.